miércoles, 29 de junio de 2011

LA SAGRADAS ESCRITURA

El estudio de la revelación especial nos conduce a la consideración de las Sagradas Escrituras. Esta transición es natural y lógica porque la escritura es el libro de la revelación especial de Dios. Debemos considerar tres cosas, a saber, la relación entre la revelación especial y las escrituras, la inspiración de las escrituras, y las perfecciones de las escrituras.


A. LA RELACIÓN ENTRE REVELACIÓN ESPECIAL Y LAS SAGRADAS ESCRITURAS.


En general podemos decir que la revelación especial de Dios recibió su forma permanente en las escrituras y así fue preservada para la posteridad. Dios quiso que su revelación fuese su palabra perenne para todas las generaciones sucesivas, y por lo tanto, tuvo que guardarla contra pérdida, corrupción y falsificación. Esto lo hizo al proveer un registro infalible de ella, vigilando todo el proceso con su cuidado providencial. No se puede decir que la revelación especial y las escrituras son idénticas en todos los aspectos. El término “revelación especial” no siempre se usa del mismo sentido. Puede denotar una serie de autocomunicaciones divinas, y también puede servir para designar las escrituras.



1. EL SENTIDO EN QUE SE DIFERENCIA LA REVELACIÓN ESPECIAL Y LAS ESCRITURAS.


Si usamos el término “revelación especial” para designar las autocomunicaciones directas de Dios, entonces no puede considerarse como otro nombre para la Biblia. Esto es muy evidente por el hecho de que las sagradas escrituras contienen mucho que nos fue comunicado de una manera sobrenatural, sino que fue aprendido por la experiencia por la experiencia o adquirido por el estudio histórico; hay que considerar también el hecho de que los profetas y apóstoles a menudo recibieron comunicaciones divinas mucho antes de que las escribieran (Jer. 25:13; 3:1; 36:2; Jn. 20:30; 21:25). Al usar el término “revelación especial” en este sentido específico, no se puede decir que la biblia es la palabra de Dios, sino que la palabra de Dios está contenida o registrada en la biblia. Sin embargo, se debe notar que esto no justifica la distinción entre la palabra de Dios como divina y su registro como humano. Tampoco justifica la afirmación infundada de que la biblia no es sino que contiene la palabra de Dios. Los términos “palabra de Dios” y “revelación especial” se usan también en un sentido en que resultan idénticos con “las escrituras”.


2. EL SENTIDO EN QUE SON IDENTICAS LA REVELACIÓN ESPECIAL Y LAS ESCRITURAS.


El término “revelación especial” puede aplicarse a todo aquel complejo de verdades y hechos de la redención, con su trasfondo histórico propio, que se halla en las escrituras y que tiene la garantía de ser revelación divina por el hecho de que toda la biblia es inspirada infaliblemente por el Espíritu Santo. En ese sentido toda la biblia desde génesis al apocalipsis, y solo ella, es para nosotros la revelación especial de Dios. Si entendemos el término en este sentido, entonces es correcto afirmar que la biblia no solo contiene sino que es la palabra de Dios. Las escrituras derivan su importancia precisamente del hecho de que son el libro de la revelación divina. No es meramente una narración de lo que aconteció hace años, sino la palabra perenne de Dios al hombre. La revelación sigue viviendo en las escrituras y aún ahora, tal como cuando fue dada, trae lux, vida y santidad.



B. LA INSPIRACIÓN DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS.


La biblia es y continuará siendo la palabra de Dios para todas las generaciones sucesivas sólo en virtud de su inspiración divina. Toda la escritura es dada por inspiración de Dios. Esto la hace ser la regla infalible de fe y práctica para la humanidad. Puesto que esta inspiración a menudo es negada, y aún más con frecuencia es formulada incorrectamente, tal asunto requiere una consideración especial.


