martes, 28 de octubre de 2008

Reforma y Siglo XXI

CON MOTIVO DE LA CONMEMORACIÓN DEL DIA DE LA REFORMA PROTESTANTE

REFORMA Y SIGLO XXI

Aún cuando los adelantos tecnológicos van a la vanguardia de los tiempos, y los tiempos se aceleran aún más como presagio de la pronta venida de Cristo, la cual creo está muy cerca, se desprende una atmósfera de escepticismo en la humanidad de este siglo, la búsqueda de la verdad no es quizás el lema por el cual todos se mueven, el mundo busca saber alguna verdad, solo para no estar entregados a un vacío de conocimiento, unos se entregan con pasión a esta labor, por lo que existen tantas corrientes de pensamientos, innovaciones tecnológicas, adelantos en la medicina, en la ingeniería, reorganizaciones en la sociedad, nuevos mercados económicos, todo con el fin de crear una vida de confort basada en una realidad que ahoga la verdad “verdadera” y el fin para lo cual estamos en esta tierra.

Algunos llegamos a conocerla, otros viven soslayándola, otros ni siquiera se interesan, pero la búsqueda de la verdad, es necesaria, todos deberíamos ir tras ella, de la que realmente nos hará libres de toda la pantomima y seducción del siglo XXI.

Buscar, conocer, quitarse el velo de los ojos, también trae sus conflictos, no todos están de acuerdo con la verdad propuesta en una determinada situación, todo lo que se propone se debate hasta que los argumentos son sostenibles y después se cree y se aplica, esta es la realidad del siglo XXI, una realidad marcada en buscar pruebas de la verdad propuesta, el método científico dio paso al método de la investigación y acción, con el fin de dar fiabilidad a cualquier planteamiento. Pero hasta donde nos atrevemos a llegar en la búsqueda de esa verdad, muchas veces se replantean conversaciones, ideas, paradigmas, y al final del día extenuado del incesante y arduo trabajo, nos tropezamos con lo único en lo que no hemos incluido en el agotador día de trabajo y es con Dios y su real y contundente verdad, que está escrita para que todos la leamos, pero no muchos, por no decir la mayoría, quieren hacerlo, y es allí en esa Palabra oculta donde comienzan a tener sentido todos nuestros pensamientos, acciones, y donde se revela la absoluta y contundente certeza que Dios tiene el control de todo.

Pero esto no es una historia nueva, propia del siglo XXI, hace ya 500 años atrás, nuevamente fue puesto a prueba el intelecto y la razón humana, para dar paso a la verdad que encierra La Escritura en Romanos 1:16-17: No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree, del judío primeramente y también del griego, pues en el evangelio, la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: "Mas el justo por la fe vivirá".

Que poder tan grande pudo haber tenido estas palabras, que cambiaron toda una organización establecida en una época históricamente oscura, para dar paso a una luz reveladora de la Gracia de Dios.

Es el mismo poder que tiene hoy en día en pleno siglo XXI, para cambiar toda una organización actualmente establecida, ya no tan oscura pero sin la luz de Dios.

La verdad de Dios, revelada a través de esta palabra en el corazón y en los pensamientos de Martín Lutero, es la única verdad que nos puede transformar en una sociedad vanguardista más allá de los adelantos tecnológicos, médicos, ingenieriles, sociales, políticos y económicos entre otros.

Es por ello que fue necesario un pronunciamiento ante la equivocada argumentación religiosa que dominaba al mundo, Martin sostenía que "La justicia de Dios es aquella con la que, a través de la gracia y pura misericordia, El nos justifica por la fe". La justicia de Cristo es la que da al creyente certidumbre ante Dios, aunque nunca deja de ser pecador y penitente, porque "toda la vida del cristiano es de penitencia": Jesús dijo "Sé penitente" (griego), y no "haz penitencia" (Vulgata latina). La teología de la cruz, de Lutero, es una protesta contra la "gracia barata" de una religión comercializada.
El movimiento propugnado por Lutero debe ser entendido como un intento de acercamiento del hombre al Creador, y al mismo tiempo como una revisión, reinterpretación y crítica profunda de la teología medieval de acuerdo a las exigencias de los nuevos tiempos.

En este nuestro siglo, aún son válidas todas las argumentaciones de Lutero, el acercamiento del hombre al Creador más que necesario es vital, para que haya arrepentimiento y confesemos a Cristo para salvación, y la paz que sobrepasa todo entendimiento pueda llegar a cada corazón y pueda haber una evolución espiritual de la sociedad. La fe puesta en Cristo nos librará de la incredulidad, las buenas nuevas del evangelio revelan que Dios es poderoso para salvar a todo aquél que en Él cree, pues hay que entender que Dios como supremo hacedor, ha puesto eternidad en nosotros, y desea que estemos con El para honra y gloria de su nombre.

Otra gran verdad encerrada en la Palabra, es que Dios quiere que todos seamos salvo, y esta salvación no podrá llegar, sí no hacemos como hizo Lutero, clavar en las puertas de innumerables Wittenberg espiritual, no digo 95 tesis, sino todo lo que sea necesario para alcanzar las almas y propiciar la verdadera revolución espiritual y que todos podamos ser salvo, y entregar la verdad de la que todos estamos ávidos, la verdad del amor de Cristo, y la revelación del poder del Espíritu Santo.

Aún hoy en el siglo XXI, la gente muere sin saber que Cristo existe, cuan terrible y angustiadora situación, que solo puede ser superada con una evangelización efectiva, sin quitar ningún valor a la palabra, y a la proclamación verbal del Evangelio, lo que la iglesia anuncia y verbaliza es cierto, está basado en la Palabra de Dios, pero falta la práctica de vida, la coherencia entre lo dicho y lo que expresamos con nuestras actitudes. La proclamación del mensaje de salvación lo hizo Jesús de una forma que no era sólo y puramente verbalización, sino todo un estilo de vida comprometido que se acompañó de signos y de milagros.

Puede faltar la autoridad por la falta de signos de una vida comprometida y de los milagros que puede hacer hoy en su lucha de dignificación y liberación de las personas humilladas, oprimidas, injustamente tratadas y excluidas, pero recordemos que toda esta autoridad está en Cristo y como Cristo debemos vivir, pensamiento este que se apoderó de Martín Lutero en su época, y que debe apoderarse de todos hoy para evolución espiritual y acercamiento a Dios.

La sociedad del siglo XXI, tiene problemas que no se pueden solucionar mediante inyecciones de dinero o aumento de funcionarios, lo cual deja de manifiesto las limitaciones del ser humano para enfrentarse con sus necesidades, y que se trata de problemas mucho más profundos e íntimos que afectan en lo más profundo del yo y que sólo encontrarán su respuesta en Jesús.
Muchas manifestaciones de pecado, son vistas en nuestro actual siglo, como situaciones con las cuales hay que vivir, las que hay que tolerar, y en muchos casos han sido reglamentadas y legalizadas, porque ello habla de un nuevo tipo de humano con mente abierta y criterios progresistas, pero con una carente dirección de Dios, el llamado en este día es a actuar de manera de poder sembrar en los pensamientos del hombre la verdad de Dios y en los corazones el amor perfecto de Dios, la responsabilidad nuestra es delante de Dios y solo dependemos de Él para alcanzar el éxito, tarea que se realizará necesariamente en oración. Pero para que este proceso sea realmente efectivo, no debemos olvidar que sin el poder del Espíritu Santo y sin nuestro testimonio de compromiso, lo que llamamos evangelización será solo proselitismo religioso, una actividad más que no cambiará los valores sociales ni los corazones de las personas. La evangelización del siglo XXI es la que surge de personas que han sido llenas del Espíritu de Dios y no pueden callar, de personas que necesariamente, tienen que actuar y cambiar sus prioridades y estilos de vida, de sentirse vivos entre los muertos, que llevan su influencia positiva y con nuevos valores a los focos de conflicto, que dignifican a los privados de dignidad y tienden una mano de liberación a las víctimas del mundo, sean víctimas de la incredulidad, de la pobreza, de la opresión o del sufrimiento. La evangelización en el siglo XXI debe estar constituida esencialmente por la presencia y guía del Espíritu Santo para poder llevar el poder de Dios a todo aquel que no cree.

