viernes, 23 de abril de 2010

Fundamentos de la Homilética


HOMILETICA ELEMENTAL

Aspectos básicos para la Elaboración de un Mensaje.

Lección N1.

HOMILETICA: Definición: Latín= homilía = sermón. Homiletica es el arte de preparar un sermón.

Introducción

La enseñanza de las escrituras es un hecho inherente a la actividad cristiana, es decir, no tiene cuestionamiento alguno que la principal misión de todo creyente es conocer y dar a conocer a otros la palabra de Dios. El mensaje esta fundamentado en Cristo y en su obra redentora. Cada seguidor de Cristo ha adquirido el compromiso de anunciar, proclamar y testificar su Palabra. Todo creyente debe predicar (Mr. 16:15-16); no es una opción es un mandato. El llamado del pueblo de Dios es el de hablar al mundo el mensaje de salvación. Si amamos a Cristo tenemos que amar también a las almas, sin hacer distinción alguna. Esta es la razón por la cual predicamos, porque amamos a Cristo y amamos su sacrificio; no podemos dejar de testificar cuan grandes cosas el ha hecho en nuestras vidas y en las vidas de muchos, es una necesidad imperante de proclamar que Cristo es la luz del mundo y que su palabra es la verdad (ICÓ 9:16; Hch 4:20).

Quizás muchos cristianos se sientan incompetentes para hablar a otros, como fue el caso de Moisés quien afirmo ser torpe para hablar (Ex.4:10-12) o Jeremías quien dijo ser un niño (Jer. 1:6-8) y aun cuando ellos expresaron estos impedimentos fueron usados por Dios de una manera que nunca imaginaron. La verdad es que si estas dispuesto a hacer la obra que te ha sido encomendada debes confiar que El respaldara tu disposición y entrega. No es necesario ser un pastor, un evangelista, un sabio maestro, o un gran erudito para llevar a otros el mensaje, pero si debes estar dispuesto para hacerlo. Dios recompensa esa confianza y entrega. Presentarse ante El con un corazón rendido y dispuesto a hacer su obra, es quizás el primer requisito para llevar su palabra (Rom 12:1-2). El creyente debe hacer todo lo que este a su alcance para prepararse en todo sentido y cumplir esta misión.

Pasos a seguir para elaborar un Sermón.

OBJETIVO. El primer paso en la elaboración de un mensaje es definir el objetivo o el propósito puede ser: evangelístico, de edificación, consolación. Vamos a buscar en oración qué nos indica el Espíritu Santo en relación al objetivo.

El tema del sermón

La primera cosa para preparar un buen sermón es tener un mensaje definido. Antes de proceder a la preparación de un sermón, todo predicador debe responderse esta sencilla pregunta: ¿De qué voy a hablar?

Mientras el predicador no pueda contestar claramente tal pregunta, no debe seguir adelante. Ha de tener un tema y debe saber con precisión cuál es. Sólo puede estar seguro de que lo sabe cuando pueda expresarlo en palabras. Si el tema está entre la bruma, también lo estará todo lo que le pertenece: su introducción, su arreglo, su prueba y su objeto.

El tema debe ser la expresión exacta del asunto, o la respuesta a la pregunta: ¿De qué voy a hablar? Nunca debe escogerse un tema por ser bonito o sonoro como fase, sino que ha de expresar claramente el objeto que el sermón persigue. Todo predicador, para preparar bien su sermón, debe responder a la pregunta: ¿Por qué voy a hablar de este tema? ¿Qué fin deseo lograr?

El tema no sólo ha de abarcar o incluir lo que se va a decir, sino que ha de excluir todo lo que no tenga que ver con el asunto.

En toda preparación para el público, las primeras palabras que se escriban deben ser la expresión exacta del tema, o sea, la respuesta a la pregunta: ¿De qué voy a hablar?

COMO ENCONTRAR UN TEMA

El tema es el asunto del cual se va a hablar. Este asunto debe estar fundamentalmente basado en la Biblia (lPed.4:11); al escoger el tema es importante responderse las siguientes preguntas: Vila (1968) «... ¿de que voy a hablar?... ¿Por qué voy hablar de este tema? ¿Qué fin deseo lograr?...” (p.1 3), si no se responden las preguntas anteriores es mejor no continuar, pues esto significa que no existe una idea clara de lo que se quiere decir, por lo tanto el asunto es muy vago. Todo mensaje proviene de una inspiración divina, la inspiración divina podemos recibirla de esta manera:

a) Reflexionando sobre las necesidades espirituales de sus oyentes.

Debemos advertir al predicador novel acerca del peligro de sermones particulares dirigidos a una familia o a un individuo de la iglesia. Si tiene algo que decir a un individuo, dígaselo particularmente, pero no desde el pulpito, que es la cátedra de toda la Iglesia, y no debe sacrificarla a las conveniencias particulares de unos pocos. Además, se expone a que sus insinuaciones sean comprendidas por otros hermanos, como dirigidas a aquélla u otra persona y ello produciría murmuraciones, o podría ocurrir que la misma persona comprendiera demasiado bien el mensaje y se ofendiera con razón por la falta de tacto del predicador. Pero cuando el predicador siente que la mayoría de la iglesia adolece de algún defecto o necesita una exhortación especial, hágala sin temor, pensando en su alta responsabilidad como siervo de Dios.

El célebre Spurgeon dice en su libro Discursos a mis estudiantes: "Considerad bien qué pecados se encuentran en mayor número en la iglesia y la congregación. Ved si son la vanidad humana, la codicia, la falta de amor fraternal, la calumnia u otros defectos semejantes. Tomad en cuenta cariñosamente las pruebas que la Providencia plazca sujetar a vuestros oyentes, y buscad un bálsamo que pueda cicatrizar sus heridas. No es necesario hacer mención detalladamente, ni en la oración ni en el sermón, de todas estas dificultades con que luchen los miembros de vuestra congregación." El autor quisiera añadir aquí: Que sientan vuestros miembros cul­pables, probados, afligidos o castigados por la mano del Señor, que vuestra palabra desde el pulpito es adecuada a su necesidad; que es bálsamo para sus heridas; pero sin empeñaros vosotros en rascar la Haga para que penetre más la medicina. Confiad esta tarea al Espíritu Santo. Dejad tan sólo caer vuestro mensaje como la nieve que se posa suavemente sobre los secos prados, y permitid a Dios hacer el resto.

b) En sus lecturas devocionales de la Biblia.

El predicador no debe alimentar a otras almas manteniendo la suya a escasa dieta. Sin embargo, éste es el defecto de muchos predicadores excesivamente ocupados. La lectura devocional diaria, personal o en familia, proporcionará al predicador temas y le hará descubrir filones de riqueza espiritual en lugares insospechados. Anote cuidadosamente las ideas que surjan en tales momentos.

c) Leyendo sermones de otros predicadores.

El predicador no debe ser insípido bajo la pretensión de ser original, ni debe fiar tampoco en las despensas de otros para alimentar su propia familia. Ambos extremos son malos. El predicador debe tener tiempo para leer sermones de buenos predicadores, no sólo en el momento en que necesita algo con urgencia para preparar su mensaje, sino en otros momentos cuando no le interesa preparar ningún sermón, sino alimentar su propia alma. Es muy posible que si espera el momento de tener que preparar su propio sermón no encuentre nada adecuado y tenga que emplear horas y más horas repasando libros de cubierta a cubierta, mientras que si hubiera empleado un poco más de tiempo en el cuidado de su propia alma, los mensajes adecuados para las de los demás le habrían venido sin esfuerzo, y quizá sacrificando para ello menos tiempo que el que en el momento del apuro se ha visto obligado a emplear. Siempre los mejores mensajes del predicador son aquellos que primero han hecho bien a sí mismo. Cualquier sermón o idea que el predicador considere útil para sus oyentes debe anotarla cuidadosamente en su "Libreta de sugestiones", indicando el volumen y página donde podrá volver a encontrar tal idea expuesta detalladamente.

Thomas Spencer escribió así: "Yo guardo un librito en que apunto cada texto de la Biblia que me ocurre como teniendo una fuerza y una hermosura especial. Si soñara en un pasaje de la Biblia, lo apuntaría; y cuando tengo que hacer un sermón, reviso el librito, y nunca me he encontrado desprovisto de un asunto."

Usando de nuevo una de las figuras de Spurgeon, diremos que: "Cuando se quiere sacar agua con una bomba que no se haya usado por mucho tiempo, es necesario echar primero agua en ella, y entonces se podrá bombear con buen éxito. Profundizad los escritos de alguno de los maestros de la predicación, sondead a fondo sus trabajos y pronto os encontraréis volando como una ave, y mentalmente activos y fecundos."

d) En las visitas.

Muchas veces la conversación con personas inconversas, o con miembros débiles de la Iglesia, hacen sentir al pastor alguna necesidad espiritual común a muchos de sus oyentes. A veces aun el texto que responde a tal necesidad es dado durante la conversación. Debe apresurarse a anotarlo en la misma calle, al salir de tal visita. Si espera a hacerlo podría borrarse de su memoria. Cuando el mensaje es sugerido en tal forma predíquelo con confianza y con la persuasión de que es Dios quien le ha dado su palabra, con la misma seguridad que lo haría un profeta del antiguo tiempo. Debe tener cuidado de no traer situaciones que los involucrados sientan que el mensaje es para ellos por causa de la visita previa.

e) En la consideración de las cosas que le rodean

El predicador debe ser un atento observador de la naturaleza y de los hombres. Todo lo que ve y oye debe archivarlo cuidadosamente en su memoria por si alguna vez pudiera serle útil como ilustración de un sermón. Y a veces una ilustración provee el tema de un sermón. Spurgeon cuenta de un predicador que descubrió el tema de un magnífico sermón en un canario que vio cerca de su ventana con algunos gorriones que lo picoteaban sin compasión con ánimo de destrozarlo, lo que le hizo recordar Jeremías 12:9: "¿Es mi heredad de muchos colores? ¿No están contra ella aves en derredor?" Meditando sobre este texto, predicó un sermón sobre las persecuciones que ha de sufrir el pueblo de Dios. Otro día encontró un tema en el hecho de un tizón que cayó del hogar al estrado un domingo por la tarde en que necesitaba un tema para sermón, lo que le indujo a predicar sobre Zacarías 3:2. Dos personas vinieron después a decirle que habían sido convertidas por este sermón.

Es necesario, no obstante, que los sermones surgidos de tales observaciones prácticas sean verdaderos sermones, llevando un plan y un mensaje espiritual, y no una larga y detallada exposición del incidente que, no por interesar mucho al predicador, ha de interesar en la misma medida a los que no han sido afectados por la idea o sugerencia, la cual debe ser puesta solamente como introducción, pero no ocupar el lugar del sermón.

f) Pidiéndolos a Dios en oración.

Spurgeon dice: "Si alguien me preguntara: ¿Cómo puedo hacerme con el texto más oportuno? Le con­testaría: Pedidlo a Dios."

Harrington Evans, en sus Reglas para hacer sermones, nos da como la primera: "Pedid a Dios la elección."

Si la dificultad de escoger un texto se hace más dura, multiplicad vuestras oraciones; será esto una gran bendición.

Es notoria la frase de Lutero: "Haber bien orado, es más de la mitad estudiado." Y este proverbio merece repetirse con frecuencia. Mezclad la oración con vuestros estudios de la Biblia. Cuando vuestro texto viene como señal de que Dios ha aceptado vuestra oración, será más precioso para vosotros, y tendrá un sabor y una unción enteramente desconocidos al orador frío y formalista, para quien un tema es igual a otro. Y, citando a Gurnal, declara: "Cuánto tiempo pueden los ministros sentarse, hojeando sus libros y devanándose los sesos, hasta que Dios venga a darles auxilio, y entonces se pone el sermón a su alcance, como servido en bandeja. Si Dios no nos presta su ayuda, escribiremos con una pluma sin tinta. Si alguno tiene necesidad especial de apoyarse en Dios, es el ministro del Evangelio."

g) Evita la repetición.

El predicador, al buscar su tema, debe tener presentes sus temas anteriores. Dice Spurgeon: "No sería provechoso insistir siempre en una sola doctrina, descuidando las demás. Quizás algunos de nuestros hermanos más profundos pueden ocuparse del mismo asunto en una serie de discursos, y puedan, volteando el calidoscopio, presentar nuevas formas de hermosura sin cambiar de asuntos; pero la mayoría de nosotros, siendo menos fecundos intelectualmente, tendremos mejor éxito si estudiamos el modo de conseguir la variedad y de tratar de muchas clases de verdades. Me parece bien y necesario revisar con frecuencia la lista de mis sermones, para ver si en mi ministerio he dejado de presentar alguna doctrina importante, o de insistir en el cultivo de alguna gracia cristiana. Es provechoso preguntarnos a nosotros mismos si hemos tratado recientemente demasiado de la mera doctrina, o de la mera práctica, o si nos hemos ocupado excesivamente de lo experimental."

3. Pautas que dan inicio a la elaboración del mensaje:

Todo mensaje debe cumplir básicamente con las siguientes pautas

antes de iniciar su desarrollo: Propósito del mensaje, texto bíblico en el cual se basa, el tema que se va a desarrollar, proposición sermonica y el titulo del mensaje.

- Propósito del Mensaje: La enseñanza del mensaje debe perseguir un propósito, esto quiere decir que cada sermón tiene un objetivo especifico, el de canalizar las enseñanzas bíblicas directamente sobre los problemas humanos. El sermón debe tener una aplicación sobre la vida del hombre. Un mensaje que no posea un propósito específico será vago y sin dirección alguna. Coleman (1982) señala lo siguiente «debemos acercarnos a cada... enseñanza de la Biblia con el deseo de que pase algo definido como resultado de la lección... la mayor parte de la Biblia fue escrita para alcanzar resultados específicos.” (p.144). Cuando Pablo escribió a Filemón no fue únicamente para saludarle y desearle cosas buenas, el propósito de la carta era que este recibiera a Onesimo, quien era un esclavo y fugitivo. Al revisar 1 de Corintios 5, vemos que Pablo les escribió para ayudarles en un problema especifico, la inmoralidad en medio de la congregación. Y estos son solo dos ejemplos del propósito de un mensaje. Ahora bien, la enseñanza bíblica puede proveer un sin número de propósitos, tales como: reprender el pecado, restaurar la esperanza, alejar los temores, destruir ídolos, motivar al servicio, etc.

- Elección del tema y el texto: Mottesi (1989) señala lo siguiente:

“existen solo dos formas de desarrollar temas. Una es cuando el desarrollo es formulado a partir del texto... a esta manera se le ha denominado desarrollo textual...la otra es cuando el desarrollo.., se formula partiendo del tema.. .se le denomina desarrollo temático.”(p.145). No se puede afirmar que se debe escoger primero, si el tema o el texto, en este punto se tendrá total libertad ya que en ocasiones puede que se tenga primero el tema y en otras sea el texto bíblico. Si es el texto el que ha sido elegido primero, este sugerirá el desarrollo del tema. Al respecto, Spurgeon señalo lo siguiente:

“... Cuando un texto se apodera de nosotros, podemos decir que aquel es el mensaje de Dios para nuestra congregación. cuando un texto nos cautiva, podemos estar ciertos de que a nuestra vez lo hemos conquistado, y ya entonces podemos hacernos el animo con toda confianza de predicar sobre el... “. En cuanto al tema, este debe ser tan claro que pueda expresarse en pocas palabras. Es una expresión concreta del mensaje que se va a predicar. Se ha dicho que el tema es el sermón dicho en pocas palabras y el sermón es el tema desarrollado. Cuando el creyente ha definido el tema del cual quiere hablar, el segundo paso será escudriñar las citas bíblicas que pueden desarrollar el asunto y escoger entre estas la que será el texto principal, el mas adecuado para ser la base del sermón.

El mensaje debe venir como una inspiración especial de Dios, y el predicador debe estar pidiendo mensajes a Dios para sus oyentes. Pero no es de esperar que venga siempre como una inspiración profética, sino que él mismo debe afanarse en buscarlos de diversas maneras.

Spurgeon dice: "Confieso que me siento muchas veces, hora tras hora, pidiendo a Dios un asunto, y esperándolo, y que esto es la parte principal de mi estudio. He empleado mucho tiempo y trabajo pensando sobre tópicos, rumiando puntos doctrinales, haciendo esqueletos de sermones, y después sepultando todos sus huesos en las catacumbas del olvido, continuando mi navegación a grandes distancias sobre aguas tempestuosas hasta ver las luces de un faro para poder dirigirme al puerto suspirado. Yo creo que casi todos los sábados formo suficientes esqueletos de sermones para abastecerme por un mes, si pudiera hacer uso de ellos; pero no me atrevo, ni suelo hacerlo. Naturalmente, porque no da lugar a ello el hallazgo de otros mejores."

