miércoles, 29 de junio de 2011

LA SAGRADAS ESCRITURA

El estudio de la revelación especial nos conduce a la consideración de las Sagradas Escrituras. Esta transición es natural y lógica porque la escritura es el libro de la revelación especial de Dios. Debemos considerar tres cosas, a saber, la relación entre la revelación especial y las escrituras, la inspiración de las escrituras, y las perfecciones de las escrituras.


A. LA RELACIÓN ENTRE REVELACIÓN ESPECIAL Y LAS SAGRADAS ESCRITURAS.


En general podemos decir que la revelación especial de Dios recibió su forma permanente en las escrituras y así fue preservada para la posteridad. Dios quiso que su revelación fuese su palabra perenne para todas las generaciones sucesivas, y por lo tanto, tuvo que guardarla contra pérdida, corrupción y falsificación. Esto lo hizo al proveer un registro infalible de ella, vigilando todo el proceso con su cuidado providencial. No se puede decir que la revelación especial y las escrituras son idénticas en todos los aspectos. El término “revelación especial” no siempre se usa del mismo sentido. Puede denotar una serie de autocomunicaciones divinas, y también puede servir para designar las escrituras.



1. EL SENTIDO EN QUE SE DIFERENCIA LA REVELACIÓN ESPECIAL Y LAS ESCRITURAS.


Si usamos el término “revelación especial” para designar las autocomunicaciones directas de Dios, entonces no puede considerarse como otro nombre para la Biblia. Esto es muy evidente por el hecho de que las sagradas escrituras contienen mucho que nos fue comunicado de una manera sobrenatural, sino que fue aprendido por la experiencia por la experiencia o adquirido por el estudio histórico; hay que considerar también el hecho de que los profetas y apóstoles a menudo recibieron comunicaciones divinas mucho antes de que las escribieran (Jer. 25:13; 3:1; 36:2; Jn. 20:30; 21:25). Al usar el término “revelación especial” en este sentido específico, no se puede decir que la biblia es la palabra de Dios, sino que la palabra de Dios está contenida o registrada en la biblia. Sin embargo, se debe notar que esto no justifica la distinción entre la palabra de Dios como divina y su registro como humano. Tampoco justifica la afirmación infundada de que la biblia no es sino que contiene la palabra de Dios. Los términos “palabra de Dios” y “revelación especial” se usan también en un sentido en que resultan idénticos con “las escrituras”.


2. EL SENTIDO EN QUE SON IDENTICAS LA REVELACIÓN ESPECIAL Y LAS ESCRITURAS.


El término “revelación especial” puede aplicarse a todo aquel complejo de verdades y hechos de la redención, con su trasfondo histórico propio, que se halla en las escrituras y que tiene la garantía de ser revelación divina por el hecho de que toda la biblia es inspirada infaliblemente por el Espíritu Santo. En ese sentido toda la biblia desde génesis al apocalipsis, y solo ella, es para nosotros la revelación especial de Dios. Si entendemos el término en este sentido, entonces es correcto afirmar que la biblia no solo contiene sino que es la palabra de Dios. Las escrituras derivan su importancia precisamente del hecho de que son el libro de la revelación divina. No es meramente una narración de lo que aconteció hace años, sino la palabra perenne de Dios al hombre. La revelación sigue viviendo en las escrituras y aún ahora, tal como cuando fue dada, trae lux, vida y santidad.



B. LA INSPIRACIÓN DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS.


La biblia es y continuará siendo la palabra de Dios para todas las generaciones sucesivas sólo en virtud de su inspiración divina. Toda la escritura es dada por inspiración de Dios. Esto la hace ser la regla infalible de fe y práctica para la humanidad. Puesto que esta inspiración a menudo es negada, y aún más con frecuencia es formulada incorrectamente, tal asunto requiere una consideración especial.


1. PRUEBA BIBLICA DE LA INSPIRACIÓN.


Como cualquier otra doctrina bíblica, la doctrina de la inspiración se deriva de las escrituras. La biblia misma testifica abundantemente de su inspiración y sostiene el punto de vista más escrito con respecto a la inspiración; esto aún los racionalistas lo admiten. A los escritores del Antiguo Testamento se les ordenó repetidamente que escribieran lo que el Señor les mandaba (Ex. 17:14; 34:27; Nm. 33:2; Is. 8:1; 30:8; Jer. 25:13; 30:2; Ez. 24:1s; Dn. 12:4; He. 2:2). Los profetas tenían conciencia de ser portadores de un mensaje divino y por lo tanto introducían con formulas como “Así dice Jehová”; “Vino a mi palabra de Jehová, diciendo:”; “Así me ha mostrado Jehová el Señor”, etc. Estas fórmulas se refieren con frecuencia a la palabra hablada, pero se emplean también en relación a la palabra escrita (Jer. 36:27,32; Ez. 26,27,31,32,39). Probablemente Isaías habla de su propia profecía escrita al referirse a “el libro de Jehová” (Is. 34:16). Los escritores del Nuevo Testamento con frecuencia citan pasajes del Antiguo Testamento como palabra de Dios o del Espíritu Santo (Mt. 15:4; He. 1:5ss; 3:7; 4:3; 5:6; 7:21, etc). Pablo habla de sus propias palabras como palabras que el Espíritu le había enseñado (1 Co. 2:13), y alega que es Cristo quien habla en él (2 Co. 13:3). Su mensaje a los tesalonicenses es “la palabra de Dios” (1 Ts. 2:13). Finalmente, dice en el pasaje clásico acerca de la inspiración: “Toda la escritura (refiriéndose a los escritos sagrados del Antiguo Testamento, de los cuales hablo en versículos anteriores) es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Ti. 3:16).