Apropiarnos de la verdad, sin que cambie nuestras vidas y sin que ayude a transformar la realidad social en la que se desenvuelven tantos excluidos en el mundo, es peor que mentir, es vanidad, en cierta manera debemos bajarnos de nuestro tren de la prosperidad y mancharnos los pies con el polvo del mundo. Es entonces cuando se podrá decir que dichosos son los pies de los que anuncian el Evangelio de paz. Paz que nunca se va a dar ni transmitir alejada de la justicia para con el prójimo.

Por Iván Berroterán
Miembro del Centro Cristiano de Los Teques

miércoles, 22 de octubre de 2008

Video Oficial del 2do Retiro Juvenil "Jóvenes Recargados"


video editado y publicado por Edgar Peroza.(Edu)

Divorcio y Recasamiento

Criterios Bíblicos y Pastorales sobre el Divorcio y el Recasamiento

Introducción
En nuestro continente latinoamericano la crisis moral (o familiar) relacionada con el quebrantamiento de la vida matrimonial ha sido un legado generacional. Ya desde los tiempos del descubrimiento y la colonización de nuestro continente, los hombres que conquistan el continente ávidos de aventura, fortuna y gloria personal (todos llamados ‘cristianos’), que como tormenta humana, se arrojaban a poseer el Nuevo Mundo, atravesando los mares desde el viejo mundo. La manera de vivir de los aventureros era muy alejada de la vida cristiana, pero tenía mucho de la doble moral de estos días. Estos hombres (españoles, portugueses, y otros) dejaban atrás a sus y familias en la vieja y convulsionada Europa, para engendrar en tierras latinoamericanas primero, la raza mestiza y, luego con las cautivas africanas, la raza mulata; Y Lo peor es que el ejemplo de los propios clérigos no era menos terrible, y sólo era un aliciente más que contribuyó con todo ese ambiente disoluto, inmoral, y triste que desde la misma colonización ha venido llenando de llanto a los niños de este continente.
Ya para comienzos del siglo XX la situación no había cambiado, y al respeto escribe un obrero a finales de 1908: "Los hijos y las hijas de los curas proliferan por todas partes. No hay en esto ningún estigma, ni para ellos, ni para sus progenitores. En efecto el asunto no es considerado como cosa de inmoralidad, ya que de los sacerdotes, que tienen prohibido el matrimonio, no se puede esperar otra cosa, es decir, que tengan relaciones ilegítimas con una o más mujeres. De tal palo, tal astilla. La inmoralidad de los curas es indudablemente una de las razones de la flojedad del vínculo familiar en todas las regiones de Sud América. Mientras que el divorcio oficial no es permitido por causa alguna, separaciones y juntas ilegales son muy fáciles y muy comunes."
Por su parte las Iglesias Evangélicas en Norteamérica y Europa siglos después despiertan a la necesidad de enviar misioneros, pero en su afán de plantear una cultura más elevada, y un cristianismo más auténtico, encuentra que ante la decadencia del carisma, no dejan de vivir en sus propias realidades el conflicto social de una civilización que sufre una altísima tasa de divorcios, y aunque ha ayudado la promoción de valores superiores, la esencia del verdadero cambio radica en una verdadera conversión en la que sin ambages se predique y sea obedecida la Palabra de Dios. Esta acción transformadora que encontramos en la obediencia al verdadero evangelio viene a restaurar la relación del hombre no sólo con Dios, sino con su prójimo, y en especial con el prójimo más inmediato que viene a ser el conyuge y el núcleo familiar. Es en Cristo que encontramos el sencillo pero completo plan de Dios que nos lleva a vivir el amor, el noviazgo, el matrimonio, la familia, el trabajo, y todas nuestras acciones a la luz de la Cruz.
Ahora bien, en vista de la realidad socio histórica latinoamericana no nos extraña que la labor discipuladora en nuestras naciones haya confrontado las más diversas y grotescas situaciones deformadoras de la familia como es concebida por la Palabra de Dios. Quedan estupefactos muchos consejeros cristianos al tratar de resolver los más impresionantes e impensables enredos morales, sociales y espirituales de las familias a las que se pretende guiar a la obediencia del evangelio.
Esta es una sencilla reflexión orientada no a una comunidad o situación particular, sino que apunta a realidades más generales y a cuestionamientos posibles que pudieran plantearse en el cuerpo de Cristo, a situaciones que demandarán decisiones y respuestas bien sea de Presbiterios, Juntas Ministeriales o Directivas de las iglesias evangélicas que desean sostener su honesto apego a la Biblia y a sus principios. Luego y dada su sencillez de lenguaje y planteamiento se busca el acceso a todos, con la pretensión de que este modesto trabajo sea una “exposición de la palabra de Dios, que alumbra, que hace entender a los simples ...” (Salmo 119:130). En tiempos de bastante confusión, espero que sirva para aclarar los malos entendidos, que tan a menudo agudizan el sufrimiento.
Nuestro amado Buen Pastor, conocido también como el Príncipe de los pastores, nos convoca a la misión de dar cuidado, guianza, alimento, ayuda y corrección. En Él tenemos todos los recursos que requerimos de comprensión, oración intercesora, y orientación amorosa paciente y sabia. Asimismo, esta reflexión pretende ser apoyo práctico para quienes sin ser académicos de la asesoría tienen el llamado a exhortar, aconsejar y guiar a los más jóvenes en la fe. Incluyendo muy especialmente a las muchas parejas de recién convertidos que entienden y aceptan su necesidad de ordenar su familia según la Palabra de Dios a fin de que en el bautismo puedan dar un sólido testimonio de su fe. Pues gracias a Dios, la gran mayoría de las relaciones pueden ser sanadas y guiadas efectivamente y según los parámetros de la Palabra de Dios.
Es nuestro anhelo que esta sencilla orientación bíblica (aún no completada), llegue a ser una herramienta útil y eficaz.

EL DIVORCIO
En la Biblia no encontramos exclusivamente la expresión de los ideales divinos para la el ser humano y la sociedad, sino también de aquellos escenarios de vida humana, que son eventualmente duros y pecaminosos, y que existen en una categoría subideal. Los ideales son consolidados mediante pactos, promesas y mandatos, mientras que las realidades subideales son toleradas en silencio o cohibidas mediante prescripciones y advertencias, todo con el fin de reprimir las malas pasiones y que las acciones pecaminosas sean limitadas tanto como sea posible. Esta es la razón por la que el silencio y la legislación negativa, en cuestiones éticas subideales, deben analizarse con mucho cuidado.
El ideal Dios para la vida matrimonial incorpora, al menos, cuatro elementos, que son autoritativamente enseñados en Génesis 2:18-25; Marcos 10:2-12; Lucas 16:18 y 1 Corintios 7:39. (Romanos 7:1-14 debe aplicarse con cuidado, debido a que incorpora contenidos alegóricos e incluso culturales y circunstanciales)
1. La monogamia matrimonial (un hombre y una mujer). Observe las palabras del Señor que exponen el ideal original: “Por esto el hombre (singular) dejará ..., y se unirá a su mujer (singular), y los dos serán una sola carne” (Mt. 19:5; Mr. 10:7-8).
2. La persistencia del matrimonio. El mandato del Señor es “.. dejará .. y se unirá ..” (Versión Moderna: “.. quedará unido ..”)
3. La intimidad matrimonial. La vocación fundamental del matrimonio apunta a un compañerismo íntimo en que la personalidad encuentra su satisfacción y realización - “los dos serán una sola carne.”
4. La mutualidad matrimonial. El matrimonio implica la mutua realización en una relación plenamente satisfactoria para ambos, como se refleja en la expresión “ayuda idónea” (Gén. 2:18).
El ser humano en su maldad y pecado, es capaz de quebrantar el ideal de Dios. El ser pecaminoso eventualmente decide vivir en un nivel subideal. Al ser así, la poligamia, el divorcio, y el recasamiento llegaron a tolerarse en el Antiguo Testamento, aunque bajo restricciones legales particulares. Estas conductas no son recomendadas o aprobadas por Dios. Más bien son sufridas por ÉL, pues no están conformes a su perfecta voluntad y su sabio consejo. Esas conductas siempre llevan consigo terribles cicatrices, indecibles sufrimientos que llegan a ser inexpresables, y quebrantos infinitos. Y todo esto independientemente de las causas y las circunstancias las que sean.
Nuestro Señor señaló que el ideal de Dios puede ser quebrado totalmente. Dijo: “... por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mt. 19:6). Aunque no usa la palabra “divorcio”, esa expresión está claramente implicada. Las palabras “juntar” y “separar” forman una antítesis directa; todo lo que represente la una, la otra lo deroga.