DESARROLLO DEL TEMA

Una vez que el predicador ha concretado el asunto y el objeto de su sermón en una frase que se llama tema, la cuestión inmediata es cómo debe tratar el asunto para lograr el objeto que se propone. ¿Qué cosas tiene que decir y en qué orden ha de ir expresándolas? A este efecto transcribimos literalmente lo que dice el Dr. Herrick Johnson en su libro El Ministro Ideal:

"El tratamiento del asunto significa plan, plan de algún género que agrupa todo para formar un organismo, que colocará las partes en orden hacia un clímax, y presentará una sucesión natural y ordena­da que excluya todo lo que no sea a propósito, y que haga que las diferentes líneas vayan creciendo en color, según convergen al foco ardiente, que es la exhortación final. Esto es esencial para la eficacia del sermón. En la misma medida que el plan sea claro, comprensivo y acumulativo, el sermón hará mayor impresión a los oyentes."

Y Spurgeon dice: "Nuestros pensamientos deben ser bien ordenados según las reglas propias de la arquitectura mental. No nos es permitido que pongamos inferencias prácticas como base, y doctrinas como piedras superiores; ni metáforas como cimiento y proposiciones encima de ellas; es decir, no debemos poner primero las verdades de mayor importancia, y por último las inferiores, a semejanza de un anticlímax, sino que los pensamientos deben subir y ascender de modo que una escalera de enseñanza conduzca a otra, que una puerta de raciocinio se comunique con otra, y que todo eleve al oyente hasta un cuarto, digámoslo así, desde cuyas ventanas se pueda ver la verdad resplandeciendo con la luz de Dios. Al predicar, guardad un lugar a propósito para todo pensamiento respectivamente, y tened cuidado de que todo ocupe su propio lugar. Nunca dejéis que los pensamientos caigan de vuestros labios atrabancadamente, ni que se precipiten como una masa confusa, sino hacedlos marchar como una tropa de soldados. El orden, que es la primera ley celestial, no debe ser descuidado por los embajadores del Cielo.'

Esto requiere por lo regular una gran cantidad de trabajo. Con alguna frecuencia un plan relampaguea en la mente como una inspiración, y el sermón se formula en pocos instantes, por lo menos en forma de bosquejo o esqueleto; pero la inteligencia de ordinario no trabaja con rapidez eléctrica, y sólo después de un trabajo duro el bosquejo va alcanzando su forma satisfactoria. A veces hay una lucha larga con la oscuridad y confusión de ideas. El pen­samiento parece nadar en el caos, apareciendo una idea aquí, otra allá, sin conexión, o se presentan ideas muy buenas pero que no vienen a propósito para el tema y hay que rehusarlas o diferirlas para un sermón de otro tema. Sin embargo, el trabajo persistente y la meditación sacará el orden del caos y por fin un número considerable de las ideas surgidas durante la meditación serán aptas para entrar en un plan armónico basado en el tema y su texto.

Tal vez el predicador se sienta inclinado en alguna ocasión a renunciar al uso de un plan, por razón de la dificultad en prepararlo. Parece tanto más sencillo seguir adelante diciendo buenas cosas, formu­lando argumentos y lanzando exhortaciones que no tienen mucha relación entre sí, sino que cada una engarza con la otra por la frase final, que da origen a otro párrafo con ideas totalmente diferentes.

Esto puede admitirse en la conversación, cuando nos dedicamos a «anunciar el Evangelio» a otras personas. Pero en el pulpito nunca. Los oyentes no recibirán una impresión tan profunda y perdurable del sermón si éste no sigue un plan mejor que un simple conjunto de buenas ideas.

Es verdad que Dios se ha servido a veces de los medios más humildes para realizar su gran obra de salvación de almas, y sermones sin orden lógico no han sido siempre sin fruto, pero tal modo de proceder no es aconsejable en modo alguno cuando pue­de haber un propósito y una ordenación clara del sermón. Una aglomeración de pensamientos buenos puede compararse a una turba que trata de apoderarse de cierta fortaleza; puede tener éxito en algunas ocasiones, pero no podrá obrar jamás con la eficacia de un ejército en el que cada hombre ocupa su lugar.

Un plan es necesario en todas las cosas: un arquitecto no principia a edificar sin antes haber trazado un plano; un ingeniero civil no lanza sus brigadas al azar sobre las montañas sin haber antes ideado por dónde debe pasar el camino que se propone construir. El predicador no debe lanzarse a trazar el camino que se propone hacer llegar hasta el mismo corazón de sus oyentes, sin plan, excepto en casos especiales en que tal preparación haya sido de todo punto imposible, y la inspiración del Espíritu suple la imposibilidad del predicador; pero aun en tales casos de improvisación, los predicadores convenientemente educados o experimentados suelen recibir la inspiración en forma de un plan rápidamente concebido y en cuyo desarrollo puede notarse el poder de lo Alto. La misma ayuda y poder puede notarse en el desarrollo de un sermón formulado con más tiempo y oración, la cual el estudio de ningún modo puede ni debe suplir.

EL TEXTO

¿Debe predicarse sobre temas o sobre textos? ¿Debe elegirse primero el tema y después el texto, o viceversa?

Es imposible responder a estas preguntas de un modo concreto dando reglas absolutas. En algunos casos, cuando el predicador tiene un tema definido, sintiendo que debe predicar sobre aquel asunto; el tema precederá a la elección de texto. Pero en otros casos, cuando el tema es sugerido como resultado de meditación personal de la Sagrada Escritura, será el texto el que precederá y sugerirá el tema al predicador.

¿Es fácil encontrar textos para predicar? Permítasenos citar otra vez a Spurgeon, quien dice: "No es que falten, sino que son demasiado abundantes; es como si a un amante de las flores se le pusiera en un magnífico jardín con permiso para coger y llevarse una sola flor; no sabría cuál coger que fuera mejor. Así me ha pasado a mí —dice el gran predicador— al tratar de buscar un texto para un sermón. He pasado horas y horas escogiendo un texto entre muchos lamentando que hubiera tan sólo un domingo cada siete días."

¿Cómo llegar a determinar el texto que se debe escoger, sobre todo cuando no se tiene antes escogido el tema del sermón? Se puede establecer esta regla, también de Spurgeon: "Cuando un pasaje de la Escritura nos da como un cordial abrazo, no debemos buscar más lejos. Cuando un texto se apodera de nosotros, podemos decir que aquél es el mensaje de Dios para nuestra congregación. Como un pez, podéis picar muchos cebos; pero, una vez tragado el anzuelo, no vagaréis ya más. Así, cuando un texto nos cautiva, podemos estar ciertos de que a nuestra vez lo hemos conquistado, y ya entonces podemos hacernos el ánimo con toda confianza de predicar sobre él. O, haciendo uso de otro símil, tomáis muchos textos en la mano y os esforzáis en romperlos: los amartilláis con toda vuestra fuerza, pero os afanáis inútilmente; al fin encontráis uno que se desmorona al primer golpe, y los diferentes pedazos lanzan chispas al caer, y veis las joyas más radiantes brillando en su interior. Crece a vuestra vista, a semejanza de la semilla de la fábula que se desarrolló en un árbol, mientras que el observador lo miraba. Os encanta y fascina, u os hace caer de rodillas abrumándoos con la carga del Señor. Sabed, entonces, que éste es el mensaje que el Señor quiere que promulguéis, y estando ciertos de esto, os posesionaréis tanto de tal pasaje, que no podréis descansar hasta que, hallándoos completamente sometidos a su influencia, prediquéis sobre él como el Señor os inspire que habléis."

Formas prácticas para trabajar con la Base Bíblica

1. BASE BÍBLICA. Una vez definido el objetivo se busca la base bíblica que va a respaldar el objetivo.

2. DETERMINAR EL ASUNTO. Una vez que tenga el pasaje bíblico, debe leerlo varias veces incluyendo el contexto, el objetivo es encontrar la idea central, cuál es el tema que surge del pasaje. Buscar cómo puedo traer el tema bíblico a nuestros días. Vamos a determinar el tema central, por ejemplo: la salvación, del mismo se puede sacar sub temas o puntos para aclarar la idea central.

3. ANALISIS DEL CONTEXTO. Es buscar a través de todos los materiales posibles: diccionarios, comentarios bíblicos, geografía bíblica, anécdotas, ilustraciones, etc. que me permitan ampliar la información sobre el tema que se va a exponer, (puedo elaborar un fichero de información que es un recurso para el momento que lo requiera). Son herramientas que voy a acumular para incorporar al mensaje las que requiera las demás se guardan para otra oportunidad.

4. ANALISIS DEL TEXTO. Primeramente debemos determinar si el sermón será sobre un texto específico por ejemplo un pasaje Bíblico o un capítulo, una parábola, etc. O será sobre un tema específico y se requiere buscar los textos que sustenten el tema.

Para analizar el texto vamos a hacer lo siguiente:

· Leer el pasaje varias veces.

· Subrayar los puntos que resaltan o se insinúan.

· Separarlo por partes o bloques que encierren una idea completa lo cual puede abarcar un solo verso o varios. Analicemos Marcos 10: 46 al 52 El título de la porción es “El ciego Bartimeo recibe la vista”.:

· - El verso 46 tiene una idea completa. ¿Cuál es?

· - El verso 47 al 49 tiene otra idea completa. ¿Cuál es?

· - Versos 50 al 52. Termina con otra idea completa. ¿Cuál es?

Una vez que tenemos los tres bloques, me sirven de base para desarrollar el mensaje, las divisiones deben ser entre tres y cinco no más de ello porque se hace muy largo y puede perder el impacto que se desea lograr.

Luego que tengo los tres o cuatro bloques debo adaptarlos al tema u objetivo que el Señor ha trazado. Por ejemplo:

Verso 46: Condición en que Jesús encontró al hombre (Bartimeo), características del hombre sin Dios.

Verso 47 al 49 Jesús pasa, ve al hombre en su condición. ¿Qué va hacer el hombre con Jesús? El da el primer paso. Bartimeo reconocer su condición y se da cuenta que la única manera de salir de su condición es Jesús. Un grupo le impide acercarse a Jesús, pero el hombre debe tomar la iniciativa y vencer los obstáculos que lo separan de la salvación.

En resumen:

Verso 46 Condición del hombre.

Versos 47 – 49 Decisión del ciego.

Verso 50 – 52 Resultado

El ciego se despoja de su dependencia (la capa), cómo ocurrió el cambio y a través de quién es el aspecto más importante. Establecer la premisa que el seguir a Jesús por el camino implica compromiso con El.

Analice ahora Lucas 5:1 – 11

Objetivo: Evangelísmo

Asunto: Salvación

Haga el análisis de texto:

Primer bloque

Segundo Bloque

Tercer Bloque

5.- Tipo de asunto que toca el pasaje.

· Etico: características conductuales, comportamiento.

· Doctrinal: La mayoría de las parábolas, enseña, forma.

· Biográfico: vida de un personaje.

6.- Tema: ¿Cuál es el tema a desarrollar en el mensaje?

7.- Título: Es la simplificación del tema, es específico, concreto. Ej. Un trato de Jesús contigo en el pasaje de Lucas.

ASUNTO: Amor de Dios

TEMA: Dios ama al hombre.

TITULO: Dios nos ama sin medida:

EL TEMA Y EL TITULO

Una vez escogido el tema, o sea, el asunto sobre el cual desea el servidor de Dios predicar a una congregación, debe formular dicho tema en un título. Muchos predicadores y libros de Homilética confun­den el tema con el título. Al autor le ocurrió esto por un tiempo. A veces, y hasta cierto punto, no existe diferencia entre ambas cosas, pero a veces el título no es más que la puerta del tema o asunto, el cual no puede ser expresado plenamente por el título, por dos motivos:

a) Porque el título del sermón ha de ser exageradamente breve, y por tal razón no puede a veces contener todos los pensamientos o partes que el predicador desea desarrollar en su tema.

b) Porque, sobre todo en estos tiempos de abun­dante publicidad, ha de ser el título del sermón especialmente chocante y atractivo, para despertar la atención e intrigar al público. Esto pone al predicador en el peligro de formular su tema en un título que se aparte del asunto del cual realmente quiere tratar. En otras palabras: que sirva tan sólo de excusa o motivo para llamar la atención y no de verdadera base al mensaje. En tal caso se expone a que el público, sintiéndose defraudado, pierda confianza al predicador.

El Dr. J. H. Jowett dice: "Tengo la convicción de que ningún sermón está en condiciones de ser escrito totalmente, y aún menos predicado, mientras no podamos expresar su tema en una sola oración gramatical breve, que sea a la vez vigorosa y tan clara como el cristal. Yo encuentro que la formulación de esa oración gramatical constituye la labor más difícil, más exigente y más fructífera de toda mi preparación. El hecho de obligarse uno a formular esa oración desechando cada palabra imprecisa, áspera o ambigua, disciplinando el pensamiento hasta encontrar los términos que definan el tema con escrupulosa exactitud, constituye uno de los factores más vitales y esenciales de la hechura del sermón. Y no creo que ningún sermón pueda ser esbozado, ni predicado, mientras esa frase no haya surgido en la mente del predicador con la claridad de luna llena en noche despejada".

Es afortunado el predicador que puede encontrar un título que, al par que suficientemente interesante, breve y sugestivo, para ser puesto en la pizarra de anuncios, en el boletín de la iglesia o en la prensa pública, sea a la vez tan expresivo y completo que no necesite una segunda formulación del tema para uso del predicador, sino que título y tema se confundan en una sola cosa, abriendo la puerta al predicador para una eficaz y fructuosa exposición de alguna de las grandes verdades del Evangelio.

Conviene que el tema o el título que se formule sea intrigante, de modo que despierte el deseo de conocer lo que se oculta detrás del mismo, o sea, a ver cómo lo desarrollará el predicador. Observad cuan intrigantes son los títulos de ciertas novelas y películas mundanas. Debemos imitar en ello hasta cierto punto a los hijos de este siglo, que son "más sagaces que los hijos de luz", pero sin caer en exageraciones. En Norteamérica, donde los temas son generalmente anunciados por medio de un cartel en las afueras de las iglesias, pueden observarse muchos títulos de sermones ingeniosísimos.

UN PENSAMIENTO CONCRETO

El tema ha de ser corto, pero claro y expresivo. Un tema largo pierde toda su gracia y atractivo. Cierto predicador anunció el siguiente tema “Las opiniones falsas que los hombres se forman acerca de los juicios de Dios permite sobre nuestros prójimos y las opiniones rectas que se deben formar sobre tales juicios». Con el anuncio de tal tema, el predicador casi podía haberse ahorrado el sermón. "El peligro de juicios erróneos" habría sido mucho más acertado para este mismo asunto, porque este tema no detalla lo que el predicador va a decir, sino que despierta interés por saber lo que dirá.

Cuando el sermón es textual el tema debe ser tan dependiente del texto que ha de contener el principal pensamiento del mismo.

ejemplo: Para Rom. 12:2: "Alistados contra lo que nos rodea".

Cuando es para un sermón expositivo o sea, para la exposición de un pasaje o historia bíblica, el tema debe hacer énfasis sobre algún asunto del pasaje, que sea la clave y base de la historia y su aplicación.

ejemplo: Sobre Juan 9:25: "La confesión del ciego".

"La historia del ciego" sería un tema demasiado vago.

Poner por tema a Lucas 15:7: "El hambre del alma", sería más adecuado que "El hambre del Hijo Pródigo". ¿Por qué? Consideremos ambos temas. En el primer caso la palabra "confesión" es un juicio y comentario del predicador que da base para un buen sermón acerca del deber de confesar nosotros a Cris­to. En cambio, "El hambre del Hijo Pródigo" no introduce nada nuevo. Es cosa harto sabida que el pródigo tenía hambre física, pero al decir "Hombre del alma", nos permite aplicar el texto al caso espiritual.

El tema ha de ser una expresión completa que una las múltiples ideas de un texto.

He aquí algunos ejemplos de temas adecuados:

1) Sintéticos:

"La dádiva de Dios a nosotros y la nuestra la El": Tit. 2:14.

"El tentado pecador y el tentado Salvador": Hebr. 2:18.

2) De frases escriturales:

"Las fuentes de salud": Is. 12:3.

"Traerá el hombre provecho a Dios": Job 22:2.

"¿A quién iremos?": Juan 6:58.

3) Paradójicos:

"Deberes que resultan privilegios": Sal. 119:54.

"Religión sin hacer la voluntad de Dios": Ma­teo 7:21.

"La eficacia de virtudes pasivas": Apoc. 1:9.

"Luz el resultado de la vida": Juan 1:4.

"El gozo de la abnegación": 2.° Crón. 29:27.

"Maravilla en sitio peligroso": Luc. 8:25.

"Lo incomprensible en el testimonio cristia­no"; Hech. 4:20.

Recomendamos al lector leer estos textos y consi­derarlos a la luz del tema. Aunque no damos el sermón correspondiente a cada uno de estos temas, pues esto es tarea de próximos capítulos, verá cómo el tema le despierta ideas sobre cada texto.

¿De qué maneras puede formularse el plan de un sermón una vez decidido el asunto o tema que se va a tratar?

A continuación ponemos un gráfico que lo demuestra, a la vez que ilustrará y aclarará muchas de las instrucciones teóricas de este libro.

EXPLICACIÓN DEL BOSQUEJO GRÁFICO

La sencilla figura de un trompo dibujado en la pizarra nos ha servido muchas veces para ilustrar a estudiantes de Homilética el desarrollo que conviene dar a cualquier sermón.