1. PRUEBA BIBLICA DE LA INSPIRACIÓN.


Como cualquier otra doctrina bíblica, la doctrina de la inspiración se deriva de las escrituras. La biblia misma testifica abundantemente de su inspiración y sostiene el punto de vista más escrito con respecto a la inspiración; esto aún los racionalistas lo admiten. A los escritores del Antiguo Testamento se les ordenó repetidamente que escribieran lo que el Señor les mandaba (Ex. 17:14; 34:27; Nm. 33:2; Is. 8:1; 30:8; Jer. 25:13; 30:2; Ez. 24:1s; Dn. 12:4; He. 2:2). Los profetas tenían conciencia de ser portadores de un mensaje divino y por lo tanto introducían con formulas como “Así dice Jehová”; “Vino a mi palabra de Jehová, diciendo:”; “Así me ha mostrado Jehová el Señor”, etc. Estas fórmulas se refieren con frecuencia a la palabra hablada, pero se emplean también en relación a la palabra escrita (Jer. 36:27,32; Ez. 26,27,31,32,39). Probablemente Isaías habla de su propia profecía escrita al referirse a “el libro de Jehová” (Is. 34:16). Los escritores del Nuevo Testamento con frecuencia citan pasajes del Antiguo Testamento como palabra de Dios o del Espíritu Santo (Mt. 15:4; He. 1:5ss; 3:7; 4:3; 5:6; 7:21, etc). Pablo habla de sus propias palabras como palabras que el Espíritu le había enseñado (1 Co. 2:13), y alega que es Cristo quien habla en él (2 Co. 13:3). Su mensaje a los tesalonicenses es “la palabra de Dios” (1 Ts. 2:13). Finalmente, dice en el pasaje clásico acerca de la inspiración: “Toda la escritura (refiriéndose a los escritos sagrados del Antiguo Testamento, de los cuales hablo en versículos anteriores) es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Ti. 3:16).


2. LA NATURALEZA DE LA INSPIRACIÓN.


Al considerar la naturaleza de la inspiración, es necesario primero llamar la atención a dos conceptos erróneos.


a. La inspiración mecánica.


Con frecuencia se ha concebido el proceso de la inspiración de una manera mecánica. Según este concepto, Dios simplemente dictaba lo que los autores humanos de los libros de la biblia debían escribir. Estos escritores eran cual amanuenses del Espíritu Santo, registrando sus pensamientos en las palabras que el escogía. La vida mental de los escritores se encontraba en estado de reposo y no contribuía en forma alguna al contenido o forma de sus escritos. Así que aun el estilo de las escrituras es el estilo del Espíritu Santo. Sin embargo, las investigaciones han demostrado que este concepto es insostenible. Las mismas escrituras demuestran que los escritores no eran meros instrumentos pasivos en la producción de sus libros, sino que eran autores verdaderos. En algunos casos ellos dieron los frutos de investigaciones históricas, pues se refieren a esas investigaciones históricas, pues se refiere a esas investigaciones (Lc. 1:1-4), y a veces aún hacen mención de sus fuentes, como en los libros de Samuel, Reyes, y Crónicas. En otros casos estos autores registran sus propias experiencias personales, como en los Salmos, en los libros proféticos, en Hechos, y en las epístolas. Además, cada uno escribía en su propio estilo individual. El estilo de Isaías no es como el de Ezequiel, ni el estilo de Pablo es como el de Juan.


b. La inspiración dinámica.


Frente al concepto mecánico de la inspiración, varios eruditos en los siglos decimoctavo y decimonono abogaban por lo que llamaban “inspiración dinámica”. Está teoría renuncia a la idea de una operación directa del Espíritu Santo sobre la producción de los libros de la biblia, es decir, una operación que tenía como propósito específico la producción de esos libros, y pone en su lugar la idea de una inspiración general de los escritores. Esta inspiración era una característica permanente de los escritores y, por lo tanto, incidentalmente también influenció sus escritos. Ella no difiere en esencia, sino solamente en grado, de la iluminación espiritual de los creyentes en general. Ella penetra en todas las partes de las escrituras, aunque no todas en la misma medida. Los libros históricos de la biblia no participan de ella en la misma medida que los libros doctrinales. Y aunque en realidad hace confiable los escritos bíblicos, sin embargo deja lugar a las posibilidades de errores, principalmente en los libros históricos. Esta teoría ciertamente no hace justicia a los datos bíblicos sobre la inspiración. Despoja a la biblia de su carácter sobrenatural y la reduce al nivel de la revelación general, destruyendo por tanto, su infalibilidad.


c. La inspiración orgánica.