La Biblia señala dos causales clásicas particulares para el divorcio:
(1) La fornicación (Mt. 5:32 y 19:9) y
(2) El abandono deliberado (1 Cor. 7:15).
No obstante, en ninguno de los dos casos se exige el divorcio, ni necesariamente debe ocurrir de forma automática. El ideal es que no se ejecute. Es por ello que no tenemos prescripciones específicas sobre el tema, pues se sostiene la esperanza de que el divorcio no se concrete.
En la Biblia se admite que por ciertas razones puede concederse la ruptura del vinculo matrimonial, pero ofrece detalles, ni se presentan las especificidades que legislen cual única receta el tratamiento del tema (Mc. 10:9; 1 Cor. 7:10-11). No obstante se reconoce la existencia de esas razones y a lo largo de la historia la iglesia las ha resuelto con la autoridad que de Dios recibe, bien sea desde las prerrogativas pastorales o de otra índole según fuere el caso y las circunstancias.
En primera instancia podemos establecer el lamentable hecho de la ruptura de la unión matrimonial por fornicación - una quiebra que hace legítimo el divorcio, sin que esté implícita la condena o el reproche divino. (Mateo 5:32; 19:1-9 y 1 Corintios 7:1-16).
Es precisamente en Mateo 5:32 y 19:9 que encontramos la llamada: “cláusula de excepción” (“.. salvo por causa de fornicación ...”). En respuesta a los críticos textuales y para ser fieles a los manuscritos más confiables, debemos rechazar de plano la insinuación de algunos de que esta ‘cláusula’ pudiera una interpolación, insertada por otros y no escrita por el autor original del Evangelio de Mateo. No hay base que sustente tales posturas. Eventualmente pudieran existir dudas textuales en cuanto a la última parte de Mateo 19:9, “.. y el que se casa con la repudiada, adultera”, pero en vista de que las mismas palabras se encuentran en Mateo 5:32, la enseñanza transmitida permanece válida.
Algunos piensan que Cristo en Mateo 19 estaba refutando a los judíos, ya que en el versículo 7 le estaban discutiendo sobre Deuteronomio 24:1-4. Según ellos, El Señor, con su explicación de Deuteronomio, expone exclusivamente a los judíos y no a los gentiles. Esta argumentación es también cuestionable, pues si fuera acertada tendríamos que confinar todo el Sermón de la Montaña a los judíos y excluiría a los gentiles, y con ello se delimita la universalidad de la enseñanza de Cristo.
Otra objeción gira en torno a las palabras fornicación (porneia) y adulterio (mokeia). Hay quienes interpretan que fornicación se refiere exclusivamente al pecado sexual antes del matrimonio, mientras que adulterio se refiere a la infidelidad de quien ya está casado, y que por tanto algunos interpretan que el pasaje bíblico se refiere al descubrimiento de que la persona que es objeto de repudio está bajo sospecha o convicción de haber fornicado antes de casarse.
El caso es que tenemos textos en que la diferencia entre fornicación y adulterio es clara, y que se nos presentan como pecados separados (por ejemplo, Mt. 15:19 y Gál. 5:19), pero no siempre podemos distinguir los dos términos. En la conducta sexual ilícita no podemos justificar bíblicamente de manera absoluta la aplicación de un término exclusivamente al pecado prenupcial y el otro al post-nupcial. En la mayor parte de los casos en el Antiguo Testamento la palabra adulterio señala una relación sexual ilícita con la esposa de otro, o bien de quien está casado y es infiel con alguien más, más no ocurre así en todos los casos (por ejemplo: Jer. 23:14; Os. 4:2). Vemos que la expresión Fornicación, generalmente, se refiere a la lascivia y la prostitución (y alegóricamente a la idolatría) y no excluye a personas casadas.
El Nuevo Testamento también usa la palabra adulterio para señalar la relación sexual ilícita con el cónyuge de otro, sin embargo tiene pasajes en que no hay señal definida que especifique si hay personas casadas involucradas (Lc. 18:11; Jn. 8:3; Heb. 13:4). Tampoco se especifica el caso de gente soltera en los variados empleos del término fornicación (p.e: Jn. 8:41; Hch. 15:20, 29; 21:25 y Ef. 5:3). En 1 Corintios 5:1 y 7:2-5 hay referencias a la fornicación de personas casadas.
Luego, conceptualmente la siguiente distinción parece la más acertada. Adulterio, se relaciona actos post-nupciales específicos; mientras que fornicación es (1) una expresión general, que identifica toda clase de conducta sexual ilícita, inclusive el adulterio, y (2) una referencia a la vida entregada a tales prácticas como la lujuria y la prostitución.
Finalizando el análisis de estos pasajes podemos decir que l contexto de Mateo 19:9 es distinto al de 5:32, pero un estudio, palabra por palabra, de este último no echaría luz adicional sobre la obligatoriedad del divorcio por causa de fornicación. Sin embargo de estos pasajes aprendemos que el pecado de fornicación es de una naturaleza tan devastadora, que justifica y puede destrozar (aunque no necesaria u obligatoriamente ante la ley) el vínculo sagrado del matrimonio.
La enseñanza de 1ª Corintios 7 es el pasaje más destacado que tenemos de Pablo en relación con nuestro tema y merece una cuidadosa consideración. Los Corintios habían cuestionado a Pablo sobre asuntos relacionados con el matrimonio.

En 1ªCorintios 7 Pablo desarrolla cuatro axiomas, que son pautas a considerar.
Primero, eventualmente el estado de soltería, puede tener sus ventajas, pero está rodeado de graves peligros. El matrimonio es una garantía contra algunos males, lo cual no quiere decir, que sea inferior en valor. No se afirma que el celibato sea más santo que el matrimonio, pero, sí, que es una posición más frágil (7:1-9).
Segundo, el ideal divino es que los cónyuges no sean separados más que por la muerte. Y si una separación tiene lugar, dos cursos de acción se abren (7:10-11): 1) separación sin nuevo casamiento - “quédese sin casar”; y 2) reconciliación - “reconcíliese con su marido.”
Tercero, el o la creyente no puede separarse del incrédulo por diferencias religiosas. El vínculo matrimonial contraído antes de la conversión no puede alterarse por el creyente después de la conversión por ser ‘un yugo desigual’ (7:12-14).
Cuarto, si la persona incrédula insiste en separarse, “sepárese” (15). Esta es la prescripción y concesión apostólica; “pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso.” Posteriormente hablaremos de las implicaciones de las actuaciones que se entienden como un acto de separación de parte del incrédulo, y quien es un incrédulo.
Los principios iníciales se interpretan sencillamente. No así el cuarto, pues existen serias diferencias en la interpretación del versículo 15. Esta sección constituye un veredicto apostólico y/o pastoral. Tenemos que establecer su autoridad, contenido y resultados.
Su autoridad. El cambio de “no yo, sino el Señor” (v. 10) a “yo digo, no el Señor” (v. 12) es muy significativo, y no debe pasar desapercibido. Es la única vez vemos esto en los escritos paulinos. Señala que el caso tratado en vs. 10 y 11 es considerado autoritativamente por el Señor. Sin duda Pablo está haciendo referencia a la enseñanza del Señor acerca del divorcio, tal como se hallaba en la tradición de la iglesia en ese tiempo, la que fue más tarde escrita en los evangelios.
No obstante, el problema en los vs. 12 a 15 es tratado por primera vez. Aquí Pablo emite un veredicto autoritativo en relación, no con el divorcio legal (repudio), sino con la deserción irresponsable, motivada por antagonismo religioso e intolerancia. Sin embargo, la autoridad presentada en este texto es interpretada de diferentes maneras, incluso como autoridad circunstancial, cuyo principio más elevado sería “No está… sujeto a servidumbre” y “a paz nos llamó Dios”. Claro se puede argumentar con firmeza y coherencia contra el postulado circunstancial.
Su contenido. “Sepárese” es el veredicto apostólico. Si el cónyuge incrédulo se separa del creyente, el creyente no tiene la obligación, ni el derecho de exigir al incrédulo, y tampoco tiene la obligación de impedirle que haga oficial la separación. La palabra “sepárese” es bastante clara.
Sus resultados. El creyente abandonado, “no está .. sujeto a servidumbre.” Es decir es libre de considerar concluido el pacto matrimonial, y queda el cónyuge inocente en la condición de soltero, no casado, y libre de los compromisos y responsabilidades del matrimonio.