La cabeza del trompo representa el tema, del cual parte la introducción; y el desarrollo consiguiente va ampliando y robusteciendo el argumento hasta llegar a la conclusión, la cual es presionada por cada pensamiento del sermón. Todos ellos pesan sobre la punta que deseamos clavar en las conciencias de nuestros oyentes, determinando su decisión por Cristo o su resolución de poner en práctica la amonestación del predicador sobre el tema que sea.

En el presente gráfico, y contando con la habilidad de un buen dibujante, hemos ampliado y completado la ilustración.

El tema o asunto lo representamos por una nube que se forma como consecuencia de la necesidad espiritual que el predicador apercibe, como ensombreciendo la vida de sus oyentes. Dicha nube produce un rayo que ilumina la mente del predicador: Es el texto apropiado a tal necesidad, el cual origina un título adecuado e interesante.

Del mismo modo que antes de la caída de un chaparrón se producen muchos relámpagos innocuos, así surgen en la mente del predicador temas y textos que no llegan a satisfacerle. Aparece, por fin, el más acertado de todos, el cual, rompiendo la nube, da lugar a una lluvia de pensamientos. Si la mente del predicador ha sido bien preparada con una disciplina homilética, aunque caigan éstos dispersos y confusos serán encauzados por los canales de un plan bien dispuesto; de este modo todos aquellos pensamientos aprovechables entrarán, en su lugar y momento debido, en el cauce del río, que es la argumentación del tema.

El río es finalmente una corriente poderosa que se lanza por la catarata de la conclusión. Obsérvese cómo en el interior de ésta aparece la recapitulación, que consiste en una mención breve de los argumen­tos principales del sermón. No todos los sermones necesitan una conclusión recapitulativa, pero siem­pre tendrá lugar un breve resumen, sea en la forma detallada que indica el gráfico o de un modo más general.

Obsérvese cómo el río que representa el caudal de pensamientos de un sermón puede venir de los montes de la imaginación del predicador en dos formas diversas. Atropelladamente, como un chorro de frases e ideas sin distribuir (dejando en el ánimo de los oyentes la impresión de haber escuchado «un montón de cosas buenas», pero sin ser capaces de definir el curso que han seguido tales pensamientos), o bien, relacionados el uno con el otro, en la forma escalonada y ordenada que aparece en la supuesta red de canales de la izquierda.

Del mismo modo que un caudal de agua es mucho más eficaz cuando es bien distribuido para regar la tierra y hacerla producir sus frutos, porque el líquido elemento en vez de pasar inútilmente se esparce y empapa los surcos, el sermón bien ordenado es mucho más susceptible de quedar retenido en las memorias y corazones de los oyentes que el sermón no homilético, desordenado y confuso, por abundante que sea el don de palabra del predicador, e impo­nente el griterío y los ademanes con que fuera pro­nunciado.

Tanto en el gráfico como en todos los bosquejos del libro hemos adoptado, para las divisiones, los signos que suelen usar la generalidad de los predicadores. Así, los puntos principales son indicados por números romanos: I, II, III, IV. Las subdivisiones, por cifras: 1.°, 2,°, 3.°, 4.°, etc. Y las subdivisiones secundarias, por letras: a), b), c), d), etc.

Lo que se quiso lograr a continuación fue una guía resumida y de fácil comprensión y aplicación para la elaboración de un mensaje.

1. Principios para la Elaboración del Mensaje:

Dios puede usar cualquier mensaje Bíblico, desde el más elaborado hasta el más sencillo, para cumplir su propósito divino. Vila (1968) señala lo siguiente: «. . .el Espíritu Santo ha usado a veces..., sermones muy deficientes... y débiles de argumentación. Tal es el caso del sencillo sermón que gano al que después fue famoso predicador Spurgeon. Pero estos son casos excepcionales, en los cuales Dios ha querido llenar por una manifestación especial de su gracia lo que faltaba al instrumento humano’~ (p.7). Sin embargo, todo siervo diligente debe prepararse al momento de elaborar un mensaje y para esto es necesario que se cumplan dos principios básicos: la Unción del Espíritu y la Preparación del Material que se va a enseñar, ya que ambos aspectos darán vida al sermón.

(a) La unción del Espíritu Santo: el creyente debe acercarse a Dios en oración y presentarse como un instrumento útil al Señor, reconociendo que es el Espíritu el que interviene en las personas que van a recibir el mensaje, por otra parte debe escudriñar las escrituras, procurando obtener el conocimiento divino.

(b) La preparación del material para el mensaje: La unción del Espíritu es la que da el poder al mensaje, sin embargo no se puede menospreciar el arte de la Homiletica. La Homiletica, según Vila (1968) es el “...modo de preparar y ordenar un sermón...” este arte solo se logra con “... estudio y adiestramiento...” (p.7). Al abordar el tema de la Homiletica, es importante señalar que son extensos los aspectos que la conforman, pues posee diversas características que hacen muy amplio su estudio.

-

La proposición sermónica:

Una vez que se ha decidido el tema que se va a predicar, es necesario formular la proposición sermonica; la proposición viene a ser la delimitación de los aspectos que se van a tocar dentro del sermón, es un indicador de los puntos que se desarrollaran en el tema y define la dirección que este seguirá a lo largo del discurso. La proposición es de suma importancia ya que permite al predicador delimitar con precisión el contenido total del tema. Mottesi (1989) señala lo siguiente: “la proposición es una oración gramatical completa que resume el contenido total del sermón... informa lo que se ha de declarar, explicar, enfatizar, probar, o responder en el sermón.” Existen dos tipos de proposición, la persuasiva y la didáctica.

1. proposición persuasiva: se utiliza para producir en los oyentes un cambio en sus actitudes o creencias, es muy apropiada para mensajes de tipo evangelistico en donde se persuade a los oyentes a entregar sus vidas a Cristo y en aquellos sermones que se enfocan en producir cambios inmediatos en los creyentes.

2. proposición didáctica: se utiliza para describir e informar lo que se va a tratar en el sermón. Es apropiada en temas de tipo didáctico y pastorales.

La redacción de la proposición:

Debe formularse en tiempo presente y en primera persona del plural (eliminando el “yo”, “tu”, “el”, “ellos”, “ustedes”), al menos que se trate de testimonios personales, o experiencia de otros. La proposición puede o no ser usada en el sermón, algunos predicadores la incorporan al final de su introducción a fin de presentar el curso que seguirá el mensaje. Puede que la incorporemos explícitamente al anunciarla como tal, o que se incorpore implícitamente, es decir no la anunciamos sino que viene a ser parte del contenido de la introducción del sermón.

A continuación, se presenta un ejemplo en donde se han desarrollado todas las pautas que dan inicio a la elaboración del mensaje, Mottesi (1989):

“Propósito especifico: persuadir a los no creyentes de las realidades del amor de Dios, constante, ofrendador, universal, y salvador, manifestadas en Jesucristo, e instarlos a recibirlo a El, con arrepentimiento y fe, como Señor y Salvador.

Propósito funcional: Kerygmatico (evangelistico)

Texto: Juan 3:16

Tema: El amor sacríficial, ofrendador, universal, y salvador de Dios.

Proposición: el texto escogido declara el amor constante, la ofrenda sacrificial, la gracia universal, y la salvación eterna como realidades de Dios que, en Jesucristo, pueden y anhelan transformar nuestras vidas.

Titulo: Cuatro grandes realidades.”

- El titulo: muchas veces se ha confundido el tema con el titulo. El titulo no puede expresar plenamente la totalidad de lo que se va hablar, el titulo debe ser breve y atractivo. Es un motivo para llamar la atención de los oyentes sobre el tema, y debe expresar la esencia del mensaje que se va a tratar, por lo tanto se debe tener cuidado de que al elegir el titulo y por querer hacerlo muy llamativo, este se aparte del asunto que se quiere desarrollar. En ocasiones la colocación del titulo del mensaje puede dejarse hasta el final, después de haber desarrollado todo el sermón.

El siguiente ejemplo muestra las pautas que dan inicio a la elaboración

del mensaje y fue desarrollado por Mottesi (1989) (p. 143):

“Propósito: persuadir a los creyentes de que para ser auténticos discípulos de Jesucristo somos llamados a vivir de acuerdo con las demandas de Dios.

Texto: II Crónicas 7:14

Tema: Las demandas de Dios.

Titulo: Las supremas demandas de Dios.”

HOMILETICA

Aspectos básicos para la Elaboración de un Mensaje.

Lección N02.

Desarrollo del sermón:

El sermón es el contenido del mensaje; en el cual se desarrollan la idea principal y las ideas secundarias que se desprenden de la misma. En el mensaje es imprescindible mostrar las aplicaciones a la vida humana pues estas son las que expresan el propósito de la enseñanza. El sermón puede incluir ilustraciones interesantes pero no hay que exagerar colocando demasiadas; estas se pueden extraer de historias conocidas, fabulas, cuentos o anécdotas personales. Todo sermón esta compuesto de más o menos las siguientes partes:

- Titulo

- Introducción

- Cuerpo del Mensaje

- Conclusión.

Tipos de Sermones:

Los sermones se dividen básicamente en tres grupos: sermones de texto, sermones temáticos o de asunto y sermones expositivos.

- Sermones de texto:

Se basan en la explicación del texto bíblico destacando sus partes principales. Este tipo de sermón se recomienda a los principiantes por ser el más sencillo. También se le sugiere escoger solo un versículo o dos e identificar las verdades espirituales que este contenga. De la idea principal o verdades contenidas en el texto se desprenderán las ideas secundarias y estas pueden ir apoyadas de versículos bíblicos. A continuación se presenta el siguiente ejemplo desarrollado por Núñez (f.d) (p.47):

Texto: Colosenses 1:10

Tema: Andando como es digno del Señor.

1. “Agradándole en todo”

1.1 Agradándole en la vida individual.

1.2 Agradándole en la vida familiar.

1.3 Agradándole en la vida de la iglesia.

1.4 Agradándole en la vida publica.

2. “Llevando fruto en toda buena obra”

2.1 Fruto de arrepentimiento. Luc. 3:8

2.2 Fruto del Espíritu Santo. Gal. 5:22 - 23

2.3 Fruto de Almas salvas. Jn. 16:15

3. “Creciendo en el conocimiento de Dios”

3.1 Creciendo en el conocimiento de las Escrituras.

3.2 Creciendo en el conocimiento de la voluntad de Dios. Ef.

1:17

3.3 Creciendo en el conocimiento para servir a Dios. Heb. 5:12

- Sermones temáticos o de asunto:

Son los que tratan .un asunto sin depender de un texto específico. Es decir, el predicador toma en cuenta el conjunto de enseñanza cristiana que hay sobre un tema en la Biblia. Primero se elige el tema del cual se va a hablar, luego se desarrollan los distintos aspectos que el tema inspira basándose en la enseñanza bíblica; este tipo de sermón utiliza varios versículos que sustentan los aspectos que componen del tema. Se presenta el siguiente ejemplo

- Asunto general:

El Amor.
- Algunos aspectos que se desprenden del tema:

• El amor de Dios
• El amor fraternal
• El amor conyugal
• El amor al prójimo.

Al respecto de este tipo de sermón, Mottesi (1989) señala lo siguiente:”... en el caso de los predicadores inexpertos o faltos de cuidado en la preparación sermonica, el sermón temático permite, mas fácilmente que el textual, alejarse de la exposición que es fruto de una recta interpretación bíblica. Por otra parte, afirmamos el carácter profundamente bíblico de todo sermón de asunto, si su tema ha sido... derivado correctamente de la masa homiletíca, fruto de una legitima interpretación.., en acuerdo fiel con la enseñanza general de todo el consejo de Dios”. (p.159). Se presenta el siguiente ejemplo desarrollado por Vila (1968) (p.44)

Titulo. El Prometido Mesías

Introducción: La promesa de un redentor fue hecha a nuestros primeros padres desde el momento de la caída.

Desarrollo: Notemos sus características:

- Seria simiente de la mujer, lo que parece predecir su nacimiento virginal. Gen. 3:15

- Seria un descendiente de Abraham. Gen. 22:18

- Seria un descendiente de David. 2 Sam. 7:13

- Nacería en Belem. Miq. 5:2

- Horadarían sus manos y sus pies. Sal. 22:16

- Seria contado entre malhechores. ls. 53:9

- Pero enterrado en rica tumba. ls. 53:9

- No quedaría en el sepulcro. Sal. 16:10

Conclusión: Cristo ha demostrado ser el Mesías prometido y como tal debe ser aceptado.

- Sermones Expositivos

La mayoría de los homiléticos definen el sermón expositivo como aquel que desarrolla la explicación de extensos pasajes de la escritura y que pueden estar basados en un capitulo completo de la Biblia, una historia de vida o una parábola. Siguiendo esta definición, se entiende que este tipo de sermón requiere de un desarrollo más extenso. Hay que tomar en cuenta que no se trata solo de escoger un pasaje bíblico para interpretarlo, ya que hay capítulos de la Biblia que contienen un solo mensaje y llevan armonía y continuidad en la enseñanza de sus versículos, mientras que otros capítulos contienen diferentes verdades espirituales que no mantienen la continuidad del estudio. Es interesante destacar que Mottesi (1968) declara su oposición en cuanto a caracterizar el sermón expositivo como otro tipo diferente de sermón y explica, que este es un asunto sobre el cual a lo largo de la historia de la homiletica, no se ha podido llegar a un acuerdo; el considera que “Toda predicación verdaderamente bíblica es sermón expositivo”. (p.157-158). A continuación se presenta un ejemplo de sermón expositivo desarrollado por Symes (1984) (p.53-54)

Propósito: aplicar espiritualmente un suceso de la vida de Jesús.

Texto: Lucas 19:1 — 10. Jesús y Zaqueo.

Tema: “el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”.

Introducción: La gente busca la salvación por varias razones.

Desarrollo:

1. Zaqueo busco a Jesús, vs. 3 —4.

a. Su ocupación: publicano odiado

b. Su estatura: pequeña. Todo hombre es pequeño delante de Dios.

c. Su decisión: ir a Jesús. Sin importarle las dificultades.

II. Jesús hallo a Zaqueo, vs. 5 — 7

a. Jesús encuentra a todos los que le buscan.

b. Jesús le mando a acercarse.

o. Zaqueo invito a Jesús a su casa. Debemos invitarle a Jesús al corazón.

III. Resultados: la salvación de Zaqueo, Vs. 8— 10.

a. Zaqueo lo recibió salvación.

b. Zaqueo se arrepintió. Sus hechos de restitución lo demostraron.

c. La salvación se consigue cuando el alma que busca a Jesús es hallada por El.

Conclusión: ¿hay algún Zaqueo aquí hoy?

- Como desarrollar la introducción:

Debe expresar el tema del mensaje, además de ser corta e interesante y que despierte el interés de los oyentes. La introducción presenta el tema del sermón a la congregación, por lo tanto debe estar estrechamente relacionada con el contenido. Debe expresar la esencia del tema de una forma atractiva para ganar el interés de los oyentes pero sin caer en el “sensacionalismo”. No debe ser excesivamente corta y mucho menos demasiado larga. Por ejemplo, para un sermón de media hora la introducción debe durar unos cinco minutos.

El lenguaje debe ser cordial, sencillo y claro. Algunos autores sugieren que sea estructurada en seis párrafos breves; el último de estos párrafos debe contener la proposición del sermón. La introducción puede ser desarrollada a partir de:

(a) la descripción de algún lugar o evento relacionado con el texto o el contexto del sermón.

(b) una alusión histórica en relación al sermón.

(o) la mención o interpretación de un evento de la actualidad.

(d) destacando la importancia de la ocasión especial en la cual el sermón participa.

(e) una ilustración que de entrada al planteamiento del tema.

(f) una pregunta o interrogante, que se responderá a través del tema.

(g) citando palabras de famosos autores, que impresionen a los oyentes.

Hay siete maneras conocidas de hacer la introducción al sermón.

· Haciendo referencia a la ocasión o sea parte histórica.

· Haciendo referencia al asunto.

· Haciéndonos una pregunta y comenzando a contestarla.

· Usando una declaración llamativa como punto de partida.

· Usando una anécdota humorística.

· Usando una buena cita que sirva como punto de partida o guarde relación con lo que se va a decir.

· Utilizar una buena ilustración real o hipotética.

Contenido de la Introducción:

· Se anuncia sugestivamente el título del mensaje.

· Debe mencionarse la base bíblica y en algún momento resumirla.

· Orientarla hacia el tema de la predicación y mencionar el tema.

· Preparar una oración clave que refleje las divisiones o puntos principales del mensaje.

· No debe exceder los cinco minutos.

Algunas características de la introducción al sermón.

· Debe interesar al oyente en el texto y/o tema que ha de ser discutido.

· Provee calma al auditorio.

· Da una respuesta al oyente sobre lo que ha de hablar el predicador.

· Debe empezar con lo familiar y lo conocido para moverse hacia lo que no se conoce.

· Debe introducir el pasaje bíblico en algún momento correlacionándolo con la temática del mensaje y resumiendo brevemente su contenido.

· Debe ser conducida hacia la proposición que es el corazón estructural del sermón y debe anunciarse explícita e implícitamente.

· Debe ser breve, clara, franca, sincera, amistosa, sugestiva e interesante.

Cuerpo del Mensaje

Es el desarrollo de los argumentos, interpretaciones, ilustraciones y sus aplicaciones a la vida del hombre.