La teoría de la inspiración generalmente aceptada en los círculos reformados se denomina “inspiración orgánica”, aunque algunos la llaman “inspiración dinámica”. El término “orgánica” sirve para acentuar el hecho de que Dios no empleó a los escritores en un sentido mecánico, sino que actuó sobre ellos en forma orgánica, en armonía con las leyes de su propio ser interno. Dios lo usó tal cual eran, con su carácter y temperamento, sus dones y talentos, su educación y cultura, su vocabulario, dicción y estilo; iluminó sus mentes, los impulso a escribir, contuvo la influencia del pecado sobre su actividad literaria, y los guio en la selección de sus palabras y en la expresión de sus pensamientos. Sin duda, este concepto está más en armonía con la información que tenemos en las escrituras. Este concepto presenta a los escritores de la biblia, no como menos amanuenses, sino como verdaderos autores de ella, quienes, aunque a veces registraban comunicaciones directas de Dios, en otras ocasiones escribieron los resultados de sus propias investigaciones históricas o registraron sus experiencias de pecado y perdón, de gozo y tristeza, de peligros amenazadores y liberaciones bondadosas. Esto también explica la individualidad de los libros de la biblia, puesto que cada escritor tenía su propio estilo y estampó en su producción literaria su propio sello personal y el sello de la época en que vivió.


3. LA EXTENCIÓN DE LA INSPIRACIÓN.


Hay diferencia de opinión, no solamente con respecto a la naturaleza de la inspiración sino también con respecto a su extensión.


a. Algunos afirman que la inspiración se extiende a los pensamientos pero no a las palabras.


Muchos niegan por completo la inspiración de las escrituras. Otros, sin embargo, son contrarios a una negación de ese tipo, y opinan que los defensores de esta doctrina deben ceder algo y que sería mejor hablar de la inspiración del pensamiento más bien que de la inspiración de la palabra. Ellos dicen que los pensamientos fueron inspirados divinamente, pero que las palabras dependieron de la selección de los autores humanos. Sin embargo, este concepto es inaceptable. Es imposible separar los pensamientos de las palabras. El Dr. Orr dice: “El pensamiento necesariamente toma forma y se expresa en palabras. Si hay alguna inspiración, debe permear tanto las palabras como el pensamiento; debe moldear la expresión y hacer del lenguaje empleado el medio viviente de la idea que se quiere transmitir” (Revelación e inspiración, p. 209).


b. Otros afirman que la inspiración se extiende sólo a algunas partes de las escrituras.


Bajo la influencia del racionalismo del siglo decimoctavo, encontraron pronta aceptación conceptos relajados acerca de la inspiración. Llego a ser muy común negar la inspiración de los libros históricos de la biblia y limitar la inspiración a los escritos doctrinales. Y aún la inspiración demanda para los libros doctrinales, aunque al principio se consideraba de carácter sobrenatural, finalmente llego a ser concebida como un proceso puramente natural, que consistía en una iluminación espiritual especial. Esta inspiración tuvo el efecto de hacer de los escritores testigos fidedignos en asuntos morales y espirituales, pero no ofreció garantía alguna sobre toda clase de errores históricos, cronológicos, y científicos. No hay ninguna unanimidad con respecto a la extensión exacta de la inspiración. Algunos la limitan a los asuntos doctrinales, otros al Nuevo Testamento, otros a las palabras de Jesús, y aun otros únicamente al Sermón del Monte. En fin, cada individuo decide por sí mismo cuales partes de las escrituras son inspiradas y cuáles no los son. En el momento en que uno acepta este tipo de vista, se queda sin biblia.