Sin embargo, hay dos objeciones que eventualmente surgen contra esta conclusión.

La primera es que esta declaración de Pablo estaría en contradicción con la enseñanza de Jesús. El apóstol, no obstante, está bien claro con el hecho de que iba más allá, aunque no en contra, de su Maestro. Razón por la cual no apela a los dichos de Cristo, sino a su propia autoridad apostólica (compare vs. 10 y 12). El apóstol jerarquiza con mucho cuidado el tema de la autoridad. Primero argumenta sobre la base de: “.. mando, no yo, sino el Señor ..” Así refiere particularmente a la enseñanza y autoridad del Señor. Posteriormente se refiere a su propia autoridad apostólica, dando por sentado que tiene un mandato de Cristo. Esto incluye el pasaje bajo consideración. Finalmente, la discreción, divinamente iluminada, le enseña y le lleva a declarar: “a mi juicio” (o: “en mi opinión”). En fin, Pablo está consciente de cuando habla desde la tradición (la enseñanza de Cristo), la revelación, y la iluminación. Mientras las primeras son absolutas, la tercera es acondicionada por el tiempo y la cultura.
El Señor en su discurso trata el tema del repudio (expulsión), el apóstol, por su parte, trata con la deserción premeditada o irresponsable de parte del incrédulo. Ambos temas son muy diferentes.
Encontramos asimismo un contraste en el tono y modo de expresión en los vs. 10 y 11, donde trata con el vínculo matrimonial de creyentes, y el precepto decisivo del v. 15, donde es considerada la deserción premeditada. En los vs. 10 y 11 es una orden apostólica: “Que la mujer no se separe del marido, ... que el marido no abandone a su mujer”, y en medio el imperativo de: “…quédese sin casar, o reconcíliese ..” En el vs. 15 tenemos el contraste del precepto permisivo: “ .. sepárese .. (que se marche) .. no .. sujeto a servidumbre en semejante caso ..”
Pablo no está contradiciendo a su Maestro. Está declarando un principio, tal como tuvo que hacer en otros muchos instantes, para regular casos sin precedente en la iglesia entre los gentiles.

La segunda refutación pudiera hacerse en base de un suavizar del autentico significado de “sepárese” o “no sujeto a servidumbre.” Por ejemplo, (Fisher-Hunter) considera que la palabra “servidumbre” del vs. 15 no puede referirse al matrimonio, sino que pudiera ser una alusión a la relación con el pecado o con Dios. Sin embargo, el mismo, que el verbo “ligado(a)” de los vs. 27 y 39, que allí claramente se refiere al matrimonio, tiene (en griego) la misma raíz que “servidumbre”. Él concluye que, aunque se haya producido una separación y con ella una cierta libertad, esto no disuelve la unión matrimonial y sus vínculos.

Otros, como Lenski, Ellicott, Robertson, y Plummer, concluyen al contrario; y podemos asentír con ellos por varias razones:
1. La gravedad del pecado de la deserción. En el caso del hombre es un acto de deslealtad hacia su esposa e irresponsabilidad hacia su familia. La Biblia lo califica como “peor que un incrédulo” 1ª Timoteo 5:8. En el caso de la mujer, la deserción constituye un acto de rebeldía contra el orden de Dios y de los hombres.
2. El enfático “sepárese”. En esta forma la expresión es utilizada doce veces en el Nuevo Testamento (Mt. 19:6; Mc. 10:9; Hch. 1:4; 18:1-2; Ro. 8:35, 39; 1 Co. 7:10-11, 15; Flm. 15; Hb. 7:26). Seis veces se relaciona con el matrimonio. Dos veces Cristo la usa como la clara antítesis de “juntar”. Pablo la utiliza cuatro veces, en 1ª Corintios 7 le manda a los creyentes sobre la base de las palabras del Señor de “no separarse” (Mt. 19:6; 1 Co. 7:10-11). Luego, si ellos, insisten en “separarse”, pueden hacerlo, pero quebrantan la ley de Cristo y se les “sujeta a servidumbre” (para usar la frase del v. 15) para “quedarse sin casar.” En los vs. 10 y 11 es mencionada especialmente la mujer. Aunque haya dejado de estar vinculada a un esposo, está ligada por el mandamiento bíblico.
La contundencia del lenguaje griego en el enunciado de “sepárese” en el v. 15 no debe minimizarse. Ellicott argumenta que esta expresión en el griego es el señalamiento prudente para la deserción maliciosa y debe tomarse con toda seriedad, ya que está en el imperativo permisivo. Robertson y Plummer añaden: “De modo que si el cónyuge inconverso procura el divorcio, el cónyuge cristiano es libre de consentir.” También: “si el que se mantiene en el incredulidad pide el divorcio, el creyente no está obligado de resistirse.” Lenski escribe: “Lo que fractura y destruye el matrimonio es el hecho de que se mantenga separado. El apóstol Pablo plantea una condición de realidad y, por tanto, está pensando en un caso actual. Los dos verbos son de permanencia: ‘Si se mantiene separado, que se mantenga separado.’ ¡Hecho! El matrimonio concluyó, que quede así ... La deserción se asimilará al adulterio en su efecto. Los dos quebrantan el vínculo matrimonial.”
No podemos minimizar la magnitud de la expresión sepárese, pues ella revela la seriedad de la situación. Lo que Cristo anticipó y prohibió aquí se hace realidad y experiencia. El ser humano en su pecaminosidad, no solo por una vida de fornicación, sino también por un acto de voluntad, tiene y ejerce el poder, de separar lo que Dios ha juntado.
Debemos considerar también que eventualmente para algunos implica que si la iniciativa del incrédulo es separarse, demás estaría la recomendación al creyente de separarse cuando eso ya es un hecho efectivo, y que en todo caso la acción del creyente es a tomar medidas en lo que se presenta ante actos que constituyen una separación de hecho, y que obligan al creyente a tomar decisiones definitivas, pues el incrédulo con sus malas acciones de por sí está iniciando una separación al asumir comportamientos intolerables, los cuales son juzgados por la comunidad de fe, de la misma manera que Pablo o la iglesia primitiva juzgaron pastoralmente.
Puede haber un significado en pasajes, tales como Mateo 10:34-37 y Lucas 14:26, que sea más profundo de lo que estemos preparados a admitir o experimentar. La fe y la incredulidad son capaces de separar tan radicalmente como cualquier otra causa.
3. Las palabras del Apóstol “no .. sujeto a servidumbre.” Nos deben llevar a admitir que aquí, igual como en el párrafo anterior, hay lugar para distintas variantes interpretativas. La palabra traducida “servidumbre” no expone un concepto concluyente sobre el significado de la expresión. Lo que sí queda claro es que implica el declarar libre al creyente. En esto la mayoría de los comentaristas están de acuerdo. Pero no está definida la naturaleza y alcance de esta libertad. Tampoco nos ayudará mucho un estudio del uso de la palabra en el total de la Biblia. Se trata de una palabra usada en un sentido algo amplio. Por esto tenemos que mirar a otra parte para buscar ayuda. Creo que 1º Corintios 7 nos puede brindar una orientación.
Pablo presenta directrices específicas para las relaciones entre marido y mujer (7:1-5). Tiene una orientación clara para los no casados y las viudas (vss. 7-9). Tiene una palabra llana y decisiva para maridos y mujeres creyentes (vss. 10-11). Tiene una ordenanza definida para maridos creyentes en relación con esposas incrédulas y viceversa (vss. 12-14). Y creo que tiene una palabra clara para el cónyuge cristiano que es desertado - él / ella no está sujeto a servidumbre, sino que es libre.
¿Libre de qué y para qué? En esto el apóstol guarda silencio. Igualmente nosotros hacemos bien en imitarlo. No podemos conceder licencias para el nuevo casamiento, pero tampoco podemos crear leyes que impidan un nuevo matrimonio. Mientras pueda haber consejo, no puede haber una decisión absoluta y obligatoria. Cada individuo tiene que decidir conforme a su conciencia y la conciencia de su iglesia y comunidad.
Los comentaristas son prácticamente unánimes, en enseñar que las dos palabras: “servidumbre” (1 Co. 7:15) y “ligado” (vs. 27, 39) poseen la misma raíz (deo), lo que señala su parentesco. Así que, parecería lógico afirmar que cuando dice: “no sujeto a servidumbre” en el v. 15, es decir: “no ligado”, esto indica lo opuesto a: lo que es “ligado” en los vss. 27 y 39. Tal como el uno es “ligado” (en matrimonio), el otro es “desligado” (en matrimonio), indicando con ello la disolución del vínculo conyugal.
Veamos los vs. 10 y 11. Aquí tenemos una orden específica: “Que la mujer no se separe del marido.” Pero si desacata este mandato, se aplica un segundo mandato junto a una orientación: “.. quédese sin casar.” En contraste con esto, el apóstol instruye en el v. 15: “ .. sepárese”, con la consecuencia: “.. no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso.”
Este contraste es significativo y parece implicar que el creyente desertado ha quedado en total libertad de la ligadura o vinculación (servidumbre) del matrimonio.
El vs. 15c, nos presenta la prescripción puntual de Pablo en medio de una condición cultural determinada, y luego de dar instrucciones destaca un principio “No está el hermano sujeto a servidumbre” o “esclavitud”; “sino que a paz nos llamó el Señor”. Creemos que esta paz tiene que ver no sólo con la tranquilidad espiritual personal como búsqueda egoísta del propio bienestar, sino también con el cese de los conflictos, unos dirán que mediante una separación que la propicie, pero en el espíritu observable en la Biblia tiene que ver fundamentalmente con el perdón y la reconciliación, y muy especialmente con hacer incondicionalmente la voluntad de Dios como categoría superior que rige nuestra vida.
En base de todo esto (aparte de las desviaciones al tema principal de la sección) consideramos que la deserción premeditada de parte del cónyuge incrédulo equivale en consecuencia al divorcio. Esto disuelve el vínculo matrimonial y libera al creyente de su relación de matrimonio.
De este modo la enseñanza neotestamentaria sobre el divorcio revela los siguientes hechos:
1. Hay la posibilidad que el ideal matrimonial de Dios sea transtornado y / o destruido por el hombre pecaminoso.
2. La Biblia reconoce (o sufre) el divorcio y la disolución de las relaciones matrimoniales.
3. La fornicación y la deserción premeditada constituyen causas bíblicamente legítimas para la disolución de la relación matrimonial.
4. Hay planteamientos de tratamiento de casos y/o reconocimiento de legítimo divorcio en el marco de las prescripciones o admisiones pastorales o eclesiásticas.
Sin embargo, debe enfatizarse que la disolución matrimonial no es conforme a la perfecta voluntad y el propósito benevolente de Dios. Es uno de los males del pecado y, como un cáncer, opera en la humanidad. El perdón, la reconciliación y la restauración se acercan más al ideal de Dios, no importa cuales hayan sido las causas del quebranto. Este último principio se enseña claramente en la experiencia de Oseas, incluso cuando en el libro que lleva su nombre no hay mandamiento al respecto.