2. LA NATURALEZA DE LA INSPIRACIÓN.


Al considerar la naturaleza de la inspiración, es necesario primero llamar la atención a dos conceptos erróneos.


a. La inspiración mecánica.


Con frecuencia se ha concebido el proceso de la inspiración de una manera mecánica. Según este concepto, Dios simplemente dictaba lo que los autores humanos de los libros de la biblia debían escribir. Estos escritores eran cual amanuenses del Espíritu Santo, registrando sus pensamientos en las palabras que el escogía. La vida mental de los escritores se encontraba en estado de reposo y no contribuía en forma alguna al contenido o forma de sus escritos. Así que aun el estilo de las escrituras es el estilo del Espíritu Santo. Sin embargo, las investigaciones han demostrado que este concepto es insostenible. Las mismas escrituras demuestran que los escritores no eran meros instrumentos pasivos en la producción de sus libros, sino que eran autores verdaderos. En algunos casos ellos dieron los frutos de investigaciones históricas, pues se refieren a esas investigaciones históricas, pues se refiere a esas investigaciones (Lc. 1:1-4), y a veces aún hacen mención de sus fuentes, como en los libros de Samuel, Reyes, y Crónicas. En otros casos estos autores registran sus propias experiencias personales, como en los Salmos, en los libros proféticos, en Hechos, y en las epístolas. Además, cada uno escribía en su propio estilo individual. El estilo de Isaías no es como el de Ezequiel, ni el estilo de Pablo es como el de Juan.


b. La inspiración dinámica.


Frente al concepto mecánico de la inspiración, varios eruditos en los siglos decimoctavo y decimonono abogaban por lo que llamaban “inspiración dinámica”. Está teoría renuncia a la idea de una operación directa del Espíritu Santo sobre la producción de los libros de la biblia, es decir, una operación que tenía como propósito específico la producción de esos libros, y pone en su lugar la idea de una inspiración general de los escritores. Esta inspiración era una característica permanente de los escritores y, por lo tanto, incidentalmente también influenció sus escritos. Ella no difiere en esencia, sino solamente en grado, de la iluminación espiritual de los creyentes en general. Ella penetra en todas las partes de las escrituras, aunque no todas en la misma medida. Los libros históricos de la biblia no participan de ella en la misma medida que los libros doctrinales. Y aunque en realidad hace confiable los escritos bíblicos, sin embargo deja lugar a las posibilidades de errores, principalmente en los libros históricos. Esta teoría ciertamente no hace justicia a los datos bíblicos sobre la inspiración. Despoja a la biblia de su carácter sobrenatural y la reduce al nivel de la revelación general, destruyendo por tanto, su infalibilidad.


c. La inspiración orgánica.


La teoría de la inspiración generalmente aceptada en los círculos reformados se denomina “inspiración orgánica”, aunque algunos la llaman “inspiración dinámica”. El término “orgánica” sirve para acentuar el hecho de que Dios no empleó a los escritores en un sentido mecánico, sino que actuó sobre ellos en forma orgánica, en armonía con las leyes de su propio ser interno. Dios lo usó tal cual eran, con su carácter y temperamento, sus dones y talentos, su educación y cultura, su vocabulario, dicción y estilo; iluminó sus mentes, los impulso a escribir, contuvo la influencia del pecado sobre su actividad literaria, y los guio en la selección de sus palabras y en la expresión de sus pensamientos. Sin duda, este concepto está más en armonía con la información que tenemos en las escrituras. Este concepto presenta a los escritores de la biblia, no como menos amanuenses, sino como verdaderos autores de ella, quienes, aunque a veces registraban comunicaciones directas de Dios, en otras ocasiones escribieron los resultados de sus propias investigaciones históricas o registraron sus experiencias de pecado y perdón, de gozo y tristeza, de peligros amenazadores y liberaciones bondadosas. Esto también explica la individualidad de los libros de la biblia, puesto que cada escritor tenía su propio estilo y estampó en su producción literaria su propio sello personal y el sello de la época en que vivió.


3. LA EXTENCIÓN DE LA INSPIRACIÓN.


Hay diferencia de opinión, no solamente con respecto a la naturaleza de la inspiración sino también con respecto a su extensión.


a. Algunos afirman que la inspiración se extiende a los pensamientos pero no a las palabras.


Muchos niegan por completo la inspiración de las escrituras. Otros, sin embargo, son contrarios a una negación de ese tipo, y opinan que los defensores de esta doctrina deben ceder algo y que sería mejor hablar de la inspiración del pensamiento más bien que de la inspiración de la palabra. Ellos dicen que los pensamientos fueron inspirados divinamente, pero que las palabras dependieron de la selección de los autores humanos. Sin embargo, este concepto es inaceptable. Es imposible separar los pensamientos de las palabras. El Dr. Orr dice: “El pensamiento necesariamente toma forma y se expresa en palabras. Si hay alguna inspiración, debe permear tanto las palabras como el pensamiento; debe moldear la expresión y hacer del lenguaje empleado el medio viviente de la idea que se quiere transmitir” (Revelación e inspiración, p. 209).


b. Otros afirman que la inspiración se extiende sólo a algunas partes de las escrituras.