- Recursos para desarrollar los argumentos del mensaje:

Una vez que ya se tiene el esqueleto del sermón, es necesario redactar el manuscrito siguiendo punto a punto el bosquejo; esta escritura debe realizarse como sí ya estuviéramos predicando. La finalidad es enriquecer todas las ideas que hemos planteado, por lo que a partir del razonamiento, se explicaran las verdades que se quieren enseñar a la congregación a través del mensaje. Al terminar el primer borrador este debe ser leído en voz alta para ser finalmente corregido. Algunos recursos que se deben utilizar son los siguientes:

(a) Explicar los términos o palabras que los oyentes desconozcan.

(b) Exponer con claridad los juicios y razonamientos que se están emitiendo.

(o) Narrar situaciones de la vida diaria, eventos históricos o fabulas que ilustren el mensaje.

(d) Hacer comparaciones que ayuden a comprender el mensaje.

(e) Dando ejemplos de su aplicabilidad.

(f) Utilizar documentación comprobada, que sirva de apoyo informativo.

Puntos principales.

Esta formado por las partes principales y las secundarias, las primeras salen de la tesis y las segundas surgen de las ideas principales.

Las decisiones deben guardar coherencia y lógica entre los aspectos que se van a tocar y no perder de la mente el tema y el objetivo.

Los puntos principales se anuncian en la introducción y durante el desarrollo del sermón deben enunciarse en otras ocasiones para recordar el hilo de lo que se lleva. Ej.: Al pasar del primer punto al segundo, se puede enunciar nuevamente el primero para que se recuerde de dónde salimos y así sucesivamente. Las ideas secundarias no se enuncian en la introducción.

La mejor forma de concluir un sermón es hacer un recuento breve del cuerpo del sermón y luego enviar una pregunta reto a la congregación que implique una decisión.

Las divisiones o puntos principales en el sermón se hacen en relación a la tesis y a la interrogante. Es la forma que utiliza para responder a la que produce el sermón. El libro del Dr. Costas da un ejemplo.

Ej. Tesis: Cada persona debe aceptar el amor de Dios.

Interrogante: ¿Por qué?

Transición: Cada persona debe aceptar el amor de Dios porque:

Divisiones:

1. Porque el amor de Dios es eterno.

2. Porque el amor de Dios es verdadero.

3. Porque el amor de Dios es existencial. (demostrado)

Las divisiones deben guardar coherencia, unidad, paralelismo entre sí. Si el primer punto del sermón es una interrogante, también los demás deben serlo. Los puntos deben anunciarse varias veces durante el desarrollo del sermón para que queden claros y perceptibles al oyente.

Ejemplo: Note, observen, vean, escuchen, etc.

3.-Divisiones secundarias

De las divisiones principales, surgen las secundarias que se utilizan para desarrollar mejor las primarias. Debe haber no menos de dos ideas secundarias por división principal, las ideas secundarias no se anuncian. He aquí varias formas de presentarlas.

1. Haciéndose una pregunta a la idea o punto principal.

2. Argumentando algún aspecto del punto principal o toda la división empleado testimonios y evidencias.

3. Relacionando la idea principal a la situación concreta en que se predica.

4. Por ilustración: Ejemplos que clarifican algún punto en discusión. También se pueden incluir testimonios.

Relacionarlo con situaciones que se están viviendo ahora, en la iglesia, la comunidad, el país o a nivel mundial.

COMO DESARROLLAR LA CONCLUSIÓN:

Debe ser corta y puede contener una ilustración que ayude a terminar el tema. La conclusión es el punto decisivo del mensaje en el que se puede apreciar el sermón en toda su magnitud. Tiene la función de alcanzar el impacto final en las mentes y corazones de los oyentes, por lo tanto es de suma importancia su elaboración cuidadosa. El autor Núñez (s.f.) señala lo siguiente “la conclusión debe ser tan debidamente preparada y en tal manera lanzada, que ella constituya toda la concentración de fuerzas de nuestro mensaje para arrojarlas y conquistar del hombre el corazón” (p.75).

La finalidad de la conclusión es penetrar la conciencia humana y persuadir la voluntad. Es necesario que esta guíe a todo hombre a la acción; que la verdad predicada se aplique a la vida. La conclusión se puede desarrollar de diferentes maneras tales como:

(a) haciendo una recapitulación del tema. No significa volver a explicar dichos puntos, sino mencionarlos haciendo énfasis en el pensamiento final del mensaje.

(b) haciendo una aplicación. Es dirigir el mensaje directamente sobre la necesidad espiritual de los oyentes, procurando tocar la naturaleza afectiva del hombre y persuadiendo a producir cambios en su vida.

(c) haciendo una ilustración que ilumine la idea central del mensaje, pueden ser narraciones verídicas, anécdotas, parábolas o poemas.

(d) haciendo una demostración de cómo llevar a cabo el deber o tarea presentada en el sermón.

(e) planteando argumentos que persuadan al oyente a escoger entre dos situaciones opuestas. lnstarles a tomar una decisión.

(f) utilizando más de dos tipos de alternativas de las expuestas anteriormente.

CONSEJOS PRÁCTICOS PARA LA CONCLUSIÓN

1.° Sea cualquiera la forma de conclusión que uses, hazla adecuada al conjunto del mensaje. Que no a un nuevo sermón, sino la aplicación práctica de las verdades expuestas anteriormente.

2.° No uses frases estereotipadas en la conclusión; de cada sermón.

3.° Sé breve. No describas círculos y más círculos, como un aeroplano en descenso, repitiendo las mejores frases del mismo sermón y añadiendo nuevos materiales. Desciende en línea recta, en picado, desde las alturas de tu disertación al mismo corazón de los oyentes. Que nadie tenga que decir lo que aclaró cierta labradora escocesa acerca de un buen sermón de conclusión interminable: "El pastor llegó casa en un viaje magnífico, pero tenía los caballos desbocados y no los pudo parar."

4.° Acentúa el lado positivo más que el negativo, la conclusión. Durante el curso del sermón puedes tener que tratar con el lado negativo, pero no termines con imprecaciones, lamentaciones ni expresiones desalentadoras. El mensaje del Evangelio es siempre mensaje de esperanza. Levanta los corazones a lo positivo, a lo bueno, a lo sublime de las promesas de Dios, por grave o solemne que haya sido el sermón. Una conclusión neurasténica es la peor conclusión de un sermón.

5.° Haz la conclusión personal, pero no excesivamente personal.

6.° Nunca distraigas la atención ni debilites la fuerza de la conclusión con una apología. En la introducción puede alguna vez el predicador pedir excusas por su dificultad en hablar el idioma, su falta de tiempo para preparar el mensaje o su incapacidad para tratar el asunto; pero esto jamás es permisible en la conclusión. Si el sermón ha sido bueno, tal apología demuestra pedantería y orgullo por parte del predicador. Si ha sido mediocre, sólo servirá para recalcar los defectos del propio sermón y desvalorizar lo bueno que en él haya podido haber.

La conclusión del segundo libro de los Macabeos produce una impresión penosa y es la mejor prueba de la no inspiración de tal apócrifo. Pero mucho más que en un escrito, es contraproducente toda apo­logía al final de un discurso hablado.

Termina el mensaje con la mayor dignidad, y en­comienda al Santo Espíritu de Dios lo que tú no has podido o sabido hacer, aun en aquellas ocasiones en que, por el motivo que sea, sientas en tu conciencia que fue un fracaso el sermón, comparado con otros tuyos o con lo que hubieses querido que fuera. Ten presente que esta experiencia ocurre no sólo a los predicadores mediocres (éstos generalmente quedan más satisfechos de sus propios sermones que lo que debieran quedar), sino a los más grandes predicadores. Resuelve en tu corazón en tales casos prepararte mejor otra vez. Tal resolución, hecha en el mismo pulpito al terminar un sermón deficiente, ha sido la génesis de otro sermón poderoso, en muchos casos, y en la propia experiencia del autor de estas páginas.

7.° Evita las expresiones humorísticas en la conclusión. Ya hemos indicado con qué limitaciones y prudencia debe hacerse uso de tales expresiones al principio o en el curso del sermón, pero no es permitido de ningún modo al final. Como dice Reinold Niebuhr en un artículo titulado "Humor y Fe": "Puede haber risa en el vestíbulo del templo, y el eco de la risa en el templo mismo; pero solamente fe y oración, y no risa, en el lugar santísimo", que es la conclusión del mensaje.

8.° Abstente de cualquier acto que distraiga la atención. Un gesto exagerado: quitarse y ponerse las gafas, levantar un himnario, o el accidente de caerse una hoja de los apuntes, no son incidentes tan graves en el curso de un sermón; pero debe hacerse todo lo posible para evitarlos al final. Algo semejante debe decirse del hábito de mirar al reloj de bolsillo o pulsera que tienen algunos predicadores. Unos porque, no sabiendo qué decir, les convienen cerciorarse de que el sermón no ha sido demasiado corto, y otros porque, teniendo demasiado material, temen excederse del tiempo. Huelga decir que la impresión que producen estos últimos en el auditorio (el cual suele darse perfecta cuenta de la situación en ambos casos) no es tan desastrosa como la que causan los primeros, pero aun en este último caso, más perdonable, esta sencilla acción puede ser perjudicial para muchos espíritus superficiales. Es conveniente que haya en las capillas un reloj, bastante grande, colocado en la parte posterior, jamás de cara al público, para que el predicador pueda seguir el curso del tiempo sin que el auditorio se aperciba. A falta de tal reloj, es buena precaución por parte del predicador poner su propio reloj sobre el pulpito en el momento de empezar, evitando hacerlo durante el curso del sermón, y menos al final.

El llamamiento

El llamamiento o invitación deriva de la conclusión, es importante que antes de realizarlo, el predicador se percate de cual es el ambiente reinante en medio de la congregación. Vila (1968) señala lo siguiente:” Ni la excesiva insistencia, ni la gritería extrema son señales del Espíritu Santo”. (p.1 16).

El llamamiento o invitación, es el momento decisivo y crucial del mensaje, en donde las verdades expuestas en el tema, impulsan a tomar una decisión

y es el Espíritu Santo quien debe tener el dominio total para mover los corazones de los hombres.

- Recomendaciones para realizar el llamamiento:

(a) Debe ser breve.

(b) Acentuando todos los aspectos positivos y esperanzadores del mensaje.

(o) Debe realizarse con autoridad y convicción de la realidad del mensaje.

(d) Evitar las expresiones humorísticas.

(e) La oración final debe ser sencilla.

RESUMEN DE LAS PARTES DE UN SERMON

1.- Introducción

2.- Cuerpo o divisiones.

4.- Aplicación o conclusión

Para elaborar el sermón se deben haber cumplido los puntos anteriores, que es la plataforma o la base sobre la que se va a construir el mensaje.

La Introducción en el sermón

Tomado del libro de Orlando Costas: “Comunicación por medio de la Predicación”

Es sermón es la defensa de un punto de vista. Debo probar lo que estoy diciendo lo cual es la tesis que me da el eje del sermón.

Ej- Quiero demostrar que Jesucristo no ha regresado porque hay varias razones bíblicas para ello.

Sin un punto o tesis se puede caer en hablar mucho pero no llega a nada concreto, la tesis debe mencionarse durante el mensaje por lo menos tres veces.

Para pasar de la introducción al mensaje en sí se debe elaborar una frese de transición, por ejemplo hacerle una pregunta la tesis. Ej. ¿Cuáles son las razones por las cuales Jesucristo no ha regresado a la tierra? Respondiendo a esta pregunta me da los puntos que voy a desarrollar en el sermón.

Primera razón= profética

Segunda razón = ciencia

Tercera razón = moral

Cuarta razón = histórica.

Elabore en el mensaje que esta trabajando de Lucas 5: 1- 11 los siguientes puntos:

TEMA

TITULO

INTRODUCCION

TESIS

PREGUNTA DE TRANSICIÓN.

Ejemplo: Asunto santidad

Tema: El limpio de corazón

Título: Un corazón limpio agrada a Dios.

(Después de haber desarrollado la introducción redacto la tesis).

Tesis: Todo creyente debe agradar a Dios sirviéndole con un corazón limpio.

Interrogante: ¿Por qué?

Divisiones:

1) Porque el Señor pide la limpieza interior del corazón.

1.1) ¿Qué es un corazón limpio? (Secundaria)

1.2) ¿Cómo se presenta en la Palabra?

2). Porque de un corazón limpio es más agradable la alabanza.

2.1) El concepto alabanza envuelve la limpieza del corazón. (Recuerde que su tema es la limpieza del corazón y no la alabanza al argumentar.)

2.2) Alguien dijo: Puedo servir a Dios y hacer lo que quiera.

3). Porque un corazón limpio está más receptivo a sanas revelaciones de Dios.

3.1) La limpieza de corazón nos lleva a profundidades con el Señor.

3.2). Nos permite vernos mejor, ver a los demás y que Dios sea visto en nosotros.

Conclusión Llamamiento y aplicación

TEMA 3 ORATORIA

SEIS PROCESOS RETÓRICOS PARA EL SERMÓN

1. PROCESO DE NARRACIÓN. Significa narrar datos bíblicos o acontecimientos tanto del ayer como de hoy para relacionar al predicador con la congregación, la tesis, el tema y la base bíblica. Ejemplo Salmo 137 nos habla del comportamiento en el cautiverio. Uso la narrativa de la siguiente manera: Todo cautiverio produce una crisis, un problema de conciencia o un complejo es un cautiverio y Dios nos quiere liberar hoy.

Puedo interrelacionar dos cosas: hablo del cautiverio pasado, pero le voy a hablar del cautiverio de hoy de de cómo salir de él. A la gente le gusta que le hablen de su problema actual. Para la narración la mejor información la puedo encontrar en el contexto.

La Narración se usa primordialmente en la introducción, si es así se debe evitar usarlo en otras secciones del mensaje. Toda narración debe tener una aplicación práctica a nuestras vidas. Es llevar la situación al presente.

2. PROCESO DE INTERPRETACIÓN.

Tiene que ser un análisis del tema y de la tesis del mensaje. Interpretan lo que dice la base bíblica. Es posible buscar una ilustración o anécdota para que la gente pueda entender.

¿Cómo hacer una interpretación?:
a. Analizando

b. Comparando.

c. Haciendo contrastes.

d. Haciendo asociación de ideas y pensamientos.

3. PROCESO DE ARGUMENTACIÓN.

Se usa en el cuerpo del mensaje. Son los puntos de apoyo que se usan para demostrar la tesis, idea que expresa un punto de fundamento a la tesis. Ejemplo:

Vamos a exponer de modo muy breve los diversos recursos oratorios y figuras de lenguaje más comunes.

1.° La metáfora.

La Biblia es el mejor modelo de este estilo retórico por ser propio de los pueblos orientales y particularmente del hebreo. Las gentes primitivas se veían obligadas a este recurso a causa de la pobreza de su lenguaje. Así, por ejemplo, la palabra "cuerno" era usada para denotar fuerza; "monte" significaba soberbia; "carne", los sentimientos ruines y pecaminosos del ser humano; "llave", control o acceso, etc. De este modo las ideas abstractas o desconocidas eran expresadas o aclaradas mediante otras deas familiares al oyente, aplicando las cualidades de lo conocido a lo desconocido. Esto se observa no solamente en las metáforas directas como las antes citadas, sino también a las comparativas, de las que nos ocuparemos a continuación. Obsérvese un bello uso de metáforas en pasajes bíblicos como el de Isaías 10:1-20; 11:1-9; 18:1-7 y muchos otros.

El libro de Job está saturado de bellas imágenes que hablan a la mente con más elocuencia que todos los razonamientos. Es, esencialmente, un diálogo razonado con imágenes.

Jesucristo usó abundantemente este lenguaje, no lamente en sus grandes parábolas, sino también en sus discursos, como puede observarse en Mateo 5:13-26; 7:7-20; etc.

El uso de la metáfora, aunque no con tanta abundancia como en los tiempos bíblicos, se practica todavía en el estilo oratorio. En ella encuentran fuerza y belleza de expresión los mejores autores modernos. Es de admirar el siguiente párrafo de estilo metafórico que nos ofrece Donoso Cortés en su discurso sobre la Biblia:

... "El Génesis es bello como la primera brisa que refresco a los mundos, como la primera aurora que se levantó en el cielo, como la primera flor que brotó los campos, como la primera palabra amorosa que pronunciaron los hombres, como el primer sol que apareció en Oriente. El Apocalipsis de San Juan es triste como la última palpitación de la naturaleza, como el último rayo de luz, como la última mirada de un moribundo. Y entre este himno fúnebre y aquel idilio, se ven pasar unas en pos de otras las generaciones, etc." El autor de este Manual no está completamente de acuerdo con el juicio que le merece el Apocalipsis al eximio autor, ya que en el Apocalipsis vemos, particularmente en sus últimos capítulos, el albor de un nuevo día para la Humanidad redimida; pero prescindiendo del fondo no podemos menos que admirar la bella y apasionada oratoria del famosísimo discurso del gran literato español, que cantó como nadie las excelencias de la Biblia.

2.° La metáfora comparativa.