EL RECASAMIENTO

La consideración del recasamiento, a la luz del Nuevo Testamento, es aún más complejo que el estudio sobre el divorcio. El Nuevo Testamento menciona el problema del divorcio, pero mantiene silencio sobre el recasamiento. Esto no es sorprendente, porque la Biblia no manda o legisla los comportamientos subideales. Lo que hace es regular, prohibir y juzgar tal vida. Así que no debemos esperar hallar mandamientos y permiso para recasamiento. El Dios que proclama los ideales más altos y nobles no puede legislar ideales inferiores, aunque pueda permitir (en la vía de excepción que busca propender progresivamente al ideal) y acompañar al hombre imperfecto que vive y opera en un nivel subideal.
La Biblia expone de manera clara que sus preceptos son mandamientos, no consejos ni sugerencias. Su perfección exige algo absoluto, y esta es la razón por la que debemos esperar un silencio divino y/o buscar prohibiciones y regulaciones para orientarnos en el tema del recasamiento.
El recasamiento encontrado en el Nuevo Testamento debe examinarse cuidadosamente sobre la base de la clasificación de los involucrados.
Viudas y viudos. Para estos el casamiento ni se manda, ni se prohibe. Se acepta como un privilegio y se asume como un asunto de sabiduría y conveniencia humanas (Ro. 7:1-14; 1 Co. 7:6-9).
Divorciados (como victimas) por causa de fornicación o deserción irresponsable. En esto la Biblia guarda silencio. Aquí el recasamiento ni se manda, ni se prohibe, como se comprueba en el estudio cuidadoso de los textos. Siendo así, se hace un asunto de la prescripción eclesial que evalúa el caso o lo admite a la conciencia personal delante de Dios y de la sociedad. Sabiduría y conveniencia personales, iluminadas por el Espíritu, se establecen como la guía a seguir.
En la enseñanza de Cristo en Mateo 5:32 y 19:1-9 no hay prohibición alguna para que los divorciados por causa de fornicación, vuelvan a casarse. Ni siquiera hay un reflejo negativo del Señor respecto al recasamiento en tales casos. Tampoco hay legislación en los escritos de los apóstoles en general, ni específicamente de Pablo en 1 Corintios 7:15, que hiciera pecaminoso el recasamiento de un creyente desertado.
En estos casos la iglesia razona desde el silencio de la Biblia y la prudencia social.
Es interesante que en textos como Mateo 5:32 y 19:9, no se hace una distinción entre la parte inocente y la culpable en el asunto del nuevo casamiento. Aquí el silencio de Cristo es de complicada interpretación. No obstante, El es Dios sabio y debemos cuidarnos de no hacer de sus silencios un permiso positivo, ni una legislación negativa.
La negación de la legitimidad y privilegio del nuevo casamiento a quienes se divorciaron por causa de fornicación o disolución del matrimonio por deserción del conyuge, es una ilegítima imposición de nuestros criterios ante los silencios del Nuevo Testamento, e incluso contradice el consejo paulino en 1ª de Corintios 7:1-9, anteponiendo así nuestro razonamiento al del mismo Creador, quien declaró: ”No es bueno, que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Gn. 2:18).
Nuevamente destacamos que el perdón, la reconciliación y la restauración son realidades preferibles y más ideales. No obstante, si ellas no son posibles, no pueden prohibirse el divorcio y el recasamiento sobre la base de una enseñanza que la Biblia no contenga.
Al finalizar este punto explicamos que por otra parte es de tomar en cuenta el hecho de que el texto de Mateo 5:32 está enmarcado en el sermón del monte en que se expone una serie de premisas basadas en el idealismo del Reino de Dios y en el que mediante el uso de distintos recursos argumentativos incluso la hipérbole se nos presenta la realidad de vida perfectible a la que somos invitados en 5:48. Claro esta temática es objeto de desarrollos posteriores que no son absolutamente pertinentes a este escrito.
Los divorciados por causas distintas a la deserción y la fornicación. Las decisiones relacionadas con este tipo de casos, representan serias complicaciones y generan sus problemas en el ámbito de la practicidad de la pastoral cristiana, sin embargo el problema es menos difícil para evaluar y juzgar bíblicamente.
Dos hechos se presentan en Mateo 5:32; 19:9; Marcos 10:2-9; Lucas 16:18 y 1 Corintios 7:10-11:
1. El divorcio que se ejecuta por motivos distintas a la fornicación o la deserción es efectivamente un divorcio. Esto se infiere con toda claridad en la enseñanza de Cristo. El divorcio distorsiona y viola el orden de la creación de Dios (Mc. 10:6-9). El divorcio es una transgresión de una ley fundamental de Dios, el divorcio quebranta la divina institución de la familia como núcleo de la convivencia humana, el divorcio destruye un ideal divino. Luego, como claramente enseña Cristo o el Apóstol Pablo, llega fácilmente a ser causante de adulterio (Mt. 5:32b, 1ª Cor. 7:10-11). Nadie puede matizar ni disminuir lo grave del pecado del divorcio con todas sus fatales consecuencias, especialmente cuando tiene lugar por motivos diferentes a los expuestos en Mateo 5:32; 19:9 y 1 Corintios 7:15.
No obstante, concluir que en realidad a los ojos de Dios no hay un divorcio en el acto de la separación formal, excepto en los casos de fornicación y deserción, nos dice que se ha hecho una mala lectura de la Biblia. El hecho “lo que Dios juntó” de Mateo 19:6 se puede llegar a convertir en un ”lo separa el hombre”, si así lo decide el hombre. De esa manera también la casada se hace una mujer “sin casar” (1 Co. 7:11), la misma palabra, que en el v. 8 es traducida por “solteros”. Así reconocemos que no existe vínculo que el ser humano en su entrega al pecado no pueda romper. Esto es lo grave y extraordinario de la capacidad, el albedrío, y de la responsabilidad del hombre.
2. El casamiento de los divorciados por causas, distintas a la fornicación y deserción, constituye adulterio. Este es la sentencia unánime de los evangelios (Mt. 5:32; 19:9; Mc. 10:11-12; Lc. 16:18). Pablo por su parte manifiesta su en cuatro imperativos: “Que la mujer no se separe del marido; ... quédese sin casar, ... reconcíliese ...; y que el marido no abandone a su mujer” (1 Co. 7:10-11). Este es un hecho escritural, profundamente solemne y serio, no es matizable, no deja lugar a debates, alteraciones o excepciones. De esta forma los recasados por causa distinta a la deserción o fornicación, incurren en dos serios pecados: Transgredir una ley fundamental de Dios y el hecho del adulterio. Y, como inequívocamente enseña la Biblia “el camino de los transgresores es duro” (Pr. 13:15).
La Biblia no explica por qué se considera adulterio al recasamiento. Al parecer, puede tratarse de que Dios no reconoce esa separación y los sigue considerando una sola carne. No obstante, este es un razonamiento especulativo. Por otra parte, Pablo reconoce a la mujer separada como una mujer “sin casar” (7:11), y Cristo asume la actualidad del divorcio. Dice: “.. lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mc. 10:9). Lo claro es que el hombre es capaz de separar, y esto es considerado pecado; es allí cuando el recasamiento equivale a adulterio.
Luego a esta altura es necesario comentar que si bien La Escritura habla en términos muy claros sobre el pecado del recasamiento al haberse producido un divorcio ilegítimo, sin embargo no coloca fuera del perdón a los que están involucrados en tal recasamiento, si es que hay arrepentimiento. Tampoco es exigida una disolución del matrimonio. Es posible el perdón sin que por ello se deba romper el matrimonio actual, y en esto priva el criterio de la escogencia del mal menor antes que el mayor, y es consideración de la iglesia la definición individual de cada caso con base a principios éticos inspirados por los más pertinentes valores bíblicos.
Los recasados y su membresía en la Iglesia
¿Debemos admitir como miembros en la iglesia a personas que han sido divorciadas y recasadas? Sin duda la respuesta es afirmativa por diversos motivos.
La primera razón es que tal como ya hemos considerado, aquellos que se han arrepentido de sus pecados y por la fe se han apropiado del perdón divino, son efectivamente perdonados, y esto sin romperse el segundo matrimonio. Luego, los pecadores perdonados son naturalmente hijos de Dios y por tanto bíblicamente beneficiarios de la membresía y comunión de la iglesia local.
La segunda razón es que la Biblia no reglamenta en contra la admisión de recasados en la membresía. A la luz de las condiciones históricas y culturales prevalentes en tiempos apostólicos, no cabe duda de que existieran numerosos casos de irregularidades matrimoniales entre los convertidos. Sin embargo, al no aparecer regulaciones para su admisión a las iglesias, debemos concluir que, como mínimo, su admisión era tolerada. En la actualidad pudiera ocurrir, en circunstancias específicas, que la prudencia que procede del Espíritu Santo nos guíe de maneras distintas.
La tercera razón está basada en la pastoral paulina. Revisemos el desarrollo y dinámicas de la membresía de las iglesias de Corinto y Efeso (1 Co. 6:9-11; Ef. 2:1-10; 5:1-21). Con esos antecedentes la iglesia no era un grupo de personas que hacía que alguien se sintiera orgulloso de estar asociado. Sin embargo, lo vivido en tiempos pasados, una vez perdonados, no impide el ser miembro de una iglesia local. La iglesia es reconocida como “militante”, pero debe también serlo como un hogar, un taller, una guardería, un hospital, un centro de rehabilitación, un sanatorio, un refugio, etc. Tal como hizo la iglesia primitiva, en nuestras iglesias somos llamados a dar lugar a cada pecador arrepentido y perdonado sin volver a reparar en su pasado. De modo que no hacemos investigación del pasado de la gente que viene a Cristo sino que los recibimos como miembros de la familia de los redimidos. Tal como los halló la gracia divina así se les anima a permanecer mejorando más bien su condición, así por ejemplo se invitará al que esté en concubinato a casarse y no continuar en ese indigno estado. Al mismo tiempo no se admite al presunto creyente que busca refugio para la tolerancia de su pecado a aquél que de manera reciente abandona el hogar y cree desobedientemente que el cambio de iglesia es una manera de eludir su responsabilidad en el Cuerpo de Cristo. En todo caso estos son postulados para el tratamiento general de las situaciones y cada caso tendrá las particularidades que demanden la búsqueda del consejo del Espíritu Santo para la interpretación y consideración de cada situación.
La cuarta razón. En 1ª Corintios 7:16-24 los creyentes son exhortados a que se mantengan en la relación civil y humana en la cual fueron hallados por la gracia de Dios. El sentir de todo este capítulo se opone a la destrucción de las relaciones familiares, especialmente, cuando alguna posibilidad queda a favor de este noble objetivo. Si Dios puede perdonar sin que se destruya la relación existente, sería absurdo que la iglesia prescriba su destrucción. De modo que la pastoral de la iglesia debe asumir con sumo cuidado las exigencias que hace.