Bajo la influencia del racionalismo del siglo decimoctavo, encontraron pronta aceptación conceptos relajados acerca de la inspiración. Llego a ser muy común negar la inspiración de los libros históricos de la biblia y limitar la inspiración a los escritos doctrinales. Y aún la inspiración demanda para los libros doctrinales, aunque al principio se consideraba de carácter sobrenatural, finalmente llego a ser concebida como un proceso puramente natural, que consistía en una iluminación espiritual especial. Esta inspiración tuvo el efecto de hacer de los escritores testigos fidedignos en asuntos morales y espirituales, pero no ofreció garantía alguna sobre toda clase de errores históricos, cronológicos, y científicos. No hay ninguna unanimidad con respecto a la extensión exacta de la inspiración. Algunos la limitan a los asuntos doctrinales, otros al Nuevo Testamento, otros a las palabras de Jesús, y aun otros únicamente al Sermón del Monte. En fin, cada individuo decide por sí mismo cuales partes de las escrituras son inspiradas y cuáles no los son. En el momento en que uno acepta este tipo de vista, se queda sin biblia.


c. Según las escrituras, la inspiración se extiende a cada parte de la Biblia. Jesús y los apóstoles hablan de los libros del Antiguo Testamento como “la escritura” o “las escrituras”, y con frecuencia apelan a ellos de esta manera para confirmar o fundamentar sus enseñanzas. Para ellos apelar a “la escritura” era lo mismo que apelar a Dios. Era el fin de toda controversia. Además como hemos visto antes, algunos de los escritores novotestamentarios con frecuencia citan paisajes del Antiguo Testamento como palabras de Dios o del Espíritu Santo. Este es el caso, de modo especial, en la epístola a los hebreos. Además, Pedro pone las epístolas de Pablo al mismo nivel de los escritos del Antiguo Testamento. Y finalmente, el Nuevo Testamento contiene citas de veinticinco libros del Antiguo Testamento considerados como “escrituras”, aunque alguna de estas citas son de libros históricos. No podemos ni debemos dividir la biblia en dos partes, la una divina y la otra humana. Es tan imposible decir donde en las escrituras termina lo humano y comienza lo divino, o viceversa, como sería decir dónde en el hombre termina el cuerpo y comienza el alma. Los dos se compenetran, y como resultado de esta compenetración, la biblia es, en su totalidad una creación divina y a la vez una producción humana.


d. La inspiración se extiende a las palabras mismas de la escritura.


La biblia es verbalmente inspirada. Pero no debemos confundir esto con la inspiración mecánica, aunque opositores a la inspiración con frecuencia insisten en identificar las dos. La doctrina de la inspiración verbal no supone que Dios dictara las palabras de la Biblia, sino afirma que el guio a los escritores de los libros de la Biblia en la selección de sus palabras y expresiones para guardarlos del error, son en modo alguno pasar por alto el vocabulario de ellos ni suprimir su individualidad de estilo y expresión. Algunos prefieren llamar esto “inspiración plenaria”, para guardarse contra el peligro de identificarlo con la inspiración mecánica. Esta doctrina de la inspiración verbal está bien justificada por las escrituras. En muchos casos encontramos que Dios indicó con exactitud a Moisés y a Josué lo que debían escribir (Ex. 3 y 4; 6:2; 7:1; 12:1; Lv. 4:1, 24; 7:22, 28; Jos. 1:1; 4:1; 6:2; etc). Los profetas hablan como si Jehová pusiera sus palabras en su boca (Jer. 1:9), y les ordenara hablar sus palabras al pueblo (Ez. 3:4, 10, 11). Pablo habla de sus palabras como palabras “que enseñan el Espítitu” (1 Co. 2:13), y tanto él como Jesús a veces fundan un argumento en el uso de una sola palabra (Mt. 22: 43-45; Jn. 10:35; Ga. 3:16).



C. LAS PERFECCIONES DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS.


Los reformadores consideraron necesario desarrollar la doctrina de las escrituras, para contrarrestar los errores de la Iglesia Católica Romana. Ellos dieron énfasis particularmente a los siguientes puntos:


1. AUTORIDAD DIVINA DE LAS ESCRITURAS.


Tanto la Iglesia de Roma como los reformadores atribuían autoridad divina a la escritura; pero no convenían con respecto a la naturaleza de esta autoridad. La jerarquía romana insistía en que la biblia no tiene autoridad inherente, sino que sino que ella debe su existencia y también su autoridad a la iglesia. En contra de tal posesión los reformadores acentuaban el hecho de que las escrituras tienen autoridad inherente en virtud de su inspiración por el Espíritu Santo. La biblia debe ser creída por su propio testimonio; ella es la palabra de Dios inspirada y por tanto se dirige al hombre con autoridad. Este punto de vista con respecto a la autoridad suprema de las escrituras fue aceptada generalmente por las iglesias de la Reforma hasta que los fríos vientos del racionalismo soplaron sobre Europa y la razón fue entronizada como árbitro de la verdad. Bajo su influencia, muchos colocan actualmente a la biblia al nivel de otros libros, negando su autoridad divina. Sin embargo, es de primordial importancia mantener la autoridad divina de las escrituras. En primer lugar, las escrituras tienen autoridad histórica, es decir, ellas son un registro verdadero y absolutamente fidedigno, y como tal, tienen derecho a una aceptación confiada de todo su contenido. Pero, además de esto, tienen también autoridad normativa como regla de fe y conducta, y como tal, demandan del hombre su absoluta sujeción.