Es la forma retórica más abundante en el texto bíblico, sobre todo en la poesía hebrea, en la cual aparecen dos términos: Uno principal que se quiere realzar, ilustrado por otro secundario, más familiar y más fácil de comprender. Obsérvese la vivacidad de expresión y de significado en las siguientes metáforas bíblicas comparativas:

"Como el agua fría al alma sedienta, así son las buenas nuevas de lejanas tierras" (Prov. 20:25). "Como zarzillo de oro en nariz de puerco, así es la mujer hermosa y faltada de razón" Prov. 11:22). "La esperanza que se prolonga es tormento del corazón, mas árbol de vida el deseo cumplido" (Proverbios 13:12).

En vez de muchas metáforas para un solo concepto, puede a veces usarse una misma metáfora para diversos casos. Un ejemplo de ello lo hallamos en los primeros párrafos de un mensaje radiofónico del doctor J. F. Rodríguez sobre la paternidad. Helo aquí:

"No solamente es padre el que transmite su sangre a otra persona que se llama su hijo. Todo el que promueve una empresa se considera padre de la mima. Así, Stephen Douglas es el padre de la doctrina llamada "soberanía popular", en los Estados Unidos. Hipócrates es padre de la Medicina; Homero, de la épica; Esquilo, de la tragedia; Herodoto, de la historia; Rabelais, del ridículo; Aristófanes, de la comedia; Jefferson, de la democracia; Abraham, de la fe; Atanasio, de la ortodoxia, y Satanás, de la mentira".

3.° La antítesis.

Esta forma literaria consiste en poner en comparación dos cosas enteramente opuestas para hacer resaltar aquello que se propone exaltar. Este estilo es muy adecuado para aplicarlo a sucesos tales como el nacimiento de Cristo, su resurrección o su ascensión. Véase, por ejemplo, este trozo de Fray Luís de Granada, que pone en contraste la gloriosa preexistencia de Cristo con su encarnación.

"¡Oh venerable misterio, más para sentir que para decir; no para explicarlo con palabras, sino para adorarlo con admiración y silencio! Qué cosa más admirable que ver aquel Señor a quien alababan las estrellas de la mañana, aquel que está sentado sobre los Querubines y que vuela sobre las plumas de los vientos, que tiene colgada de tres dedos la redondez de la tierra, cuya silla es el cielo y estrado de sus pies la tierra, ¡que haya querido bajar a tanto extremo de pobreza, naciese, le pariese su madre en un establo y le acostase en un pesebre!".

Obsérvese en este trozo cómo la metáfora es usada a cual antítesis. Lo mismo que en el pasaje bíblico siguiente:

"Al que no conoció pecado, hizo pecado por nosotros; para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en El" (2.a Cor. 5:21).

4.° La interrogación y la admiración.

Hallamos en la Biblia abundantes ejemplos de estas formas de expresión como puede observarse particularmente en libro de Job, los Salmos y la carta a los Romanos. (Véanse Job 7:17-21; 15:1-16 y 38; Salmos 22 y 74 y Romanos 3, 8, 9 y 11.) El pre­dicador moderno que predica con énfasis, deseando que el mensaje llegue al corazón de sus oyentes, no podrá menos que hacer uso de tales formas incisivas de expresión, de las cuales no debe abusar hasta parecer un charlatán callejero, pero que no debe rehusar en lugares apropiados de su mensaje. Los predicadores fríos, o pagados de sí mismos, parecen avergonzarse de aquellas formas de lenguaje que enfatizan las ideas. Tal es su afán de no salirse de tono.

5.° Figuras de reiteración.

Estas son muy frecuentes en la Biblia y suelen ser usadas también por los predicadores modernos más elocuentes, como hemos tenido ocasión de ver en el famoso discurso de Donoso Cortés. Debe pro­curarse, empero, que la reiteración tenga algún motivo y sentido, no una simple repetición. Es necesaria que la reiteración sea formulada mediante un sinónimo adecuado que añada nueva luz y color a la inicial expresión de la idea. Esto es lo que observarán nuestros lectores en el antedicho famosísimo discurso sobre la Biblia, desde el principio hasta el fin.

Véase otro ejemplo de Miguel de Unamuno en su libro Del sentimiento trágico de la vida:

"Una y otra vez, durante mi vida, heme visto en trance de suspensión ante el abismo; una y otra vez heme encontrado sobre encrucijadas en que se me abría un haz de senderos, tomando uno de los cuales renunciaba a los demás, pues que los caminos de la vida son irreversibles, y una y otra vez en tales únicos momentos he sentido el empuje de una fuerza consciente, soberana y amorosa. Y ábresele a uno luego la senda del Señor".

Vemos cómo la reiterada expresión "una y otra vez" embellece este párrafo poniéndole énfasis, y cómo su belleza oratoria es aumentada por algunas oportunas hipérboles. Nótese que podía el autor usar esta expresión al principio y luego enumerar todas sus experiencias. Se hubiera entendido lo mismo y hasta hubiera ganado en brevedad; pero carecería el poder que le daba insistencia de la palabra "una otra vez" al principio de cada una de las frases. Consideremos este otro párrafo del mismo libro del famoso catedrático de Salamanca:

"Hay que creer en la otra vida; en la vida eterna; el más allá de la tumba, y en una vida individual y personal; en una vida en la que cada uno de nosotros sienta su conciencia, y la sienta unirse, sin confundirse con las demás conciencias, en la Conciencia suprema, en Dios. Hay que creer en esa otra vida para poder vivir ésta y soportarla y darle sentido y finalidad".

6º Figuras de reiteración al comienzo de las partes de la cláusula.

Un ejemplo de esta oratoria lo tenemos en el discurso de Anatole France ante los estudiantes de Buenos Aires:

"Creo en el amor; creo en la belleza; creo en la justicia; creo, a pesar de todo, que en esta tierra el bien triunfará del mal y los hombres creerán en Dios... ¡Soñad! Si en el sueño no hay ciencia, no hay sabiduría. ¡Soñad! Vuestros sueños no serán vanos. La Humanidad, tarde o temprano, realiza los sueños de los sabios. ¡Soñad! No temáis la justicia, amad la verdad".

Como puede verse, todo el bellísimo efecto de este párrafo se debe a la repetición de la palabra creo, cuatro veces en el primer párrafo, y de la palabra ¡soñad!, tres veces en el segundo.

Observamos un breve párrafo de este estilo en el antes citado libro del doctor J. F. Rodríguez:

"Hablemos de algo que parece irse de la tierra; hablemos de algo que parece morir bajo el peor odio constante de los egoísmos, las violencias y el materialismo que impera en esta edad del siglo xx. Hablemos de la bondad".

O este otro párrafo de su sermón radiofónico "El privilegio de llorar":

"Dios nos ha dado emoción porque en El mismo debe existir un caudal de ésta. Nos dio lágrimas por­que El también llora; nos dio alegría porque El se alegra; e hizo posible la tristeza en nosotros porque su corazón se entristece."

"Abraham lloró por Sara; lloró José cuando se arrepintieron sus hermanos, lloró Jeremías la condición apóstata de su patria, lloró David la ruina de Absalón, lloró Pedro su dolorosa caída, lloró la pecadora a los pies del Señor, lloraron reyes la pérdida de sus tronos. Y lloró nuestro Salvador, consagrando las lágrimas como un privilegiado cristiano".

He aquí un bello párrafo, también del doctor Rodríguez, con una reiteración basada en diversos aspectos de una misma persona, Cristo: "Nuevamente nos hallamos ante el Maestro. Ante Maestro con letra mayúscula. Nos hallamos ante el divino Rabí y Salvador Jesucristo."

7°. Reiteración al final de los períodos.

A veces, la palabra que se repite puede ser colocada al final de cada período, produciendo también un interesante efecto de reiteración. He aquí un ejemplo de un autor cubano:

"Percibimos por hábito, imaginamos por hábito, sentimos por hábito, decidimos por hábito, y nuestro carácter es el conjunto de nuestros hábitos".

Obsérvese en este ejemplo cómo la frase final redondea y concluye el párrafo; expresando la aplicación general de las afirmaciones anteriores que concluyen todas con la palabra hábito.

8º. Al principio y al fin de los períodos.

Esta forma es más rara, pero puede observarse ejemplo que se hace incisivo por medio de preguntas:

"¿Quién quitó la vida a su propia madre? ¿No fue Neron? ¿Quién hizo expirar con veneno a su maestro? El mismo Nerón. ¿Quién hizo llorar a la Humanidad? Sólo Nerón".

En este párrafo la clave del énfasis es el propio nombre. Pero la palabra Nerón es presentada de formas diversas, mediante "fue", "el mismo" y "sólo".

Es esta variedad de formas, al par que las preguntas, lo que da belleza al párrafo.

9.° Comenzar una frase con la palabra o idea con que terminó la anterior.

He aquí un ejemplo de esta forma retórica en la segunda epístola de San Pedro, cap. 1, vers. 5-7:

"... vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, mostrad en vuestra fe virtud, en la virtud ciencia, en la ciencia templanza, en la templanza paciencia, en la paciencia temor de Dios y en el temor de Dios amor fraternal y en el amor fraternal caridad..."

O este otro del apóstol San Pablo:

"Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, se resucitará en incorrupción".

"Se siembra en deshonra, se resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder; se siembra cuerpo animal, resucitará en cuerpo espiritual; hay cuerpo animal y cuerpo espiritual... Cual el terrenal, tales también los terrenales, y cual el celestial, tales también los celestiales; y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos la imagen del celestial" (1.a Cor. 15:42-44 y 48-49).

Podemos observar en todos estos ejemplos cómo la retórica, cuando es fruto de una convicción sincera (como ocurre en el caso de los escritores apostólicos), no es una simple música de palabras, sino una reiteración que sale de dentro del corazón y enfatiza las verdades que se procura expresar.

10º. Relación de la homilética con la elocuencia.

Como hemos dicho al principio, la homilética parece ser enemiga de la elocuencia, ya que la ciencia homilética frena, detiene, marca senderos al predicador y le obliga a volver al camino cuando éste ha alcanzado fogosamente su imaginación tras un bello párrafo oratorio. Pero la verdad es que la homilética representa el mejor apoyo de la oratoria.

Volviendo a la comparación que expresábamos al principio, diremos que la homilética es tan útil y esencial a la oratoria como el esqueleto lo es del cuerpo. ¿Qué sería, en efecto, nuestro cuerpo, sin el esqueleto que lo sostiene? Un montón informe de carne sin belleza ni estética alguna. Así son los sermones que el autor ha tenido a veces que sufrir, escuchándolos de labios de predicadores fogosos y bien intencionados, pero faltos de los necesarios cocimientos de homilética. Hablaban, gritaban, gesticulaban y se entusiasmaban diciendo "cosas buenas"; pero la gente decía después, en nuestro expresivo catalán: "Saps lo mateix quan ha comencat com uan ha acabat" (Sabes lo mismo cuando empieza que cuando acaba). Porque lo cierto es que el mismo predicador no sabía por dónde andaba. Lo curioso del caso es que tales predicadores escriben a veces sus bosquejos y los traen al pulpito. Pero son bosquejos disparatados, sin orden lógico alguno, no forman un esqueleto ordenado, siguiendo un plan; sino que son un conjunto de frases de las que ellos mismos se han enamorado y las escriben como punto I, punto II, punto III del bosquejo, aun ando no tengan relación lógica entre sí. Solamente les sirven para alargar el sermón, saltando de una frase a otra; no para dar al mensaje un sentido planificado.

Algunas veces hemos recomendado a algunos predicadores enamorados de la retórica, pero faltos de homilética: "Ponga una cinta magnetofónica en operación y escúchese a sí mismo, después, a solas, procure seguir el hilo de su propio sermón y verá que no puede. Se dará cuenta de los saltos de pensamiento que se ha visto obligado a hacer por falta de plan."

Sin embargo, hemos tenido que decir a otros: "No se limite a presentar un esqueleto en el pulpito, pues la gente espera y necesita algo más." Hay predicadores hábiles para escribir un buen bosquejo, pero que son incapaces de revestirlo con la carne y los músculos necesarios para darle cuerpo.

Debemos decir que abundan más los predicadores del primer ejemplo que del segundo, sobre todo entre la raza latina, ya que nuestra idiosincrasia es de gente habladora. Al famoso orador Emilio Castelar daba placer oírlo, pero se dice que la Cámara de los Diputados temblaba cuando se ponía en pie, pues nadie sabía cuándo iba a terminar. Es mucho peor con los malos "Castelares" que conocemos.

El discurso oratorio es un arte de buena proporción. Es necesario revestir de carne el esqueleto en cada una de sus partes; pero no con exceso en ninguna de ellas ni tampoco en su totalidad. En el cuerpo oratorio, como en el cuerpo humano, es peor cuando el exceso es parcial que cuando es total.

Recordamos a un predicador que a veces (no siempre) traía al pulpito bosquejos bastante aceptables, y cuando anunciaba su plan, o nosotros lo preveíamos, esperábamos oír un buen mensaje. Pero ocurría, por lo general, que ponía tanta carne en el primer punto o en los dos primeros; es decir, hablaba tanto, extendiéndose en frases retóricas (que muchas veces poco tenían que ver con el mensaje), que al llegar a los últimos puntos, los mejores y que más se prestaban a una enseñanza espiritual, tenía que apresurarse por el imperativo del reloj, a fin de evitar que algún diácono impaciente apretara desde el vestíbulo el botón eléctrico que iluminaba el letrerito del pulpito que decía: "Su tiempo ha terminado"; y así nos dejaba contristados y vacíos.

En cambio, hemos oído de otro predicador joven y de tendencia modernista, quien se limitaba a leer muy lentamente, con muy poco comentario y pasaba un martirio, haciéndolo pasar también a sus oyentes, con su hábito de mirar a cada momento su reloj de pulsera para cerciorarse de que ya faltaban pocos minutos para la hora de terminar. ¡Y las manecillas se movían tan lentamente...! No hay que decir que, aunque no le faltaba inteligencia, sus defectos eran la pereza y su falta de fuego espiritual.

El predicador debe cultivar el arte de la retórica y mantener un verdadero arsenal de frases bellas en el archivo de su mente; pero, sobre todo, debe llevar un plan bien estudiado, sobre el cual aplicar aquellas frases hermosas que ha tenido ocasión de pensar durante el estudio del sermón.

EJERCICIO PRÁCTICO

Vístanse con frases retóricas adecuadas los siguientes bosquejos homiléticos:

Ejemplo

LA MANO DE DIOS

Salmo 19:1 y Juan 10:27-29

Introducción. — Hacer notar el gran número de veces que la expresión "mano" aparece en la Biblia, y que en su mayoría se refieren a Dios.

La figura es adecuada, porque cualquier idea de nuestra mente la realizamos con nuestras manos. La expresión hiperbólica «mano» significa facultad de poder. No podemos imaginarnos a Dios como un hombre, pero nos ayudará a comprender a Dios (es decir, lo que El es, lo que hace y se propone) el estudio de esta gráfica expresión en la Biblia.

I. Las manos de Dios son GRANDES.

«Los cielos cuentan la gloria de Dios y la expansión denuncia la obra de sus manos» (Salmo 19:1).

Hay billones de estrellas en el Universo, pero no circulan sin ton ni son. El .Universo se habría destruido a sí mismo si la fuerza que mueve los astros fuera un impulso ciego e ininteligente. Lo que llamamos leyes de la Naturaleza, demuestra un Legislador. Por esta razón los astrónomos pueden predecir el eclipse, o el paso de un cometa dentro de un centenar de años, con la precisión de día, hora y minuto. (En cada uno de los puntos de este breve comentario hay lugar para bellas frases oratorias.)

II. La mano de Dios es SABIA.

«La diestra de Jehová hace maravillas» (Salmo 118:16).

Considérese el "computador electrónico" del cerebro humano, comparándolo con el complicadísimo instrumento inventado por la ciencia del hombre. Obsérvese:

a) Su pequeño tamaño comparativo.

b) Su material: células de carne, en vez de voluminosos aparatos de metal, plásticos, cristal, cartón, etc.

c) Sus variadísimas disposiciones y los numerosos órganos del cuerpo que controla.

De nada podemos decir: "Es imposible, contando con el poder y sabiduría de Dios." (Nueva oportu­nidad para poner párrafos que realcen y aclaren los pensamientos esenciales de este apartado.)

III. La mano de Dios es PODEROSA.

"Con mano fuerte y con brazo extendido" (Deuteronomio 5:13).

Lo que para el hombre es completa imposibilidad es sencillísimo para los recursos de Dios. Ilústrese comparando los recursos de un troglodita y los del hombre civilizado, haciendo observar cómo los avances de la civilización tienen como base las leyes sabias de la Naturaleza. El poder del hombre no es sino una débil consecuencia y reflejo del poder y sabiduría de Dios. (Aplíquese a esta lógica, seca por sí misma, los recursos de la elocuencia para revestir también esta parte del mensaje con belleza oratoria.)

IV. La mano de Dios puede ser RESISTIDA.

Los átomos y moléculas del Universo entero obedecen dócilmente a la voluntad del Todopoderoso; pero no es así con los seres espirituales. Dios tiene servidores convencidos de su sabiduría y amor (los ángeles), no robots. Compárese Isaías 53:1-2 con el vers. 3.