El Recasamiento y el Servicio
¿Qué podemos decir del ejercicio ministerial (especialmente público y notorio) en la iglesia? En esto aplica un principio bíblico en muchas ocasiones descuidado. Mientras que el perdón y la comunión en y con la iglesia local en cuestión son condiciones mínimas para el ejercicio de tales ministerios, no son los únicos requisitos. El establecimiento de personas en oficios de liderazgo se hace sobre la base de una madurez espiritual, de sus dones y de un idealismo social y moral. Al mismo tiempo se hace consideración de las implicaciones de la gracia de Dios que nos ubicó en la iglesia que necesitada de la funcionalidad de los miembros pretende activarlos de una manera legítima y tomando la fundamental premisa de la protección del testimonio de ella ante el mundo y evitando todo lo que distorsione o haga ruido a su mensaje, cuestiones como los malos precedentes y aquello que sea motivo de tropiezo, es por eso que se considera el servicio en atención a lo público o no tan público que resulta, igual en lo sensato o insensato que pueda resultar la exposición de quien pretende servir o ser invitado a hacerlo.
Entregamos la más cálida bienvenida a la comunión de la iglesia a los que, por varias razones, han fracasado en aquel ideal que es un matrimonio-nunca-interrumpido, pero simultáneamente somos humildemente opuestos a que hermanos que con su oficio puedan dejar un mal precedente o perjuicio sobre el testimonio de la fe en esa iglesia, se ocupen en cargos, ministerios visibles, y/o funciones públicas, en tales casos el Presbiterio tendrá que categorizar cuanta visibilidad es conveniente o inconveniente para el mejor bien de la fe y el Cuerpo de Cristo. Es importante analizar si la conducta de una persona puede ser motivo de tropiezo para otro, especialmente si un tipo de conducta pecaminosa o subideal se categoriza como normal y repetible, y tomar las medidas más saludables para quien haya actuado o quien sea conocedor de las actuaciones. Luego, ante esto no se debe ceder a conveniencias circunstanciales que hacen más daño a largo plazo, o a sentimentalismos que podrían perjudicar incluso al hermano. Lo cierto es que hay cicatrices que no pueden convertirse en belleza; ella siguen siendo cicatrices. No podemos pensar solo en el bien circunstancial del individuo particular; sino que se debe tener presente que la iglesia comunica por una parte la gracia de Dios, pero por otra su santidad y severidad, y que de esa forma funciona como conciencia de la humanidad.
Es posible encontrase a esta altura con el argumento que el proceder planteado no es consono con un perdón total, ni una restauración completa. Con tales argumentos diferimos. La doctrina evangélica del perdón que es completo y sobreabundante para el pecador arrepentido que ha creído, es clara y enfática en la Biblia. Esto es algo que guardamos y enseñamos con su debido énfasis y diligencia a fin de que los creyentes lo experimenten y dispensen a diario con generosidad y radicalidad. Asimismo la Palabra de Dios enseña particularmente que los creyentes perdonados deben ser completamente restaurados. No hay obstáculo aceptable en el camino de la plena comunión y compañerismo (1 Co. 1:9). Por otra parte, ratificamos que no reflexionamos así por la imposibilidad del perdón, sino también en función de la protección de los “débiles en la fe” (Romanos 14 y 15:1-6) y la preservación de ese testimonio que no debe encontrar tropiezos y menos aún generar explicaciones que le hagan más daño que bien al que es expuesto a la necesidad de ser justificado ente los demás. Por encima del pretendido bienestar individual está la preservación del bienestar colectivo (como la familia) o las relaciones humanas, esto es la esencia del amor y el destierro del egoísmo.
Quien ama a Dios, ama a Su pueblo, y busca preservar el testimonio para no ser motivo de tropiezo a la generación de los hijos de Dios (Salmo 73:15).
Luego, las Escrituras son igualmente enfáticas en cuanto a requisitos espirituales, morales y sociales para asignaciones específicas de servicio. Esto es evidente en pasajes como Hechos 1:21-22; 6:3-5; 1 Timoteo 3:1-13; 4:12-13 y Tito 1:5-9, etc.
Es importante no confundir las dos caras de la moneda en este asunto. Entendemos la gratuidad de la salvación y lo abundante del perdón. El servicio, sin embargo tiene otros matices. Se trata de una gracia que el Señor proporciona al creyente según su soberana voluntad, conforme a sus justas demandas y sus legítimos ideales. De modo que el servicio, en contraste con la salvación, traerá recompensas; y delante de Dios habrá diferencias entre unas y otras. No todos recibirán el mismo galardón, ni todos ocuparán la misma posición en la presencia y el Tribunal de Cristo. Unos brillarán como las estrellas, unos llevarán corona, otros gobernarán sobre más ciudades. Dios tiene derecho a plantear a su pueblo los requerimientos de cada servicio tal como lo vemos en el Nuevo Testamento, cuando se asignan diáconos con requerimientos distintos a los obispos, y así con los funcionarios que él decida.
Desde la perspectiva bíblica la salvación, la comunión, y por otra parte el servicio, son categorías distintas. La primera es recibida sobre la base de la fe; mientras que el servicio es dado por el Señor en estrecha relación con sus propias demandas y calificaciones morales y espirituales. Éstas se deben pasar por alto, sino que nos lleva a reconocer con humildad al Señor que es el Juez justo, que es también el Salvador lleno de gracia y de verdad, el que nos fortalece para vivir y hacer la obra que nos encomienda.
Finalmente dependemos de la sabiduría que imparte el Espíritu Santo para discernir como iglesia, los alcances y límites del servicio público del recasado en la obra del Señor, y al mismo tiempo somos llamados a la manifestación humilde del amor que debe guiarnos y dominarnos para asistir en la fe a quienes han pasado por el quebranto del divorcio, y entran luego en un nuevo matrimonio, a fin de guiarles a prosperar en la fe, y se mantengan como parte del huerto de Dios floreciendo en las circunstancias que les toque vivir.