2. LA NECESIDAD DE LAS ESCRITURAS.


Aunque la Iglesia Católica Romana reconoce la importancia y utilidad de las escrituras, no las considera absolutamente necesarias. Según ella, es más correcto decir que las escrituras necesitan a la iglesia que decir que la iglesia necesita las escrituras. También algunas de las sectas místicas, como los montanistas, los anabaptistas, y los libertinos de Ginebra, negaban la necesidad de las escrituras, y atribuían mayor importancia a la “luz interior”, la palabra del Espíritu Santo hablando en los corazones de los creyentes. Los reformadores disputaban con ellos sobre este concepto. Los reformadores no negaban que Dios pudiera haber prescindido de la palabra escrita, pero defendían el concepto de que la palabra era necesaria en virtud de la buena voluntad de Dios de hacer que la palabra fuese la semilla de la iglesia. Desde este punto de vista, las escrituras son necesarias y lo serán hasta el fin del tiempo.


3. LA CLARIDAD DE LAS ESCRITURAS.


Según la iglesia de Roma, la biblia es oscura y necesita mucho de la interpretación aun en materiales de fe y de práctica. Por esta razón se necesita una interpretación infalible, y la iglesia la proporciona. En contra de esta posición de Roma, los reformadores acentuaron la perspicuidad o claridad de las escrituras. Al hacerlo, no negaron que en la biblia haya misterios demasiado profundos para el entendimiento humano; tampoco pretendieron que se pondría prescindir de la labor de los expositores; ni siquiera afirmaron que el camino de la salvación este tan claramente revelado en las escrituras que cualquiera pueda fácilmente entenderlo independientemente de su condición espiritual. Su argumento sencillamente era que el conocimiento necesario para la salvación, aunque no este igualmente claro en cada página de las escrituras, es comunicado al hombre a través de la biblia en forma tan sencilla y completa que una persona que sinceramente este buscando la salvación, puede fácilmente obtener por sí mismo este conocimiento, sin depender para ello de la iglesia o del sacerdocio. La claridad de las escrituras es enseñada en pasajes como Salmos 19:7, 8; 119:105,130; la misma biblia dice que el hombre espiritual puede juzgarla y entenderla (1 Co. 2:15; 10: 15; 1 Jn. 2:20).


4. LA SUFICIENCIA DE LAS ESCRITURAS.


Ni la iglesia de Roma, ni los anabaptistas consideran la biblia como una revelación suficiente de Dios. Los anabaptistas tienen una opinión pobre de las escrituras y afirman la absoluta necesidad de la luz interior y de toda clase de revelaciones especiales, en tanto que la Iglesia de Roma considera necesaria la tradición oral como complemento de la palabra escrita. Según los catolicoromanos, esta tradición incluye verdades que los apóstoles predicaron pero que no pusieron por escrito; verdades que fueron transmitidas en la iglesia católica ininterrumpidamente de generación a generación.


Estas verdades se hallan incorporadas ahora principalmente en los decretos de los concilios, en los escritos de los santos padres, en las declaraciones del Papa, y en las palabras y costumbres de la sagrada liturgia. En contra de esta posición, los reformadores afirmaron la perfección o suficiencia de las escrituras. Esto no quiere decir que todo lo hablado o escrito por los profetas, por Cristo, y por los apóstoles esté incorporado en las escrituras, sino sencillamente que la palabra escrita es suficiente para las necesidades morales y espirituales de los individuos y de la iglesia. Esto implica no hay al lado de las escrituras otros escritos que tengan autoridad igual o superior a ellas.


Preguntas de repaso:


1. ¿Cuál es la relación entre la revelación especial y las escrituras?


2. ¿Cuáles son los distintos significados que tiene el término “revelación especial”?


3. ¿Es correcto decir que la revelación especial y las escrituras son idénticas?


4. ¿Qué pruebas bíblicas puede usted dar para la inspiración de las escrituras?


5. ¿Qué es la inspiración mecánica y qué objeciones hay contra ella?


6. ¿Qué significa “inspiración dinámica”?


7. ¿Por qué es inaceptable con respecto a la biblia?


8. ¿Cómo describiría usted la teoría de la inspiración orgánica?


9. ¿Qué ventajas tiene esta teoría?


10. ¿Cuál es la naturaleza de la autoridad de las escrituras?


11. ¿En qué sentido son necesarias, claras y suficientes las escrituras?


12. ¿Cuál es la posición de la iglesia de Roma en cuanto a estos puntos?




Publicado por: Déborah Piñero


Vía: Luis Berkhof

lunes, 23 de mayo de 2011

La Revelación

La idea de la religión conduce a la de revelación. Aunque se han hecho muchas tentativas de explicar la religión aparte de la revelación aparte de la revelación, actualmente está creciendo la convicción de que toda religión tiene su origen en la revelación. Y este es el único punto de vista correcto al respecto. Si Dios no se hubiera revelado, el ser humano no estaría en condiciones de conocerle, y toda la religión sería imposible.