La mano que nos creó con imponderable sabiduría y poder y nos redime del poder de Satanás no ha anulado nuestra voluntad. Podría aplastarnos, pero nos respeta; respeta nuestro yo malo, lo redime y colabora con nosotros en la formación de un nuevo carácter apto para el Reino de los Cielos. Esto nos lleva a declarar que:

V. La mano de Dios es DELICADA.

¿Habéis visto la mano de un escultor? Podría sacar kilogramos de piedra de un solo golpe y saca miligramos. ¿Habéis visto la de un cirujano? Nosotros cortaríamos nervios y tendones, venas y arterías; él sabe por dónde tiene que hacer pasar su bisturí y hasta dónde tiene que llegar.

En el terreno espiritual leemos: "Fiel es Dios que no os dejará ser tentados más de lo que podéis llevar..." (1.a Cor. 10:13). Su obra en nosotros sigue por toda la vida y proseguirá hasta el más allá. "Y conoceremos y proseguiremos en conocer a Jehová" (Oseas 6:3). "...Ahora conozco en parte, en­tonces conoceré como soy conocido..." (1.a Cor. 1:13).

Por esto, imitando a nuestro Padre, Señor y Modelo, nuestra mano debe ser delicada con nuestros hermanos. Un pastor sabio que tiene que reprender procurará no ofender al culpable, pero tampoco quiere dejar "pus de pecado". Se siente obligado a implorar: "¡Soy un ministro tuyo, Señor, dame sabi­duría!"

VI. La mano de Dios debe ser ACEPTADA.

Nos ponemos en las manos del médico. Así debemos hacerlo en el terreno espiritual (Santiago 4:10 y Job 34:32). Sólo así daremos a Dios la ocasión de manifestar su gloria en nosotros. (Revístase también esta parte con bellos y sinceros párrafos oratorios.)

VII. La mano de Dios es PROTECTORA.

La diestra que nos ha creado, nos cuida y nos moldea, también nos guarda (Juan 10:27-30). Obsérvense en este pasaje dos manos unidas en el mismo: unas invisibles, las otras tangibles; si bien forman parte de un cuerpo glorificado (Juan 20:27).

Una razón porque Dios no puede abandonar a los suyos se halla en Isaías 49:16. Lo que era mera hi­pérbole en cuanto a Israel es realidad en nuestro caso, sus manos horadadas son testimonio perenne de su amor. ¿Cómo podría olvidarnos si le costamos tanto?

VIII. Una última hipérbole GLORIOSA: Is. 62:2-3.

Es una referencia a los gruesos anillos de los mo­narcas orientales. El pueblo redimido del Señor será un día como "diadema de Reino" en la mano de Dios. (Véase Efesios 1:12.)

Conclusión o recapitulación.

Somos moldeados hoy por la mano fuerte, sabia, poderosa y delicada de nuestro Creador y Redentor para que podamos venir a ser un día ejemplo y mo­tivo de alabanza, cuando seremos presentados "a principados y potestades en los cielos"; "a los 99 justos" de la parábola. Es decir, a multitudes de millones de millones de seres inteligentes que no han necesitado redención ni transformación por gracia, las cuales pueblan, indudablemente, el insondable Universo de Dios.

Demos gracias por estas sabias manos y some­támonos a ellas, para que podamos un día ser por ellas elevados a las alturas de su propia gloría (Juan 17:24).

La elocución del sermón

Muletillas. — El predicador que no se ciñe estrictamente a un manuscrito, sino que predica con un simple bosquejo o sin él, se ve obligado a construir en el mismo pulpito muchas frases del sermón. Muchas de ellas habrán sido pensadas de antemano durante el estudio y volverán a la mente del predi­cador por asociación de ideas, pero muchas tendrán que ser improvisadas en el mismo momento de la predicación, y si el predicador no viene muy bien preparado, encontrará dificultad en formular las frases con la rapidez requerida. En tal caso corre gran peligro de introducir palabras de significado vago, que se avienen a toda clase de conceptos y se llaman "muletillas", o sea, apoyos que permitan al predicador descansar un instante para buscar las palabras que le conviene hallar. Hay personas que se hacen insoportables por el gran abuso de muletillas que usan en la misma conversación, y no menos pesado se hace el orador que cae en el hábito de usar alguna de tales muletillas con excesiva frecuencia durante la predicación. He aquí una lista de las

MULETILLAS MÁS USUALES

"Precisamente", "verdaderamente", "ciertamente", "sencillamente", "de cierto", "en verdad", "grandemente", "oportunamente", "maravillosamente", "amigos míos", "queridas almas", "queridos hermanos", "en vista de esto", "en razón de lo dicho", "¿entendéis ahora?", "sabemos, pues", "compréndelos", "podemos pensar", "podemos estar seguros", podemos "afirmar", "podemos creer", "es necesario suponer", "en conciencia", "con toda verdad", "con toda certeza", "es innegable", "lo cual".

A veces se convierte en muletilla la repetición frecuente de un texto bíblico o de la línea de un himno. Hay predicadores que no pueden terminar un sermón sin tratar de demostrar la absoluta perdición de la insuficiencia humana por medio de la frase de Isaías: "Todas nuestras injusticias son como trapos de inmundicia", o bien: "Pasóse la siega, acabóse el verano y nosotros no hemos sido salvos." Frases que a causa de su alto simbolismo resultan incomprensibles para el oyente nuevo y, por lo tanto, debieran evitarse, si no hay la oportunidad de explicar la figura.

Spurgeon fue advertido por un crítico, quien cada domingo dejaba sus observaciones escritas sobre su púlpito, del gran abuso que hacía de las siguientes líneas del himno:

Ningún precio traigo a ti,

Mas tu cruz es para mí.

Spurgeon reconoció la verdad de la crítica y nos dice que se esforzó en no abusar de una estrofa tan apropiada y de gran significado, pero que al ser repetida en tantos de sus sermones había llegado a perder gran parte de su valor para sus habituales oyentes.

En las oraciones, las muletillas más corrientes y la propia mención del nombre del Señor, que algunas veces se repite de un modo realmente abusivo, resultando, sin darse cuenta, un quebrantamiento del tercer mandato del decálogo.

Otros recurren a una muletilla más larga añadiendo algún adjetivo al nombre del Señor como "Padre de misericordia", "Padre amantísimo", "Señor todopoderoso", expresiones que repiten docenas de veces en unos minutos.

Todas las palabras y frases que hemos citado, y muchas más que podríamos añadir, son correctas y útiles usadas alguna vez en el lugar que les corresponde, pero se convierten en fastidiosas muletillas tan pronto como se hace de ellas un uso abusivo. El predicador debe velar sobre sí mismo para evitar tales hábitos viciosos, y debe aun enseñar a sus miembros a evitarlos si es posible.

PRONUNCIACIÓN Y ENTONACIÓN

A la corrección de estilo sigue en importancia la buena elocución, o sea, la correcta pronunciación y entonación del sermón.

Spurgeon dice al respecto:

"Empieza a hablar con calma y sin levantar excesivamente la voz desde el principio. Ya vendrá la ocasión de hablar con calor en el curso del sermón. Sin embargo, principia con aire decidido, como el que está seguro de que tiene algo importante que comunicar, y asegúrate de que el volumen de voz es suficiente para que los que están sentados en los últimos bancos puedan oír desde la primera palabra."

Aspira profundamente en las pausas, para que la falta de aire no te obligue en los párrafos largos a apresurarte y bajar la voz.

Articula las palabras distintamente. Procura corregir los defectos de pronunciación regional. Los ingleses tienen sus propios defectos regionales. En cuanto a nosotros, podemos notar: las vocales abiertas, en los predicadores catalanes; la z en lugar le s y la falta de terminación de muchas palabras, entre los de origen andaluz. Tanto unos como otros pueden, con perseverancia y esfuerzo, lograr hablar buen español. No es excusa el origen regional del predicador para no esforzarse a tal respecto. Todos deben esforzarse en conseguir la pronunciación correcta y completa.

Acostúmbrate —dice el Dr. Blackwood— a poner las pausas en el lugar que les corresponde. Tanto en textos bíblicos como los propios párrafos del sermón resultan mucho más comprensibles para los oyentes si el predicador los pronuncia con las pausas adecuadas. Haz la prueba con los siguientes textos, pronunciándolos, primero de corrido o como tienes por costumbre, y luego poniendo atención a las pausas según se indica.

Mateo 11:28

"Venid a Mí (pausa) todos los que estáis trabados y cargados (pausa) y Yo os haré (ligera pausa) descansar."

Juan 4:8

"Dios es (pausa) amor." Nótese la diferencia en el texto tan breve si se pronuncian las tres palabras de corrido sin hacer la pausa que se indica, si se pone antes del verbo "es". En tal caso la solemne frase perderá sentido, porque, sobre todo los oyentes de los últimos asientos, la percibirán como "dioses amor", expresión sin significado alguno.

Juan 5:24

"De cierto, de cierto os digo (pausa): El que cree en Mí (pausa ligera) tiene (pausa) Vida Eterna (pausa) y no vendrá (pausa ligera) a condenación (pausa), mas pasó (pausa ligera) de muerte a vida".

Isaías 1:18

"Venid luego (pausa ligera), dirá Jehová (pausa), y estemos (pausa ligera) a cuentas (pausa). Si vuestros pecados fueren (pausa ligera) como la grana (pausa), como la nieve (pausa ligera) serán emblanquecidos (pausa); si fueren rojos (pausa ligera) como el carmesí (pausa), vendrán a ser (pausa) como blanca lana."

Hágase la prueba de alterar las pausas aquí señaladas y se verá cómo se empeora la dicción y, por ende, la buena comprensión del oyente.

En las pausas marcadas como ligeras la voz debe mantenerse pronunciando la última sílaba más larga que las demás, mientras que en las pausas normales debe detenerse la voz en la forma acostumbrada cuando hallamos una coma en el escrito.

Al pronunciar frases muy solemnes y de amones­tación y en todas las de alabanza a Dios, citas de la Sagrada Escritura, etc., la atención a las pausas es de gran importancia. En el calor del discurso y de la argumentación el predicador no podrá prestar tanta atención a las pausas; pero si está habituado a observarlas de un modo correcto al hablar despacio y con solemnidad, lo hará instintivamente al hablar aprisa. El sentido común, más que las reglas, ha de ser su guía al respecto. Si no se detiene sino en las puntuaciones propias de la peroración, puede privar a su público de parar atención a ciertas palabras principales y producir la desagradable sensación de que está recitando su discurso como aprendido de memoria. Si, por el contrario, hace sus frases demasiado cortas o pone las pausas en lugar indebido, corre el peligro de hacerse pesado a los oyentes, dando la impresión de un niño que empieza leer. Predicadores bastante cultos producen a veces esta impresión cuando, pretendiendo hacerse solemnes, en el algún período del sermón apelan al curso de las frases cortas. El público inteligente: se da cuenta a la legua de cuando las frecuentes pausas y frases cortas son naturales y tienen como razón la solemnidad del mensaje, o cuando obedecen simplemente a la falta, de palabras o a la vanidad del predicador.

VELOCIDAD EN LA DICCIÓN DEL DISCURSO

¿Qué es preferible en el predicador, la predicación rápida, o la dicción lenta y pausada?

No puede darse regla fija al respecto, porque su conveniencia depende de muchos factores. En primer lugar el temperamento del predicador. Hay predicares a quienes por su carácter les caería mal la predicación pausada. Parecería un fingimiento, para los que conocen al predicador en la intimidad. Otro factor determinante de la velocidad es la clase de sermón y los diversos períodos del mismo, ningún predicador sensato pronunciará su sermón desde la primera frase hasta la última a la misma velocidad, ya que con ello daría la sensación de que está recitando. Como indicamos en la cita de Spurgeon, es necesario empezar a paso moderado y aumentar naturalmente la velocidad al hablar con mayor vehemencia. Cuando lleguéis a alguna frase que seáis que el oyente recuerde bien, parad el ritmo del discurso y pronunciad aquella frase con calma, o da una sensación de alivio a la mente de los oyentes, sobre todo si el predicador es fogoso y ya ha hablado largo rato a gran velocidad. Spurgeon acostumbraba hablar a razón de 140 palabras por minuto según su taquígrafo. La predicación por la radio suele hacerse a razón de 120. Estos datos se refieren a palabras de lengua inglesa. Las palabras españolas suelen ser más largas, y el número de ellas es inferior, excepto en predicadores muy fogosos. La predicación por la radio suele ser más regular que la del pulpito, debido a que la au­sencia del auditorio priva al orador del entusiasmo que produce un público atento.

La actitud y el gesto

Spurgeon dedica dos capítulos de su obra más popular sobre la predicación, al estudio y crítica del gesto en los predicadores. Pero creemos que no es necesario hacerlo con tanta extensión en este libro. Con decir que debe suprimirse todo gesto raro o ridículo y cultivar la naturalidad, está dicho todo lo esencial.

El gesto ridículo suele producirse por las siguien­tes causas:

1.a El temor. El predicador se siente objeto de todas las miradas y busca alivio en alguna acción, llevado por su nerviosismo.

2.a La dificultad para encontrar la palabra adecuada. Un predicador levantaba la cabeza e introducía dos dedos en el cuello de la camisa, paseán­dolos alrededor, cada vez que sentía dificultad para hallar una palabra. Otros practican la fea costumbre de rascarse la cabeza, dando la falsa sensación de hallarse atormentados por parásitos. A los más les sobreviene una tos seca, forzada, artificial, que, al ser repetida constantemente por un predicador que no padece catarro ni tuberculosis, denuncia a la vista de todos que el motivo está en la mente y no en los bronquios del orador.

3.a El simple hábito, sin razón determinante alguna, es muchas veces suficiente para crear y perpetuar un gesto ridículo en ciertos predicadores.

He aquí algunos de los principales:

GESTOS Y ACTITUDES IMPROPIAS

a) Balancear el cuerpo de un lado a otro del púlpito en un movimiento que Spurgeon llama de péndulo.

b) Levantar las hojas de una punta de la Biblia, rozándolas con el dedo, como si estuviera buscando el número de una página que no encuentra.

c) Romper la Biblia a puñetazos a cada pensamiento pronunciado con énfasis. Lutero tenía tal hábito de golpear el pulpito, que se muestra todavía en Eisenach una gruesa plancha de madera que rompió "golpeando un texto".

d) Ponerse una mano en el bolsillo y para aliviar la tensión nerviosa mover algún objeto escondido en el mismo, una llave, calderilla, etc. Lo más desastroso de este hábito es cuando el predicador produce ruido con dichos objetos, distrayendo la atención de los oyentes. Hace medio siglo había un pastor en Barcelona que era notable por esta perniciosa costumbre, que todos sus buenos miembros lamentaban, pues con ello distraía la atención y producía una impresión muy desagradable a los nuevos oyentes, como si quisiera hacer ostentación del dinero que llevaba en el bolsillo.

é) Colocar ambas manos en la cintura, en la actitud que en el lenguaje vulgar se denomina "en jarras", parece un gesto demasiado vulgar y excesivamente ridículo; sin embargo, algunos oradores han llegado a adoptarlo en ciertos momentos de nerviosismo.

f) Levantar la palma de la mano izquierda y mirarla fijamente como si en ella estuviese escrito el sermón, es un gesto ridículo en el que han incurrido varios predicadores. Spurgeon cuenta de uno que tenía además la costumbre de tocar el centro de la mano con el índice de la derecha como si tratara de horadarla.

g) Pasar el dedo meñique sobre las pestañas cuando falla la memoria ha sido costumbre de muchos predicadores importantes, pero debe evitarse si se convierte en hábito.

h) Levantar ambas manos a un tiempo es una actitud que no tiene nada de grotesco si no es exagerada. Rafael pintó a San Pablo en esta actitud, predicando en Atenas, pero puede resultar ridícula si se repite con exceso. Es más natural levantar una sola mano con el índice en alto y moverla al compás de la frase. Pero aun esta acción tan natural, si se repite constantemente y no sólo en los momentos adecuados, que son al pronunciar consideraciones sentenciosas, resulta petulante.

Este mismo gesto, tan común en los buenos predicadores y el más adecuado para muchos períodos del sermón, resulta empero inadecuado en una exhortación muy vehemente, para la cual es más propio levantar las dos manos.

i) Una acción no permisible en ningún caso, pero en la cual han caído algunos predicadores, es la de cerrar el puño o a veces ambos puños y levantarlos en alto como si amenazaran con ellos a la concurrencia.

j) Apoyarse sobre la Biblia, extendiendo el cuer­po hacia adelante como para lanzarse sobre los oyentes, era una actitud característica y común de Juan Knox, que resultaba natural y adecuada para el vehementísimo reformador (véase el último grabado sacado de un dibujo de la época), pero que de ningún modo conviene a un predicador moderno si no es en un momento de gran emoción, que no en todos los sermones ha de producirse.

LA RIGIDEZ

Hay muchos predicadores que por temor a caer en gestos ridículos apenas gesticulan al predicar, ateniéndose en una pose rígida, calculada y fría, que en nada ayuda a la comprensión del sermón, ni habla mucho en favor de la misma sinceridad del predicador. Se cuenta a este propósito de un predicador anglicano, el cual preguntó a un popular dramaturgo:

—¿Cómo es que diciéndoles la verdad de Dios el pueblo no acude a escucharme y concurre en masa oír a usted que sólo representa farsas imaginarias?