sábado, 11 de octubre de 2008

CCLT Reitera su Imparcialidad Politico-Partidista

Ante los titulares de prensa “Cristianos resteados con Alirio Mendoza” en el diario la Región, y “Cristianos con Alirio Mendoza” en el diario Avance, ambos titulares provenientes del mismo boletín informativo, el Pastor José Piñero reitera lo dicho: “No tenemos como iglesia una postura político partidista, esta cuestión es del derecho y elección de los miembros como individuos pero no de la institución”, es por ello que rechazamos cualquier titular de prensa que nos vincule con alguna inclinación político-partidista. La membresía de nuestra iglesia es plural y diversa, razón por la cual recibimos con beneplácito y en igualdad de condiciones el pasado domingo 5 de octubre en diferentes reuniones a los candidatos Rómulo Herrera y Alirio Mendoza, esto con la finalidad de entregarles nuestro mensaje como iglesia (que fue el mismo leído a ambos candidatos), escuchar parte de sus propuestas gubernamentales, y orar por ellos. Al mismo tiempo manifestamos el deseo de apoyar en el sentido social y espiritual a quien resulte ganador de los comicios electorales, así como manifestarles que ellos y sus familias independientemente de los resultados (al igual que todas las personas) tienen las puertas abiertas en nuestra iglesia.

Nota:
1.- Este artículo fue publicado el día jueves en los diarios "Avance" y "La Región". Y sin pretender sostener una actitud beligerante, o desconocer el derecho de cada miembro particular del CCLT a dar apoyo (a nivel personal) al candidato de su preferencia, hacemos manifiesta la postura institucional de la Iglesia.

lunes, 6 de octubre de 2008

Mensaje a los Candidatos a la Alcaldía

Mensaje pastoral en ocasión de la visita a nuestra celebración dominical por parte de los candidatos a la Alcaldía del Municipio Guaicaipuro, señores Rómulo Herrera (Candidato por la Unidad de los partidos de oposición) y Alirio Mendoza (Candidato por el partido oficialista PSUV) El primero asistió a la segunda celebración y el segundo asistió a la tercera, ambos recibieron el mismo mensaje, la oración pastoral y el obsequio del libro "La Vida con Propósito".

Los Teques 5 de Octubre de 2008.