A. OBSERVACIONES GENERALES ACERCA DE LA REVELACIÓN.


Antes de considerar las distintas clases de revelación que Dios ha dado al hombre, es necesario hacer algunas observaciones generales acerca de la revelación.




1. LA IDEA DE REVELACIÓN.


Dios es el ser incomprensible. El hombre no puede conocerle como Él es en lo más profundo y recóndito de su ser divino. Únicamente el Espíritu de Dios puede escudriñar lo profundo de Dios (Co. 2:10). Es imposible para el ser humano tener un conocimiento perfecto de Dios porque tendría que ser más grande que Dios para poseer tal conocimiento. La pregunta de Job es una negación significativa de la capacidades del hombre de comprender al infinito: “¿Descubrirás tú los secretos de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso?” (Job 11:7). Sin embargo, es posible para el hombre conocer a Dios en la medida adecuada a sus necesidades personales, y le agradó revelarse. Esto significa, según la enseñanza bíblica, a la vista humana. En otras palabras, Dios le ha comunicado un conocimiento de sí mismo al hombre, y le ha abierto el camino para que le conozca, le adore y viva en comunión con él.




2. ALGUNAS DISTINCIONES CON RESPECTO A LA IDEA DE REVELACIÓN.


En el transcurso del tiempo se ha hecho distinción entre dos clases de revelación divina, a saber, revelación natural y sobre natural, y revelación general y especial. Hablando en general, estas dos distinciones andan en líneas paralelas; al mismo tiempo difieren en ciertos detalles que merecen atención.




a. La revelación natural y la sobre natural.


Está distinción se basa en el modo de la revelación divina. Según su origen, toda revelación es sobre natural porque viene de Dios. Sin embargo, hay una diferencia en el modo en que Dios se revela. La revelación natural es aquella que es comunicada por medio de fenómenos de la naturaleza, incluyendo la misma constitución del hombre. No es una revelación comunicada por palabras, sino que está incorporada en hechos que la hacen patente. Hablando figuradamente la naturaleza es como un gran libro en el cual Dios ha escrito con letras grandes y pequeñas y en el cual el hombre puede aprender acerca de su bondad y sabiduría, de “su eterno poder y deidad” (Ro. 1:20). Por otra parte, la revelación sobrenatural es una revelación en la cual Dios interviene en el curso natural de los acontecimientos, y en el cual el emplea tales acontecimientos de una manera sobre natural (p. ej., sueños y comunicaciones orales). Es una revelación que es tanto verbal como de hechos y los hechos ilustran palabras.




b. La revelación general y la especial.


La segunda distinción tiene que ver con la naturaleza y el objeto de la revelación de Dios. La revelación general está enraizada en la creación y en las relaciones generales de Dios hacia el hombre; Se dirige al hombre en su calidad de criatura hecha a la imagen de Dios, y tiene como propósito la realización de la meta para la cual el hombre fue creado y que puede ser alcanzado únicamente cuando el hombre conoce a Dios y goza de la comunión con él. Por otra parte, la revelación especial está enraizada en la obra redentora de Dios; se dirige al hombre como pecador; se adapta a las necesidades morales y espirituales del hombre caído, y tiene como propósito conducir al pecador a Dios por medio del conocimiento específico del amor redentor de Dios revelado en Cristo Jesús. Ella no es como la revelación general, una luz que alumbra a todo hombre, sino que es una luz que ilumina el camino de los que han sido hechos receptivos a la verdad por medio de la operación especial del Espíritu Santo.




3. NEGACIÓN DE LA REVELACIÓN.



El hecho de la revelación divina ha sido negado frecuentemente en una u otra forma. Tanto la revelación general como la especial han sido negadas, aunque la primera en menor grado que la última.




a. Negación de la revelación general.


Es claro que el ateo, quien niega la misma existencia de Dios, rechace todo tipo de revelación. Y lo mismo hace el agnóstico, quien dice que el hombre no puede conocer a Dios y habla de él como el gran inconocible. Los panteístas a veces dicen creer que Dios se revela. Sin embargo, la idea de revelación no cabe en su sistema filosófico porque no reconocen la existencia de un Dios personal quien puede revelarse consciente y voluntariamente; y aunque lo reconocieran, Dios no tendría ningún objeto al cual revelarse, porque para ellos Dios y el hombre son una misma cosa.




b. Negación de la revelación especial.


El deísmo del siglo XVIII, aunque reconocía la revelación general de Dios, negó la necesidad, la posibilidad, y la realidad de una revelación especial sobrenatural. Estimó que la revelación general era suficiente aun para el hombre caído, y consideró la suposición de que esa revelación no era suficiente como una negación del poder y la sabiduría de Dios. Implicaría que Dios carecía de la sabiduría y del poder necesario como para crear un mundo que, bajo cualquier condición, cumpliera todos los requisitos de una revelación divina. Bajo la influencia del idealismo panteísta, la teología liberal de hoy en día también niega la revelación especial de Dios. Reduce la Biblia en una parte de su revelación general y hace a un lado la distinción entre lo natural y lo sobre natural.




B. LA REVELACIÓN GENERAL.


Aunque la revelación general y la especial existen actualmente la una al lado de la otra, la general fue antes que la especial en cuanto a tiempo, y por lo tanto, será considerada primeramente.