A lo que respondió, muy acertado, el actor teatral:

—Es muy sencillo: Usted habla de la verdad como si fuese mentira, y yo presento la mentira como si fuese verdad.

La gesticulación es muy útil en el sermón para dar énfasis y comprensión al mismo, siempre que se practica acertadamente y con moderación.

GESTOS INOPORTUNOS

Una de las peores calamidades gesticulatorias del predicador es el gesto inoportuno. Parece imposible, pero algunos predicadores han adolecido de este defecto. El gesto no corresponde con la frase o pensamiento en el mismo momento que se pronuncia.

Spurgeon refiere de un evangelista que pronunciaba las palabras "Venid a Mí todos los que estáis trabajados, etc." con el puño levantado, y ponía énfasis en la última frase del texto "yo os haré descansar", con una enérgica evolución del puño en alto. Es fácil comprender el efecto contraproducente de este gesto tan poco adecuado a la frase que pre­tendía subrayar.

El predicador debe estar alerta sobre sí mismo para desarraigar cualquier hábito impropio, tanto de fraseología como de acción. Como todos los hábitos, es muy fácil suprimir un gesto ridículo al principio, pero cuesta mucho si se hace viejo. Cada predicador debe tener advertidos a sus íntimos de que le avisen si observan en él algún hábito anormal, y pro­curar corregirlo inmediatamente.

Que ningún predicador se deje empero intimidar por el temor de incurrir en gestos inadecuados, que sea natural, que exprese las cosas como las siente, accionando según sea su costumbre en la conversación, excepto en frases de exhortación sentenciosa que raramente ocurren en la conversación vulgar.

El predicador es un servidor y un profeta de Dios y no un actor; por lo tanto, no debe, como éste, exagerar el gesto. Ningún gesto es malo si es suyo, es decir, algo natural de su persona en el hablar común. Solamente en el caso de un gesto muy desacertado, cuando corre el peligro de repetirlo para toda clase de frases convirtiéndose en hábito, es que debe mirar de corregirlo. Pero como esto ocurre a los predicadores con excesiva frecuencia, por esto son necesarios estas advertencias y el estudio del gesto en los seminarios y escuelas bíblicas.

COMO CORREGIR EL GESTO Y LA DICCIÓN

En ciertos colegios de predicadores se corrigen los defectos del orador sometiéndole a la crítica de sus compañeros, en la siguiente forma:

El profesor distribuye hojas que contienen una descripción de todos los juicios posibles que puede merecer el predicador a sus oyentes, y cada estudiante subraya de la lista lo que le parece aplicable al compañero predicador, el cual puede ver la impresión que ha causado a la mayoría de sus oyentes por medio de las hojas referidas.

Evaluación crítica del predicador X.

Actitud general: ¿Descuidada? ¿Tiesa? ¿Cabeza atrás? ¿Inclinado adelante? ¿Manos en los bolsillos? De puntillas? ¿Movimiento oscilante del cuerpo?

Actitud con respecto a los oyentes: ¿Pretenciosa? De superioridad? ¿Indiferente? ¿Egoísta? ¿Absorbido en el sermón?

Expresión facial: ¿Dura? ¿De estatua? ¿Cruza el entrecejo? ¿Muecas con la boca? ¿Enseña los dientes?

Los ojos: ¿Fijos en el espacio? ¿Mira a menudo el techo? ¿Al suelo? ¿Los fija en alguna puerta, ventana u otro objeto del local? O solo a una persona

Primeras palabras del sermón: ¿Demasiado altas de tono? ¿Demasiadofuertes? ¿Demasiado débiles? Demasiado rápidas? ¿Indistinguibles? ¿Con expresión de enfado? ¿De timidez?

Voz: ¿De garganta? ¿Nasal? ¿Chillona? ¿Mandona? ¿Normal?

Alientos: ¿Respira poco? ¿Incluye demasiadas palabras entre respiración y respiración? ¿Queda sin aliento? ¿Rompe la frase para respirar?

Volumen: ¿Insuficiente para la sala? ¿Insuficiente al principio? ¿Excesivo al final? ¿Demasiado débil al final? ¿Baja la voz al final de párrafo?

Tono: ¿Demasiado alto al empezar? ¿Monótono? ¿Soporífico? ¿Olvida los cambios de tono?

Velocidad: ¿Demasiado aprisa al principio? ¿Demasiado despacio en general? ¿Poca variación de velocidad en el curso del sermón? ¿Poca variación entre discurso y discurso?

Fraseología: ¿Frases demasiado largas? ¿Ídem cortas? ¿Pausas impropias?

Pronunciación: ¿Correcta? ¿Erres demasiado fuer­tes? ¿Ídem débiles? ¿Con sonido de G? ¿Faltas entre B y V? ¿Vocales abiertas? ¿L demasiado pronun­ciadas con la lengua apretada al paladar? ¿Omite por provincialismo consonantes al final de palabras? (ejemplo: Madrí por Madrid). ¿Las sustituye por otra letra? (ejemplos: Madriz por Madrid; R por L, en curto por culto, arto por alto; J o X por Y, en cuyo, cayado, coyuntura (cuxo, caxado, cojuntura o coxuntura).

Énfasis: ¿Lo pone equivocadamente en palabras que no lo requieren? ¿Deja de ponerlo en palabras que lo necesitan? ¿Demasiado énfasis para ganar tiempo? ¿Demasiado poco, a estilo de recitación?

Gestos: ¿Poco movimiento? ¿Excesivo? ¿Empieza a gesticular demasiado pronto? ¿Demasiados gestos iguales? ¿Demasiado mover la mano de arriba a abajo? ¿Gestos espasmódicos impropios? ¿Demasiado índice doctoral? ¿Uso normal y correcto del índice? ¿Puño apretado? ¿Movimientos de charlatán con ambas manos?

El estudio de las observaciones de los oyentes sobre una lista semejante es muy útil al predicador, por lo que recomendamos a los que nunca han pasado por esta prueba en un Seminario se sometan a ella poniendo esta lista en manos de la esposa o de amigos íntimos, de percepción aguda y buena comprensión.

Sin embargo, queremos repetir con Spurgeon: «No se deje el lector intimidar por estos detalles temiendo a cada paso el ridículo. Corríjase de algún defecto grave si tiene de ello necesidad; pero olvide los juicios del público al dar el mensaje de Dios. "La vida es más que el alimento y el cuerpo más que el vestido", dice Jesús. Del mismo modo, la parte espiritual del mensaje es más que estos detalles. Predicadores correctos en sus maneras pueden ser muy pobres espiritualmente o en contenido del sermón, y predicadores cargados de defectos de expresión han sido grandes profetas de Dios. Pero si es posible alcanzar ambas cosas, mayor será nuestra eficacia y más alto el crédito de la gloriosa causa que defendemos. Tratemos de servir a nuestro adorable Señor con los mejores dotes que El mismo nos ha concedido y usémoslas del modo más adecuado y eficaz posible.

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Referencias Bibliograficas

Coleman, L. (1982). Como enseñar la Biblia. Texas: Casa Bautista de Publicaciones.

Mottesi, 0. (1989). Predicación y Misión. Miami: Logoi, Inc.

Núñez Briñez, G. (s.f.). El predicador laico y su mensaje. Caracas.

Symes, A. (1984). Auxilios para predicadores laicos y consejos para obreros.

Bogota: Buena Semilla.

Vila, 5. (1968). Manual de Homiletica. Tarrasa (Barcelona): Editorial Che.

Narváez, Isaías. Material de Curso

Material recopilado para fines didácticos por Lilibeth Baquero y Ursula Hahn

La Evangelización desde una perspectiva
funcional, integral y sanadora
Rvdo. Isaías Narváez
I. Hacia una definición funcional de la Evangelización

Quizás la forma más sencilla en que se ha definido la evangelización es, como la confrontación de los seres humanos con el Evangelio de Jesucristo. Esta confrontación lleva implícita la persona de Dios, su soberanía, orden y propósito. Como una acción o evento transformador esta tiene como base la comunidad eclesial. Pensando en los estilos clásicos, retrógrados o irrelevantes que descontextualizaban la evangelización, hizo que alguien comentara, que la Iglesia es hoy mas una laguna para pescar que el bote desde donde se pesca. Una correcta interpretación de este pensamiento seria, que como instrumento de evangelización se ha convertido más en una receptora de la revelación que en una comunicadora.

La efectividad de la confrontación descansa, en que la evangelización se canalice hacia la demostración y realización de los atributos divinos, tanto en acciones individuales como colectivas. Por eso, no es la finalidad ultima de la evangelización orientar la persona, mas hacia la aceptación de verdades intelectuales acerca de Dios, sino hacia experiencias reales, mas hacia conocer a Dios, que a conocer acerca de Dios.

Esta confrontación interpretada de forma dinámica y funcional evita que la orientación evangelística conduzca la persona, mas hacia una vida espiritual, mendiga y consumerísta, que hacia su superación y realización dentro del Reino. En las formas clásicas de evangelizar mucha gente como Bartimeo, supo dejar la orilla para entrar en el camino, pero no se les ha ensenado bien a como andar en el camino.

Dios no nos confronta para que su revelación se teorice o se legisle únicamente. Por eso, la pascua en la forma era una fiesta, pero en la esencia era justicia. El contenido requería una praxis o se nulificaba su valor. Su práctica tuvo un origen en el pasado, pero su esencia requería continuidad.



La demostración de los atributos divinos define la evangelización como confrontación. Hay que ampliar y definir esta aseveración para tener mas clara su definición. Hay atributos y propiedades de Dios a los que en la filosofía nos referimos como pertenecientes a la “deidad”, o los que constituyen la esencia misma de Dios, su propia naturaleza. Son propiedades de Dios desde antes de la creación, razón por las que puede tenerlas sin relacionarse con las cosas creadas. Por ser atributos absolutos no lo relacionan en una confrontación con el hombre porque se usan para definir su esencia. El escenario humano requería otros atributos como amor, misericordia y justicia para que se lograra una confrontación funcional. Sino fuera por estos atributos hablaríamos como los deístas de la ilustración, de un Ser absoluto que crea un universo pero lo abandona a sus propias leyes.

Son estos los atributos que nos permiten definir la evangelización como una experiencia de confrontación con el Evangelio y también nos permiten señalar que esta experiencia de confrontación tiene una dimensión funcional y terapéutica. Se pueden enmarcar dentro de un contexto emperico que nos permite definir e integrar mejor toda forma de adoración, predicación y enseñanza.

La vida de Jesús, sus recursos pedagógicos como las parábolas y sermones reflejan un alto contenido funcional y terapéutico de los atributos divinos y confrontan al ser humano, no solo en su condición de pecador, sino en su derecho a la justicia, el perdón, sanidad integral y restauración. Por su demostración de estos en la praxis, en milagros y parábolas de sanidad y restauración nos enseña, que los atributos de Dios en la evangelización son actos del corazón y no palabras en formulas ceremoniales.

A. La Evangelización como imperativo categórico en la Biblia

La Iglesia como entidad transformadora no puede pensar, si cumple o no con la tarea de la evangelización. En varios textos bíblicos, Jesús les ordena a sus discípulos cumplir con la evangelización como un mandato. En Marcos 16:15 se les ordena, “ID por todo el mundo y predicad el evangelio...”. En Mateo 28:19 se les ordena, “Id y haced discípulos...”, dos de los tres ángulos de la evangelización que ampliaremos mas adelante, el kerigmatico o la proclamación o la enseñanza.

La evangelización en su dimensión kerigmatica dejaría al evangelizado sobre cimientos de arena o plasticina, sino le educa para que eche buenos cimientos y raíces cristianas. La Iglesia debe entender, que aunque no todo lo que hace es evangelizar, lo que es y aquello que ha sido enviada a hacer debe tener una dimensión evangelizadora.





Escritores sobre la evangelización como el Dr. Mortimer Arias son renuentes al uso del termino “evangelismo”. De hecho, los musulmanes rechazan que al Islam se le llame “islamismo”. Para El, los “ismos” limitan la visión, alcance y contenido total de lo que la palabra quiere expresar. Por eso prefiere el térrmino “evangelización”.

En nuestras iglesias se nombra un comité de evangelismo con el objetivo de organizar uno o dos eventos anuales que a veces hasta denominamos “campanas evangelísticas”. Un comité de varios miembros y el uso del termino “evangelismo” puede generar el concepto de que ese grupo en particular es el que tiene la responsabilidad de llevar a cabo la labor de evangelización en la Iglesia. La Iglesia como comunidad de base en su función evangelizadora envuelve a toda su matricula y no a unos pocos. Que cada laico sea un evangelista, y que la función de evangelizar es de todos, es uno de los criterios que se nulifican en el uso del terminoevangelismo”. La Iglesia no es una comunidad de creyentes que Dios levanta en un espacio geográfico, es una comunidad cristiana dentro de una comunidad secular. Es por eso que a esa comunidad secular la tiene que alcanzar la comunidad de base en su totalidad y no con actividades aisladas o programadas anualmente.

Otra área de la evangelización que ha sido limitada o reducida en la conceptualización del término ha sido la misión. Si unimos el texto de Hechos 1:8, “y me seréis testigos...”, con Mateo 28:19 y Marcos 16:15, estos forman la triada o triangulo de lo que evangelización significa dentro de la misión. Misión es todo lo que Dios nos manda a hacer, la evangelización es parte de la misión y la proclamación es parte de la evangelización. Por eso cuando se nos presenta a un hermano o una hermana como el misionero o la misionera de la Iglesia hay que cuestionar el concepto de misión en esa comunidad de base. Si misión es todo lo que Dios nos manda a hacer, no hay que cruzar mares o surcar el aire para llegar a lejanas regiones con el objetivo de predicar, enseñar y testificar.

Una clara definición de lo que es evangelización y misión evita que se haga una dicotomía entre los dos términos. Tanto la evangelización como la misión hay que definirlas desde una perspectiva integral. Jesús evangelizaba anunciando el Reino y sanando hacia obra social.

La Buena Nueva o Evangelio debe ser primeramente bien definida y entendida para luego determinar como se comparte. Esto nos evita fundamentar el mensaje sobre una cristología reduccionista y unos criterios tribalistas o exclusivistas. Un MESIAS con muchos títulos y funciones cristológicas tales como: Profeta, Maestro, Siervo, Sanador, podría ser exegética y hermeneuticamente deformado si destacamos mas un titulo sobre otro. Hay funciones y títulos cristológicos que desvirtuados apelan mas al ejercicio emocional dentro de la experiencia de la adoración. Hay otros, como el de Maestro que imponen el ejercicio racional. Una visión integral del Evangelio nos permite ver que el Reino de Dios tiene varias dimensiones, una espiritual, otra personal, también la dimensión social, presente y futura.

B. La Evangelización: Enfoques pluralistas

Hay quienes definen la evangelización según el punto de partida, el centro y finalidad de la misma. Cuando Dios es el punto de partida, la evangelización es geocéntrica. Dios es inescapable al contenido de la evangelización. Otros tienen una visión eclesiocéntrica de la evangelización al tomar como punto de partida a la Iglesia. Es secular cuando su centro vital es el mundo. Como en la evangelización secular se parte de la necesidad del mundo para buscar respuestas divinas y funcionales al contexto, la Iglesia desde esta dimensión evangelizadora no escoge sus temas para confrontar al mundo, sino que el contexto secular le da su agenda. Fue la condición del mundo la que movió a Dios a dar a su Hijo Unigénito.

Es importante como la Iglesia estructura su mensaje y el contenido que proclama en el mismo para que este sea relevante en el contexto en que se predica. Ya en la teología de la neortodoxia encabezada por Karl Barth, la evangelización tiene bases puramente teocentricas, razón por la cual se parte de Dios hacia el hombre y no del hombre hacia Dios. Dios es quien formula las preguntas existenciales, Donde estas tu? Como te llamas? A donde vas? Que tienes Agar?

Dentro de este concepto de evangelización la revelación y la Palabra de Dios sientan o establecen las bases o pautas para que la persona conozca a Dios. Esta postura no le reconoce a los dones y capacidades humanas, ni a la misma religión el poder de generar el conocimiento de Dios. Dios inicia por su relación la actividad del conocimiento de su Ser y sus atributos en el ser humano.

En otras mentalidades modernas como las de Schleirmacher y Paul Tillich, la evangelización se plantea desde una perspectiva antropocéntrica. Se inicia con el hombre, la cultura y el mundo dándole estos a la Iglesia el contenido teológico de la evangelización. Esta postura es más real cuando la Iglesia pierde autoridad frente a la sociedad. Jesús tuvo que partir de un orden social lleno de marginados para postular la funcionalidad de los atributos divinos. Lo que esto significa es, que El enseño y demostró como se activaban los atributos funcionales de Dios dentro de un orden social y religioso que el catalogo como “ovejas sin pastor”.

C. Factores limitantes ante el concepto de una evangelización funcional

Cuando el objetivo de evangelizar se enfoca hacia metas proselitistas se pierde el concepto de una evangelización global. Las campanas masivas en y fuera de estadios, y aun en templos hicieron pensar a muchos que la evangelización ese ano se definía en ese evento, ese espacio de tiempo, el evangelista de turno y el numero de personas que hacían su profesión de fe.