c. Según las escrituras, la inspiración se extiende a cada parte de la Biblia. Jesús y los apóstoles hablan de los libros del Antiguo Testamento como “la escritura” o “las escrituras”, y con frecuencia apelan a ellos de esta manera para confirmar o fundamentar sus enseñanzas. Para ellos apelar a “la escritura” era lo mismo que apelar a Dios. Era el fin de toda controversia. Además como hemos visto antes, algunos de los escritores novotestamentarios con frecuencia citan paisajes del Antiguo Testamento como palabras de Dios o del Espíritu Santo. Este es el caso, de modo especial, en la epístola a los hebreos. Además, Pedro pone las epístolas de Pablo al mismo nivel de los escritos del Antiguo Testamento. Y finalmente, el Nuevo Testamento contiene citas de veinticinco libros del Antiguo Testamento considerados como “escrituras”, aunque alguna de estas citas son de libros históricos. No podemos ni debemos dividir la biblia en dos partes, la una divina y la otra humana. Es tan imposible decir donde en las escrituras termina lo humano y comienza lo divino, o viceversa, como sería decir dónde en el hombre termina el cuerpo y comienza el alma. Los dos se compenetran, y como resultado de esta compenetración, la biblia es, en su totalidad una creación divina y a la vez una producción humana.


d. La inspiración se extiende a las palabras mismas de la escritura.


La biblia es verbalmente inspirada. Pero no debemos confundir esto con la inspiración mecánica, aunque opositores a la inspiración con frecuencia insisten en identificar las dos. La doctrina de la inspiración verbal no supone que Dios dictara las palabras de la Biblia, sino afirma que el guio a los escritores de los libros de la Biblia en la selección de sus palabras y expresiones para guardarlos del error, son en modo alguno pasar por alto el vocabulario de ellos ni suprimir su individualidad de estilo y expresión. Algunos prefieren llamar esto “inspiración plenaria”, para guardarse contra el peligro de identificarlo con la inspiración mecánica. Esta doctrina de la inspiración verbal está bien justificada por las escrituras. En muchos casos encontramos que Dios indicó con exactitud a Moisés y a Josué lo que debían escribir (Ex. 3 y 4; 6:2; 7:1; 12:1; Lv. 4:1, 24; 7:22, 28; Jos. 1:1; 4:1; 6:2; etc). Los profetas hablan como si Jehová pusiera sus palabras en su boca (Jer. 1:9), y les ordenara hablar sus palabras al pueblo (Ez. 3:4, 10, 11). Pablo habla de sus palabras como palabras “que enseñan el Espítitu” (1 Co. 2:13), y tanto él como Jesús a veces fundan un argumento en el uso de una sola palabra (Mt. 22: 43-45; Jn. 10:35; Ga. 3:16).



C. LAS PERFECCIONES DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS.


Los reformadores consideraron necesario desarrollar la doctrina de las escrituras, para contrarrestar los errores de la Iglesia Católica Romana. Ellos dieron énfasis particularmente a los siguientes puntos:


1. AUTORIDAD DIVINA DE LAS ESCRITURAS.


Tanto la Iglesia de Roma como los reformadores atribuían autoridad divina a la escritura; pero no convenían con respecto a la naturaleza de esta autoridad. La jerarquía romana insistía en que la biblia no tiene autoridad inherente, sino que sino que ella debe su existencia y también su autoridad a la iglesia. En contra de tal posesión los reformadores acentuaban el hecho de que las escrituras tienen autoridad inherente en virtud de su inspiración por el Espíritu Santo. La biblia debe ser creída por su propio testimonio; ella es la palabra de Dios inspirada y por tanto se dirige al hombre con autoridad. Este punto de vista con respecto a la autoridad suprema de las escrituras fue aceptada generalmente por las iglesias de la Reforma hasta que los fríos vientos del racionalismo soplaron sobre Europa y la razón fue entronizada como árbitro de la verdad. Bajo su influencia, muchos colocan actualmente a la biblia al nivel de otros libros, negando su autoridad divina. Sin embargo, es de primordial importancia mantener la autoridad divina de las escrituras. En primer lugar, las escrituras tienen autoridad histórica, es decir, ellas son un registro verdadero y absolutamente fidedigno, y como tal, tienen derecho a una aceptación confiada de todo su contenido. Pero, además de esto, tienen también autoridad normativa como regla de fe y conducta, y como tal, demandan del hombre su absoluta sujeción.