1. EL CONCEPTO DE LA REVELACIÓN GENERAL DE DIOS.


La revelación general no viene al hombre en la forma de comunicación verbal directa. Ella consiste en la incorporación del pensamiento divino en los fenómenos de la naturaleza, en la constitución general de la mente humana, y en los hechos de la experiencia o de la historia. Dios habla al habla al hombre a través de toda la creación, en las fuerzas y poderes de la naturaleza, en la constitución de la mente humana, en la voz de la conciencia, y en l gobierno providencial del mundo en general y de las vidas de los individuos en particular. El poeta canta: “Los cielos cantan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día y una noche a otra noche declara sabiduría” (Sal. 19:1,2). Y Pablo dice: “Porque las cosas invisibles de él, su entorno, poder y deidad, se hacen claramente visibles en la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas” (Ro. 1:20). Esta revelación general nunca ha sido exclusivamente natural, porque siempre hay algunos elementos sobrenaturales. Aun antes de la caída del hombre, Dios se reveló al hombre sobrenaturalmente en el pacto de las obras. Y en el transcurso de la historia de la revelación Dios se reveló frecuentemente de una manera sobrenatural fuera de la esfera de la revelación especial (Gn. 20:3ss; 40:5ss; 41:1ss; Jue. 7:13; Dn. 2:1ss).




2. LA INSUFICIENCIA DE LA REVELACIÓN GENERAL EN LA ACTUALIDAD.


Mientras que los pelagianos, los deístas, y los racionalistas concuerdan con respecto a la revelación general de Dios, diciendo que ella es suficiente para las necesidades actuales del hombre, los católicos-romanos y los evangélicos concuerdan con respecto a su insuficiencia.




Hay varias razones por las cuales debe considerarse insuficiente:




a. El pecado ha alterado tanto la revelación general como la receptividad del hombre.


Como resultado de la caída del hombre, el tizón del pecado reposa sobre toda la creación. La corrupción entró en la hermosa obra de Dios y obscureció (aunque no borro del todo) lo escrito por Dios. Es verdad, la naturaleza, aun demuestra las características de su origen divino, pero ahora está llena de imperfecciones y ha llegado a ser presa de fuerzas destructoras. Ya no es la revelación clara que una vez era. Además, el hombre fue cegado por el pecado, de manera que no sabe leer la escritura divina en la naturaleza, y está sujeto al poder del error y de la perversión, de tal manera que se opone a la verdad por su injusticia y aun la cambia por la mentira (Jn. 1:5; Ro. 1:18,25; Ef. 4:18; Col. 1:13; 1 Jn. 2:9,11).




b. La revelación general no nos proporciona un conocimiento absolutamente fidedigno de Dios y de las cosas espirituales.


En virtud de los hechos mencionados en el párrafo anterior, el conocimiento de Dios y de las cosas espirituales y eternas proporcionado por la revelación general, es demasiado incierto como para constituir una base digna de confianza sobre la que pueda construir para la eternidad; y el hombre no puede darse el lujo de de cifrar sus esperanzas para el futuro sobre incertidumbres. La historia de la ciencia y de la filosofía enseña con claridad que la revelación general no es guía segura ni cierta. Se han construido sistemas filosóficos uno tras otro, solo para ser desechados por la generación siguiente. “Nuestros pequeños sistemas humanos tienen su día; si, tiene su día que pronto acaba.”




c. La revelación general ni siquiera proporciona una base adecuada para la religión en general.


La historia de la religión muestra, y esto es cada día más reconocido, que no existen religiones basadas exclusivamente sobre la revelación general. Es cada vez más evidente que no existe ni puede existir una religión puramente natural. Todas las naciones y tribus apelan a una revelación especial dada, supuestamente por los dioses, como base de su religión.




d. La revelación general es completamente insuficiente como base para la religión cristiana.


Por medio de la revelación general podemos algún conocimiento de la bondad, la sabiduría, y el poder de Dios, pero no podemos conocer a Cristo, quien es el único camino de salvación (Mt. 11:27; Jn. 14:6; 17:3; Hch. 4:12). La revelación general no nos enseña nada acerca de la gracia salvadora, del perdón y de la redención, y por lo tanto no puede librar a los pecadores de la esclavitud del pecado y guiarlos a la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Ella no es parte del proceso redentor que Dios ha provisto para la salvación del hombre. Esta es la razón principal de su insuficiencia. Dios ha querido salvar a los pecadores para la gloria de su nombre, y por eso era necesario enriquecer a la humanidad con una revelación especial, una revelación de gracia redentora en Cristo Jesús.




3. EL VALOR Y SIGNIFICADO DE LA REVELACIÓN GENERAL.


El hecho de que después de que después de la caída del hombre la revelación general de Dios haya sido reemplazada por una revelación especial podría guiarnos a subestimar la primera. Sin embargo, jamás debemos olvidar que la revelación original de Dios sigue siendo de gran importancia.




a. Con respecto al mundo pagano. La revelación general de Dios, incluyendo los elementos sobrenaturales que han sido transmitidos de generación a generación y muchas veces distorsionados más allá de todo reconocimiento, proporciona el fundamento firme y duradero para las religiones paganas. En virtud de ella, aun los paganos se sienten linaje de Dios (Hch. 17:28), buscan a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle (Hch. 17:27), contemplan en la naturaleza el eterno poder y la divinidad de Dios (Ro. 1:19, 20), y por naturaleza hacen lo que es de la ley (Ro. 2:14). Aunque vivan en la oscuridad de la ignorancia y el pecado, perviertan la verdad cambiándola en mentira, y sirvan a dioses que no son dioses sino mentira y vanidad, sin embargo participan de la iluminación del Logo y de la operación general de Espíritu Santo (Gn. 6:3; Job 32:8; Jn. 1:9; Ro. 2:14,15; Hch. 14:16, 17; 17:22-30). Y como resultado, sus religiones, aunque descritas como falsas en la escritura, contienen elementos de verdad que proporcionan puntos de contacto para el mensaje del misionero cristiano.