El segundo factor limitante lo constituya las manipulaciones psicológicas utilizadas por algunos evangelistas para lograr ciertos objetivos. Estos evidenciaban un interés, mas en la cantidad de profesantes que se acreditaba el evangelista que en la calidad de sus decisiones. El Éxito de la evangelización se media cuantitativamente por la cantidad de asistentes y profesantes y no por la calidad y el contenido de lo que se comunicaba.

Otro factor limitante ante la visión de una evangelización integral y funcional ha sido la Iglesia electrónica. Los enfoques televangelisticos y radiales evidencian falta de contenido, autenticidad y un buen fundamento bíblico. Les falta una orientación personal y comunitaria sanadora y restauradora. Resaltan los estilos evangelisticos unipersonales o monoliticos. A veces imperan en ellos aspectos puramente sensacionalistas y emocionales.

Otros casos mas serios que reflejan una metástasis espiritual o una grave patología emocional, son aquellos en los que algunos han orientado la tarea de la evangelización desde altares electrónicos y temploriles hacia una meta tridimensional: antropolatria, templolatria y eclesiolatria. Por mucho lo enmascaren, la intención de lo que se proyecta es resaltar su imagen en lo que dicen y en lo que hacen, en los mega proyectos y en la comunidad que adora en los santuarios. Decía Richard Bach, en uno de sus libros, que un pastor chino se colocaba menudas veces a contemplar el enorme templo que había levantado y El se preguntaba si estaba contemplando la gloria de Dios en la mega estructura, o su gloria personal. Les recuerdo a los que pastorean y evangelizan con esta visión deforme de la evangelización lo que dije en una conferencia: “las iglesias grandes caben en los templos pequeños”.

La evangelización es funcional porque se da dentro de un marco histórico-social y contextual porque es un acto comunicativo dentro de ese ambiente histórico social. La predicación en cualquiera de sus formas se da dentro de ese contexto con una finalidad transformadora.

II. La Evangelización como una herramienta terapéutica vista desde una perspectiva integral

A. Un contenido y unos conceptos traducidos en una praxis

No se pueden interpretar y comunicar un contenido evangelistico en forma funcional si no tiene un concepto claro de Dios y una definición clara de quien es Jesús en la vida de quienes le proclaman. La pregunta de Cesarea de Filipo deja ver claramente que a Jesus le interesa estar bien definido en quienes le proclaman por encima de lo que la gente crea de El.

Quien es el hombre, su relación con Dios y la importancia del evento de la cruz, son enseñanzas que hay que comunicárselas al ser humano.

Hay un Angulo de la encarnación que tiene un alto contenido evangelistico pero no sale a relucir mucho en la exégesis e interpretación del texto cuando se comunica. Antes del evento de la encarnación Dios conocía el dolor humano y veía la aflicción solo por su omnisciencia, propiedad de su aseidad. La encarnación le da el conocimiento por la experiencia en la forma humana y en la filiación. La mediación se fortalece en el equipaje nuestro que le es puesto a Jesús, y cuando el Hijo intercede con el Padre ya no lo hace por la omnisciencia como atributo del Padre, sino por la experiencia desde la condición humana del hijo. Ese es un elocuente y funcional contenido en la proclamación.

La encarnación es un evento dinámico y funcional porque no se evidencio solo por nuestra condición de pecado, sino también porque nos da a conocer un Dios real y tener su revelación verdadera. Esa proyección dicotomía de un Dios, que no solo se da a conocer al hombre, sino que se identifica con El convierte esta confrontación en una vivencia.

Desde esta perspectiva se puede proclamar un Evangelio en el que se proyecte la imagen de un Dios que se interesa, no solamente en perdonar el pecado, sino sanar a la persona en su totalidad.

Esta es la razón por la cual planteamos la evangelización desde una perspectiva integral. Hay tres maneras de evangelizar al pecador que están integradas entre si. En el ejercicio de la primera se hacen imperativas y necesarias las otras.

Se puede evangelizar con un objetivo kerigmatico, a saber, proclamar la Palabra para lograr conversiones. Inmediatamente que el neófito se inicie en la comunidad de base o Iglesia hay que evangelizarlo, pastoral y didácticamente. La evangelización pastoral es aquella que lo va a conducir a El y a la comunidad de base a equiparse para aplicar en ellos las enseñanzas bíblicas que le van a ayudar en su sanidad y restauración. Esta evangelización pastoral conlleva también el manejo de crisis, perdidas, la autoestima, superación y restauración. Para esto hay que utilizar tanto la literatura cristiana, como la bíblica y secular con el material relevante y adecuado y los recursos idóneos.

Aunque en el pasado enfoque hay enseñanza, cuando pensamos en el aspecto o elemento didáctico de la evangelización tenemos en mente lo siguiente. La comunidad de base compuesta de neófitos y Seniors necesita ser constantemente educada. Una experiencia de conversión no se solidifica ni se cementa en áreas emocionales. Hay que escudriñar y conocer bien lo que se cree y sobre que voy a estructurar una fe intangible para mantener su solidez.

El objetivo de la evangelización pastoral es fortalecer, orientar y guiar al creyente a una mejor relación con Dios en todo tiempo y a restaurarse y superarse en tiempos de crisis. Se le estimula y enseña a mejorar su autoestima, sanar las heridas de la infancia y mejorar en la ejecución o ejercicio de sus diversos roles y relaciones. El amor de Dios en una persona creyente y la efectividad de su perdón no se pueden justificar dentro de una relación de maltrato, opresión e injusticia.

La evangelización pastoral, kerigmatica y didáctica no se hace en una fecha o espacio del ano, las tres son constantes por la amplitud de su contenido. Entiendo que el que ayuda a sanar un hogar contribuye a mejorar su Iglesia. La evangelización kerigmatica y pastoral se integran en sus objetivos tanto de salvar como levantar, sanar y restaurar a los marginados. En la parábola del Hijo Prodigo las imágenes de la restitución de los privilegios al hijo, el vestido, las sandalias, el anillo y el becerro gordo evidencian la capacidad de Dios para perdonar y restaurar, y la decisión del hijo retornar evidencia el paso que debe dar el pecador para accesar esa bendición.

En las imágenes parabólicas de cojos, ciegos, pobres y mancos, a quienes se le requiere al anfitrión del banquete que los invite, se establece la orientación evangelistica kerigmatica y pastoral hacia desiguales cuyas limitaciones morales, espirituales y emocionales propiciaban la exégesis de la enajenación de las elites espirituales. La misma idea se centraliza en la parábola de los obreros de la viña, en aquellos que deseaban trabajar, pero nadie los quería emplear, hasta que llego un patrono que les abrió la puerta y les trato igual que a los demás dándoles el mismo pago habiendo trabajado menos. Jesús le abrió sus pies a la ramera del alabastro, a Maria la hermana de Lázaro, a la adultera, pies que el religioso radical y fundamentalista les cerraba. De allí salían restauradas evidenciando que en el taller de alfarería cristiana todo barro tiene turno para ser moldeado de su crisis.

Hay una pregunta que todo exegeta y predicador debe hacerse, si Dios posee atributos como amor, misericordia y justicia, es porque los necesita para relacionarse con el ser humano en cualquier tipo de circunstancia, principalmente en tiempos de crisis para su restauración. La misericordia en El, no es una puerta libertina para entrar y salir por ella a nuestro antojo, pero tampoco es en Dios un atributo que decora o adorna su esencia. Jesús la emplea a fondo perdonando a la ramera que se echo a sus pies, evitando la lapidación de una adultera ante las felinas intenciones de religiosos radicales y ante el llamado que le hace a un publicano ladrón. La empleo ante la samaritana dejándole ver, que las religiones de pozo con sus aguas tradicionalistas, estancadas y no renovables dejan a sus seguidores con sed al no conducirlos hacia una vida plena y restaurada. De esta temática se podría escribir un libro.

La Iglesia, ahora mas que nunca tiene que emplearse en una evangelización kerigmatica, didáctica y pastoral renovando y reenfocando su contenido y creando nuevos métodos, formas y estilos que alcancen a una sociedad cambiante. En la evangelización pastoral estamos siendo retados por sectas, movimientos y organizaciones sincretistas como “Nueva Era” que estimulan al ser humano hacia su superación y realización. Se les enseña a mejorar su autoestima y lograr metas. En un injerto o macramé de criterios éticos, filosóficos y morales de diversas religiones y sistemas de pensamiento oriental se ensambla el árbol de sus enseñanzas. Una enseñanza aparentemente nacarada se empaña con la lupina intención de eliminar a Dios y atribuir al hombre todo el éxito en su realización y superación mediante el esfuerzo propio. Esta filosofía no realiza, que lo que nos hace humanos es precisamente las limitaciones y que sin ellas podríamos construirnos un micro universo sobre las nubes.

Necesitamos buenos apologistas de la fe. La Iglesia esta siendo evaluada secularmente y cuestionada en algunos de sus enfoques y enseñanzas. No es la época de comunicar y decir cualquier cosa, es época de saber como se interpreta, como y que se comunica. Por eso, es necesario abrirnos mas hacia una planificación efectiva en el área de la evangelización integral, a saber: kerigmatica, didáctica y pastoral. Sugiero extraer de la Biblia aquellos pasajes que contienen segmentos de familia, crisis, pérdidas, autoestima, restauración, etc. y convertirlos en temas de estudios en algunas unidades del expositor bíblico.

III. Los nuevos modelos en la evangelización

Como se señalo anteriormente, los modelos evangelisticos clásicos han perdido su efectividad resultando irrelevantes a nuestro contexto. Las campanas al aire libre, el televangelismo y la comunicación radial carecen de un contenido atractivo, restaurador y sanador que proyecte a Dios mediante Jesucristo como la única alternativa de cambio ante una sociedad que paulatinamente se arruina.

No hemos podido conseguir la unidad dentro de la multiformidad y esto nos ha llevado a tener múltiples emisoras radiales y televisivas, algo que hubiésemos evitado si la prioridad de lo que comunicamos tuviese bases cristo céntricas. Mientras nuestras iglesias levantan buenos templos pagando prestamos, otros levantan mega templos, proyectos, mega ministerios y los quieren sostener con megas y constantes maratones y fijando astronómicas cantidades para cumplir sus compromisos. Esta actividad que ya lleva décadas en y fuera de este país ha mermado la credibilidad ministerial en el mundo secular.

Por eso son necesarios los nuevos modelos evangelisticos funcionales para sacar la evangelización de este pantano avaro y caprichoso al que ha sido arrojada. Para lograr esto hay que tener bien claro lo que es una comunidad de fe y una comunidad eclesiástica de base.

La primera es la Iglesia, un grupo de personas unidas por un interés común, un común propósito y un común deseo de compartir donde se deben rebasar las diferencias individuales. Las comunidades eclesiásticas de base son aquellas comunidades locales constituidas por grupos de cristianos coordinados por la Iglesia con cierta homogeneidad social y objetivos comunes.

La comunidad eclesiástica de base se organiza como una extensión de la Iglesia, pero no como grupo separado de ella. Es uno de los modelos evangelisticos que usa la Iglesia para mantener la unidad en el grupo de esa comunidad y para por medio de ellos alcanzar el área donde residen. Es un medio para llevar la evangelización de la Iglesia a los lugares donde se encuentra la gente e integrarlos. A las comunidades eclesiásticas de base se le dan diferentes nombres por los diferentes objetivos por los cuales operan. Se les conoce como:

  1. Células de Oración
  2. Grupos de Estudio
  3. Grupos de Encuentro Familiar

Estos grupos deben ser dirigidos por personas que trasciendan la visión del culto de la Iglesia y no necesariamente lo expandan a todas las reuniones que tengan. Tienen que tener bien claros sus objetivos, un sentido de unidad y un claro fundamento teológico y bíblico. La casa como una extensión de la obra misionera de la Iglesia fue un instrumento de evangelización muy eficiente en los orígenes del cristianismo. (Hechos 2:40)

A. Organización

  1. La comunidad de base o Iglesia va a dividir sus áreas de trabajo en sectores, tomando en cuenta la concentración de sus miembros. Cada sector debe llevar un nombre.
  2. El sector debe tener no menos de cinco miembros, ni mas de veinticinco. Esto es axial, no solo por la comodidad, espacio, estacionamiento, sino por el manejo efectivo y dinámico del grupo en temas y discusiones.
  3. Esta división podría hacerse por puntos cardinales.
  4. La creación de grupos pequeños nos permite funcionar con el siguiente criterio: “Es mas fácil integrar a una persona en sus comienzos a un grupo pequeño que a una Iglesia”. Esta célula se convierte para ella en una especie de apoyo y le facilita una mejor integración a la familia grande en la comunidad de fe.
  5. A veces la Iglesia no esta preparada para recibir una visita, pero la célula o el grupo pequeño la puede incorporar.

B. Líder

El grupo pequeño debe nombrar un líder que de ser posible reúna los siguientes requisitos:

  1. Ser bien elegido.
  2. Vivir en el sector.
  3. Tener liderato.
  4. Tener buenas cualidades.
  5. Laborar en coordinación con el Pastor(a).

C. Entrenamiento

De carecer de conocimientos sobre como se maneja o dirige un grupo, el líder debería ser entrenado en las siguientes áreas:

  1. Como manejar la dinámica de grupo.
  2. Ofrecer una orientación espiritual clara y efectiva.
  3. Saber desenvolverse en el manejo de las relaciones humanas.
  4. Conocimiento acerca de formas de culto, estudios y diversidad de retiros y otras actividades.
  5. Es necesario saber proyectar la imagen de la comunidad de fe o la Iglesia en las personas que comienzan a integrarse al grupo.
  6. Las que ingresan al grupo deben recibir apoyo mediante visitas, estímulos y otros aspectos necesarios.

D. Elaboración de Programas

A veces ciertas situaciones locales, internacionales como guerra, desastres, accidentes o fechas especiales invitan a la preparación de programas y actividades comunales efectivas. Hay momentos que podemos orar por ciertas situaciones que envuelven a familias de su sector.

La Iglesia por medio de sus células puede alcanzar a toda la comunidad en situaciones especiales, ya fueran o no de crisis. Las actividades requieren unos parámetros para que sean efectivas. El siguiente listado le indica algunos:

  1. Evitar la improvisación y la extensión de los cultos de la Iglesia a los hogares.
  2. Los grupos de base deben reunirse semanalmente y los lideres periodicamente para evaluar la labor y los resultados.
  3. Las actividades necesitan variarse sin anclarse en estilos ya conocidos los cuales ya practicamos en la Iglesia. Estas podrían ser:
    a. Círculos de oración bien orientados.
    b. Estudios Bíblicos evitando personas latosas.
    c. Testimonios constructivos.
  4. Analizar problemas familiares, comunales, etc.
  5. Discusión de temas de interés que llenen las necesidades de los asistentes.
  6. Cenas fraternales y actividades de campo.
  7. Reuniones de terapia grupal.
  8. Actividades de apoyo comunal.
  9. Confraternización en fechas especiales.

En todas y cada una de estas actividades particularmente las que no conllevan un culto de oración o estudio bíblico, siempre se orara, se cantara algo y se hará una lectura, pero el giro o tono esencial no va a ser el culto rutinario. Los invitados disfrutan, captan y asimilan, que la Iglesia, que esa célula o grupo representa no inyecta la religión sino que estimula la unidad, el cambio, la paz, el progreso, la sanidad y restauración.

A estas formas de evangelización hay que sumarle lo efectivo que están resultando los retiros, talleres y seminarios, principalmente los de evangelización pastoral que incluyen temas como: autoestima, perdón, manejo de crisis y perdidas, restauración y superación y temas de familia, matrimonio e hijos. He sido testigo, que desde cierto tiempo hacia jaca hay comunidades de fe que han crecido mas con estas actividades que con las clásicas campanas evangelísticas. Atrae mucho una temática adecuada a las situaciones que viven tantas familias en y fuera de nuestro país.

La Iglesia tiene que demostrarle a la gente que esta mas interesada en servirles que en servirse de aquellos a quienes les predica. Que no busca incrementar la cantidad de sus seguidores, sino contribuir a la sociedad a mejorar su calidad de vida. Que no busca una jihad verbal contra figuras políticas, sino una labor mutua de restauración y cambio, que no somos moralistas masacrando estilos de vida con el trapiche de prejuicios religiosos, sino que hacemos ofertas evangélicas de cambio a todos los que quieran reorientar sus vidas hacia su realización y superación. Que nos interesa el hombre y la mujer como pecadores pero también como personas. Decirles que no queremos las alturas de montes glorificados sin entrar a los valles de aflicción y dolor. Que antes de remar la canoa de una vida futura sobre un mar de exóticas nubes, queremos enseñar a las personas que con una evangelización eficiente pueden salir de la sima con s para alcanzar la cima con c.

Cuando un noble me interrumpa para pedirme la oración por su hijo, cuando el centurión que esgrime su espada me pida que ore por su siervo, cuando el mendigo invoque la misericordia para dejar su orilla y los Zaqueos se sientan retados a subir y a bajar de los sicomoros, entonces diré: “hemos evangelizado efectivamente”.

Tomado del buscador en - DiscipulosPR.org