Mensaje del CCLT a los Candidatos a la Alcaldía del Municipio Guaicaipuro

Señor Candidato. Siéntase usted bienvenido en medio nuestro al igual que todos nuestros visitantes.
Como Centro Cristiano de Los Teques “Somos una comunidad de personas alrededor de la ciudad, que hemos aceptado a Jesucristo como Señor y Salvador, vivimos como discípulos de El según su enseñanza en las Sagradas Escrituras como única autoridad de fe y vida, en la tradición del cristianismo de la reforma evangélica y su permanente renovación carismática.
Crecemos en el proceso y la visión de ganar a otros para Cristo, consolidarlos en la fe, hacerlos discípulos del Señor y enviarlos a liderar esta obra en el poder del Espíritu Santo para ser bendición a las familias de nuestra nación.
Nos reunimos para la adoración a Dios, la predicación del Evangelio y el servicio a nuestro prójimo, extendiendo su Reino en Los Teques y sus alrededores e invitando a unírsenos a quien adopte este mismo compromiso”.
Señor Candidato, como Iglesia en el sentido institucional no asumimos una postura politicopartidista, pensamos que tal acción es el derecho de los miembros particulares de la iglesia, pero no es (de momento) saludable para la plural y diversa comunidad a la que servimos. Nuestra iglesia incorpora en su membresía a personas de distintas parcialidades políticas que tienen en común su fe en Jesucristo. Y son todos acogidos en el seno de nuestra comunidad y a cada uno se les reconoce el libre ejercicio de sus preferencias electorales. Toda esta comunidad plural y diversa en sus preferencias electorales también tiene en común su respeto cristiano por usted y por quienes le adversan en el ruedo político.
Asimismo Señor Candidato, La participación política (no partidista) de la iglesia evangélica como institución implica un elemento profético que enfrenta cualquier postulado contrario a los principios bíblicos, y denuncia el pecado tanto personal como social, tanto el individual como el estructural en la sociedad incluido en el estamento público, y esta misión debe cumplirse con respecto a todos los actores de la sociedad independientemente de sus tendencias políticas o parcialidades religiosas. Luego asimismo, es deber de la iglesia entregar el mensaje cristiano que orienta a la sociedad a fin de que ella se ajuste a los ideales y valores expresados en el mensaje de Cristo. Nuestro mensaje está enmarcado en el qué tiene para decir la Palabra de Dios en el contexto de la sociedad en que vivimos, y en la responsabilidad asumida como un deber cristiano y ciudadano de prestar la colaboración a las mejores causas que promuevan la convivencia, la solidaridad, la fe, los valores morales, y los más altos principios que dignifican la vida humana, y pensamos que asimismo es deber del estado facilitar y promover la obra que la iglesia hace en tal dirección.
Al recibirle en nuestra celebración dominical, en su carácter de candidato a la Alcaldía del Municipio, lo hacemos con el propósito de orar por usted y entregarle el mensaje de la Palabra de Dios, ya que de resultar electo por el pueblo en los próximos comicios asumirá usted una responsabilidad muy seria en función del beneficio de todos los habitantes del municipio indistintamente de su religión, su parcialidad política, o su condición social.
Creemos que el desafío de la próxima administración de la alcaldía demanda un gran esmero, eficiencia, y dedicación.
Es preocupante el aumento de actividades delictivas en el municipio. Pensamos que de no ser resuelto el vergonzoso problema de la basura en el municipio podemos terminar con una grave situación que amenaza la salud pública.
Los municipios del país sufren el problema del narcotráfico, la violencia, y el delito en todas sus formas, aunado el creciente deterioro intrafamiliar, el maltrato doméstico, la infancia abandonada, la deserción estudiantil, la cada vez más temprana iniciación sexual de nuestros jóvenes con el consecuente aumento en el número de embarazos precoces que coloca a Venezuela como una de las primeras naciones que sufre este mal, y un largo etcera.
Podríamos decir que estos y el resto de problemas que no mencionamos comparten como causa común no sólo la pobreza sino el deterioro moral y espiritual que afecta a los seres humanos de cualquier raza, edad, sexo, clase social, ideología política, e incluso religión. Este mal incrementado al no buscar a Dios para hacerle el centro de nuestra existencia afecta a todos, y es por eso que desde el más humilde trabajador como al más destacado funcionario del estado, todos tienen el llamado de rendir su vida a Cristo que es el dador de salvación y propósito a la vida humana.
Señor Candidato. Si usted resulta electo como alcalde tendrá el gran desafío de trabajar en función de una mayor oferta de empleo sustentable, el mejoramiento de los servicios públicos, un nuevo desarrollo urbano en el municipio, la facilitación del acceso a la educación (especialmente para los más desfavorecidos), y en fin, aparte de tantos asuntos el denodado trabajo a favor de una mejor calidad de vida para las familias de este municipio, a lo que definitivamente la promoción de los principios cristianos, junto al compromiso de que se promueva el respeto a la libertad e igualdad religiosa en todo el territorio nacional desde la selva amazónica (en la que sufren las comunidades evangélicas indígenas) hasta las ciudades y demás lugares de la geografía nacional.
Ante tales desafíos, como iglesia estamos dispuestos no sólo a continuar presentando nuestro aporte, sino a comprometernos aún más, y ahora (de ser posible) con la gestión municipal a fin de que aliados a las mejores causas a favor de la familia de los Altos Mirandinos, seamos instrumento de bendición para nuestras comunidades.
En correspondencia con nuestros principios y valores cristianos, juntos podemos trabajar en promover el encuentro de todos, más allá de sus colores políticos, parcialidades religiosas, o condiciones sociales. Como Cristo nos enseña, deseamos hablar de paz y bendición y no el lenguaje soez que fragmenta a la sociedad, queremos promover el lenguaje de la paz y de la conciliación, queremos ser instrumento de encuentro y no de desencuentro, de tolerancia y no de fanatismo, de esperanza y no de incertidumbre, de paz y no de guerra, de prosperidad y no de miseria, de excelencia y no de ineficiencia, de solidaridad y no de egoísmo, de diálogo y no de enfrentamientos, de amor y no de odio. Permita Dios que nuestro actuar y el suyo sea para bendición de la familia venezolana.
Hoy le recibimos como candidato, mañana sea que usted se convierta en el alcalde del municipio o continúe haciendo su contribución a la sociedad en su vocación ciudadana, de cualquier manera las puertas de nuestra iglesia estarán abiertas para usted y su familia. Es nuestro gusto y bendición orar por usted y por cuantos lo deseen, y el presentar a Quien es El Camino, La Verdad, y la Vida, el Cristo resucitado que quiere que todos hombres sean salvos.
Dios le bendiga a usted y a su familia, y bendiga el Señor a toda la familia venezolana.

Atte.

Por el Centro Cristiano de Los Teques

Rev. José Piñero.
Pastor Presidente CCLT

jueves, 2 de octubre de 2008

Comunicado del Presbiterio 27/9/2008


Centro Cristiano de Los Teques
Los Teques 17 de setiembre de 2008.
Comunicado del Presbiterio
Sobre las solicitudes de los candidatos a la Alcaldía del Municipio Guaicaipuro

Nuestros saludos a la Iglesia del Señor, Sal de la tierra, Luz del mundo y llamada a vivir como Columna y Baluarte de la Verdad.

1Ti 2:1-4 Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres;
2 por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.
3 Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador,
4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.


En vista de la solicitud que han hecho las campañas políticas de algunos candidatos a la Alcaldía de Guaicaipuro tanto de oposición como del oficialismo, en la que piden la oportunidad de asistir al Centro Cristiano de Los Teques y dirigirse a nuestra congregación a fin de plantear sus propuestas gubernamentales para el municipio.
Ante tales solicitudes El Presbiterio de la Iglesia ha resuelto lo siguiente:

1. Explicar que como Iglesia institucionalmente no asumimos una postura politicopartidista, pensamos que tal acción es el derecho de los miembros particulares de la iglesia, pero no es (de momento) conveniente para Centro Cristiano de Los Teques como institución.

2. Explicar que nuestra iglesia incorpora en su membresía a personas de distintas parcialidades políticas que tienen en común su fe en Jesucristo. Que todos son acogidos y se les reconoce el libre ejercicio de sus preferencias electorales.

3. Explicar que la participación política de la iglesia evangélica como institución implica un elemento profético que enfrenta cualquier postulado contrario a los principios bíblicos, y denuncia el pecado tanto personal como social, tanto el individual como el estructural en la sociedad incluido en el estamento político, y esta misión debe cumplirse con respecto a todos los actores de la vida pública independientemente de sus tendencias políticas o parcialidades religiosas. Luego asimismo, es deber de la iglesia entregar el mensaje cristiano que orienta a la sociedad a fin de que ella se ajuste a los ideales y valores expresados en el mensaje de Cristo. Nuestro mensaje está enmarcado en el qué tiene para decir la Palabra de Dios en el contexto de la sociedad en que vivimos. Luego pensamos que para ser fieles a este mensaje mal haría la iglesia en asumir compromisos incondicionales con parcialidad político partidista alguna, más sin embargo, asumimos como un deber cristiano y ciudadano el prestar la colaboración a las mejores causas que promuevan la convivencia, la solidaridad, la fe, los valores morales, y los más altos principios que dignifican la vida humana, y pensamos que asimismo es deber del estado facilitar y promover la obra que la iglesia hace en tal dirección.

4. Recibir a los candidatos en diferentes celebraciones cada uno, el propósito del asunto será orar por ellos en obediencia a lo enseñado en la Palabra de Dios, se les dará un mensaje que será el mismo para todos los candidatos, se les escuchará durante tres a cinco minutos, se hará oración por ellos a fin de que en caso de resultar electos puedan hacer una gestión en el temor de Dios, y se les obsequiará una Biblia o un libro cristiano junto a la entrega de un documento contentivo de las preguntas que la congregación tenga a bien enviarles paras ser publicada en el blog de la iglesia.

5. Aclarar que en vista de que los candidatos han convenido el ser consecuents con estas disposiciones y han sido informados de que la Iglesia como institución no se compromete en dar respaldo institucional a ninguno de ellos (aunque miembros de ella puedan decidir hacerlo), con gusto se les recibirá a fin de que informen de sus propuestas y sobre todo reciban la oración y el mensaje cristiano pertinente.

6. Recomendar a quienes asistan a la iglesia, que en caso de desear aplaudir no hacerlo durante el discurso de ningún candidato sino en el momento de ser presentado y al final de las palabras del candidato. Se recomienda que no se sostengan conversaciones con ellos en la que se les haga solicitudes a ninguno de los candidatos, al menos no durante la visita de ellos al CCLT, y finalmente manifestar a cada candidato la misma cordialidad que se le dispensa a cualquier visitante.

7. Solicitar a la iglesia que envíe sus planteamientos como sugerencias para la composición del mensaje que se le dará a todos los candidatos, y asimismo enviar las preguntas que los hermanos tengan inquietud de hacer a los candidatos. Esto puede ser enviado al correo personal del Pastor pastorjosegp@yahoo.com.ar, pues él tendrá la responsabilidad de componer el mensaje de la iglesia.

8. Pedir la oración a la iglesia a fin de que esta sea una oportunidad de influir con el mensaje del Evangelio y el ministerio de la Iglesia, en la sociedad en que vivimos. Oremos que Dios le de gobernantes dignos a esta nación y que nuestra iglesia pueda ser cada vez más una influencia positiva en nuestra ciudad y en la nación.

Agradecidos por su atención, queda de ustedes.

Atte.

Por el Presbiterio

Rev. José Piñero.
Pastor Presidente CCLT

Que la bendición de Dios esté con todos ustedes.