b. Con respecto a la religión cristiana. Cuando Dios dio su revelación especial, no meramente la colocó al lado de su revelación original, sino que incorporo en ella las verdades halladas en su revelación general, corrigió su perversión, y las interpretó para la humanidad. Por lo tanto, el creyente lee ahora la revelación general de Dios con el ojo de la fe y a la luz de la palabra de Dios, y precisamente por esta razón puede ver la mano de Dios en la naturaleza y sus huellas en la historia. El creyente ve a Dios en todo lo que le rodea, y por eso es llevado a una adecuada apreciación de la revelación general, es igualmente cierto que la revelación general promueve un entendimiento verdadero de la revelación especial. La escritura se entiende bien solamente teniendo como trasfondo la revelación de Dios en la naturaleza. Con frecuencia, esta última hecha luz sobre la primera. Además, la revelación general ofrece al creyente y al incrédulo una base común sobre la que pueden encontrarse y discutir. La luz del logo que alumbra a todo hombre es también un lazo que los une. Por último, se debe también a la revelación general de Dios que su revelación especial no esté, por decirlo así, suspendida en el aire, sino que esté en contacto con la vida del mundo en cada punto. La revelación general asegura la revelación entre la naturaleza y la gracia, entre el mundo y el Reino de Dios, entre el orden natural y el moral, entre la creación y la recreación.




C. LA REVELACIÓN ESPECIAL.


Junto con la revelación general en la naturaleza y en la historia tenemos una revelación especial que ahora se halla incorporada en la escritura. La biblia es por excelencia el libro de la revelación especial, una revelación en la cual palabras y hechos van juntos; las palabras interpretan los hechos, y los hechos dan forma concreta a las palabras.




1. LA NECESIDAD DE LA REVELACIÓN ESPECIAL.


Debido a la entrada del pecado en el mundo, la revelación general de Dios fue oscurecida y corrompida de manera que la escritura de Dios en la naturaleza y en la misma constitución del hombre no es tan legible ahora como lo era en la aurora de la creación. Además, el hombre quedó sujeto a los poderes de las tinieblas y la ignorancia, del error y la incredulidad; la ceguera y la perversión le impiden al hombre interpretar correctamente los vestigios que quedan de la revelación original. El hombre se deleita en cambiar la verdad de Dios en mentira. La revelación general ya no transmite al hombre un conocimiento confiable acerca de Dios y las cosas espirituales; el hombre no entiende correctamente aquella revelación; y ella no puede restaurar al hombre a la amistad con Dios. En consecuencia, había necesidad de manifestaciones divinas especiales, que sirven a un propósito cuádruple: (a) corregir e interpretar las verdades obtenidas en la revelación general; (b) iluminar al hombre para que pueda leer otra vez la escritura de Dios en la naturaleza; (c) proveer al hombre con una revelación del amor redentor de Dios; y (d) cambiar la condición espiritual del hombre, redimiéndolo del poder del pecado y llevándolo a una vida de comunión con Dios.




2. LOS MEDIOS DE LA REVELACIÓN ESPECIAL.


Estos medios pueden reducirse, en general, a tres formas:




a. Teofanías o manifestaciones visibles de Dios. Según la escritura, Dios no es solamente un Dios lejano, sino también un Dios cercano. En los días del Antiguo Testamento Dios habitó simbólicamente entre los querubines (Sal. 80:1; 99:1). Su presencia fue vista en el fuego y entre nubes de humo (Gn. 15:17; Ex. 3:2; 19: 9, 16, 33: 9; Sal. 78:14; 99:7), en vientos tempestuosos (Job 38:1; 40:6; Sal. 18:10-16), y en un silbo apacible y delicado (1 R. 19:12). Todas estas fueron señales de su presencia en las cuales reveló algo de su gloria. Entre las apariciones del Antiguo Testamento, las de “Ángel de Jehová” ocupan un lugar especial. Es claro que este ángel no fue un ángel creado. Por una parte se distingue de Dios (Ex. 23:20-23; Is. 63: 8,9), pero por otra parte se identifica con Dios (Gn. 16:13; 31:11, 13; 32:28). La opinión más común es que era la segunda persona de la Trinidad (Mal. 3:1). La teofanía alcanzó su punto más alto en la encarnación de Cristo, en quien la plenitud de la divinidad habitó corporalmente (Col. 1:19; 2:9). En él la iglesia llega a ser templo del Espíritu Santo (1 Co. 3:16; 6:19; Ef. 2:21). Vendrá una realización más completa de la morada de Dios con los hombres cuando la nueva Jerusalén descienda del cielo, de Dios, y el tabernáculo de Dios se establezca entre los hombres.