2. LA NECESIDAD DE LAS ESCRITURAS.


Aunque la Iglesia Católica Romana reconoce la importancia y utilidad de las escrituras, no las considera absolutamente necesarias. Según ella, es más correcto decir que las escrituras necesitan a la iglesia que decir que la iglesia necesita las escrituras. También algunas de las sectas místicas, como los montanistas, los anabaptistas, y los libertinos de Ginebra, negaban la necesidad de las escrituras, y atribuían mayor importancia a la “luz interior”, la palabra del Espíritu Santo hablando en los corazones de los creyentes. Los reformadores disputaban con ellos sobre este concepto. Los reformadores no negaban que Dios pudiera haber prescindido de la palabra escrita, pero defendían el concepto de que la palabra era necesaria en virtud de la buena voluntad de Dios de hacer que la palabra fuese la semilla de la iglesia. Desde este punto de vista, las escrituras son necesarias y lo serán hasta el fin del tiempo.


3. LA CLARIDAD DE LAS ESCRITURAS.


Según la iglesia de Roma, la biblia es oscura y necesita mucho de la interpretación aun en materiales de fe y de práctica. Por esta razón se necesita una interpretación infalible, y la iglesia la proporciona. En contra de esta posición de Roma, los reformadores acentuaron la perspicuidad o claridad de las escrituras. Al hacerlo, no negaron que en la biblia haya misterios demasiado profundos para el entendimiento humano; tampoco pretendieron que se pondría prescindir de la labor de los expositores; ni siquiera afirmaron que el camino de la salvación este tan claramente revelado en las escrituras que cualquiera pueda fácilmente entenderlo independientemente de su condición espiritual. Su argumento sencillamente era que el conocimiento necesario para la salvación, aunque no este igualmente claro en cada página de las escrituras, es comunicado al hombre a través de la biblia en forma tan sencilla y completa que una persona que sinceramente este buscando la salvación, puede fácilmente obtener por sí mismo este conocimiento, sin depender para ello de la iglesia o del sacerdocio. La claridad de las escrituras es enseñada en pasajes como Salmos 19:7, 8; 119:105,130; la misma biblia dice que el hombre espiritual puede juzgarla y entenderla (1 Co. 2:15; 10: 15; 1 Jn. 2:20).


4. LA SUFICIENCIA DE LAS ESCRITURAS.


Ni la iglesia de Roma, ni los anabaptistas consideran la biblia como una revelación suficiente de Dios. Los anabaptistas tienen una opinión pobre de las escrituras y afirman la absoluta necesidad de la luz interior y de toda clase de revelaciones especiales, en tanto que la Iglesia de Roma considera necesaria la tradición oral como complemento de la palabra escrita. Según los catolicoromanos, esta tradición incluye verdades que los apóstoles predicaron pero que no pusieron por escrito; verdades que fueron transmitidas en la iglesia católica ininterrumpidamente de generación a generación.


Estas verdades se hallan incorporadas ahora principalmente en los decretos de los concilios, en los escritos de los santos padres, en las declaraciones del Papa, y en las palabras y costumbres de la sagrada liturgia. En contra de esta posición, los reformadores afirmaron la perfección o suficiencia de las escrituras. Esto no quiere decir que todo lo hablado o escrito por los profetas, por Cristo, y por los apóstoles esté incorporado en las escrituras, sino sencillamente que la palabra escrita es suficiente para las necesidades morales y espirituales de los individuos y de la iglesia. Esto implica no hay al lado de las escrituras otros escritos que tengan autoridad igual o superior a ellas.


Preguntas de repaso:


1. ¿Cuál es la relación entre la revelación especial y las escrituras?


2. ¿Cuáles son los distintos significados que tiene el término “revelación especial”?


3. ¿Es correcto decir que la revelación especial y las escrituras son idénticas?


4. ¿Qué pruebas bíblicas puede usted dar para la inspiración de las escrituras?


5. ¿Qué es la inspiración mecánica y qué objeciones hay contra ella?


6. ¿Qué significa “inspiración dinámica”?


7. ¿Por qué es inaceptable con respecto a la biblia?


8. ¿Cómo describiría usted la teoría de la inspiración orgánica?


9. ¿Qué ventajas tiene esta teoría?


10. ¿Cuál es la naturaleza de la autoridad de las escrituras?


11. ¿En qué sentido son necesarias, claras y suficientes las escrituras?


12. ¿Cuál es la posición de la iglesia de Roma en cuanto a estos puntos?




Publicado por: Déborah Piñero


Vía: Luis Berkhof