b. Comunicaciones directas. Dios comunicó sus pensamientos y su voluntad al hombre de varias maneras. Algunas veces habló a los órganos de su revelación con voz audible (Gn. 2:16; 3:8-19; 4:6-15; 9:1, 8, 12; 32:26; Ex. 19:9; Dt. 5:4-5; 1S. 3:4). En otros casos se valió de la forma de la suerte y del Urim y el Tumim (1 S. 10:20-21; 1 Cr. 24:5-31; Neh. 11:1; Nm. 27:21; Dt. 33:8). Los sueños eran un medio de revelación muy común (Nm. 12:6; Dt. 13:1-6; 1S. 28:6; Jl. 2:28), y se usaron también en revelaciones a no israelitas (Gn. 20:3-6; 31:24; 40:5; 41:1-7; Jue. 7:13). Una forma de revelación estrechamente relacionada a la anterior, pero más elevada, fue la visión, que era muy común en el caso de los profetas (Is. 6:21; Ez. 1-3; 8-11; Dn. 1:17; 2:19; 7-10; Am. 7-9). Los profetas recibieron estas visiones cuando estaban despiertos y algunas veces en presencia de otros (Ez. 8:1ss). Sin embargo, generalmente Dios se reveló a los profetas mediante una iluminación interna por el espíritu de revelación. En el Nuevo Testamento aparece Cristo como el profeta más sublime, el verdadero, y, en cierto sentido, el único profeta. El comunica su Espíritu, quien es también el espíritu de revelación e iluminación para todos los que creen (Mr. 13:11; Lc. 12:12; Jn. 14:17; 15:26; 16:13; 20:22; Hcho. 6:10; 8:29). En él todos los que le pertenecen tienen la unción del Santo y son enseñados por el Señor (1 Jn. 2:20).




c. Milagros. Según la Escritura, Dios se revela también por medio de milagros. Se deben estudiar los milagros de la Biblia desde este punto de vista. Aunque los milagros provocan un sentimiento de admiración, no son como los así llamados milagros de los brujos paganos, que son primeramente portentos que llenan a los hombres de asombro. Los milagros son sobre todo, manifestaciones de un poder divino especial, señales de la presencia especial de Dios, y con frecuencia sirven para simbolizar verdades espirituales. Como manifestaciones del reino de Dios, que está siempre por venir, los milagros quedan supeditados a la gran obra de redención. Con frecuencia sirven para castigar a los incrédulos y para ayudar o redimir al pueblo de Dios. Los milagros confirman las palabras de la profecía y señalan el nuevo orden que Dios está estableciendo. También los milagros de la escritura culminan en la encarnación, la cual resulta ser el milagro más grande y central de todos. En Cristo, el milagro absoluto, todas las cosas son restauradas y la creación restituida a su belleza original (Hch. 3:21).




3. EL CONTENIDO DE LA REVELACIÓN.


Hay tres cosas que en especial deben mencionarse con relación al contenido de la revelación especial de Dios.




a. Es una revelación de redención. La revelación especial no sirve únicamente para proporcionar al hombre un conocimiento general de Dios. Ella revela al hombre un conocimiento específico del plan de Dios para la salvación de los pecadores; de la reconciliación de Dios y los pecadores en Jesucristo; del camino de salvación abierto y por su obra redentora; de la influencia transformadora y santificadora del Espíritu Santo, y de las demandas divinas para los que participan de la vida del Espíritu. Es una revelación que renueva al hombre, ilumina su mente, inclina su voluntad hacia el bien, le llena de afectos santos, y le prepara para su hogar celestial.




b. Es una revelación de palabra y de hecho. Esta revelación de Dios consiste exclusivamente en palabra y doctrina, dirigiéndose únicamente al intelecto. Dios no se revela únicamente en la ley y los profetas, los evangelios y las epístolas, sino también en la historia de Israel, en el culto ceremonial del antiguo testamento, en teofanía y milagros, y en los hechos redentores de la vida de Jesús. Además, la revelación especial no proporciona únicamente un conocimiento del camino de salvación, sino también transforma la vida de los pecadores, cambiándolos en personas santas.




c. En una revelación histórica. El contenido de la revelación especial se desarrollo gradualmente a través de muchos siglos; ella tiene, por lo tanto, un carácter histórico y de creciente desarrollo. Las grandes verdades de la redención aparecen en un principio algo oscuras, pero gradualmente se esclarecen, y finalmente en la revelación del nuevo testamento aparecen en todo su esplendor. Hay un constante venir de Dios al hombre en la teofanía, la profecía, y el milagro; y este venir alcanza su punto más alto en la encarnación del Hijo de Dios y en la morada del Espíritu Santo en la iglesia.





Pregunta de repaso:



1. ¿Qué es la revelación divina?



2. ¿Cómo se difiere la revelación natural de la sobrenatural?



3. ¿Cuál es la diferencia entre la revelación general y la especial?



4. ¿Dónde encontramos una negación de la revelación general?



5. ¿Quiénes niegan la realidad de la revelación especial?



6. ¿Cuál es la naturaleza de la revelación general de Dios?



7. ¿Por qué es insuficiente la revelación general para el mundo pagano?



8. ¿Qué valor tiene la revelación generales para el mundo pagano?



9. ¿Cuál es su significado para el cristianismo?



10. ¿Por qué era necesaria la revelación especial?



11. ¿Cuáles son los medios de la revelación especial?



12. ¿Cuáles son las características de la revelación especial de Dios?



Transcrito por Déborah Piñero.


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