Tristeza y Eterno Consuelo
22 También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo. 23 En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará.
Juan 16:22-23
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Cuando el Señor dice estas palabras estaba cercano a dar su vida en la Cruz. En nuestro caso aunque no sabemos cuán cercanos estamos de la realidad de la muerte, somos conscientes de lo fugaz de la existencia humana.
La inminencia de la separación estaba dominando el ambiente y los discípulos estaban impresionados. Nosotros también al recibir la noticia de la separación de un ser querido, nos sentimos desconcertados.
El Señor quería darle fortaleza a los discípulos ante la situación difícil que se aproximaba. Dios quiere confortarnos cuando alguno de nuestros más queridos pasa por “el valle de sombra de muerte”. En ese momento podemos mirar a Cristo, pues sólo él “tiene palabras de vida eterna” (Juan 6:68).
Es Jesús quien le da a los suyos una palabra de esperanza y seguridad (16:22). Es esa maravillosa esperanza que también nosotros tenemos y con la cual vivimos (1ª Cor. 15:20).
Las palabras de Cristo son francas y realistas.
El dice: “vosotros ahora tenéis tristeza…”
Estas palabras de Jesús no pretenden desconocer la realidad, los sentimientos, o el dolor humano. Sino que muy por el contrario hay profunda claridad.
Es bueno que, al igual que enfrentemos la vida y el futuro con valor honestidad (incluso emocional). Pues así como Jesús fue consciente de la tristeza de los discípulos, también lo es del dolor ante la partida de nuestros seres queridos.
Ninguno escapa de las realidades de la vida, y menos de la realidad de la muerte. Así como los íntimos de Jesús estaban tristes, nosotros también sufrimos, y no puede ser de otra manera, pues la ausencia del padre amoroso, del esposo fiel, del hermano entrañable, del amigo querido, no son cosa sencilla de asimilar.
Nuestro hermano Rafael Ventura significó mucho para su familia y para nosotros que le disfrutamos como amigo, hermano, hombre colaborador, generoso y espiritual. Su taxi fue instrumento de trabajo pero también el púlpito para evangelizar, la oficina para aconsejar, allí compartió la esperanza de las novios que llevaba a la iglesia para el día de bodas, pero también compartió las preocupaciones de algún hermano que tenía que salir muy tarde o muy temprano a resolver una emergencia, y tantas vivencias cargadas de alegría, buen humor, y hasta de regaños de hermano mayor y hombre sabio.
Con la partida de nuestro hermano sentimos una gran ausencia, pero al mismo tiempo la presencia de Dios que todo lo llena, y junto a ello la promesa de Jesús que dijo: “pero os volveré a ver…”
Y es que Jesús habla desde sus propias y seguras certidumbres. Esa realidad fue corroborada por el hecho de que murió pero resucitó cumpliendo así lo dicho en Juan 10:18. Así también creemos que se cumplirá lo prometido en (Juan 14:1-3; 17:25, 26).
La resurrección de Cristo nos muestra que la verdad, el amor, la fe, la vida, y la justicia son más fuertes que la muerte. Y si Cristo resucitó también nosotros resucitaremos. Si él vive, nosotros viviremos y estaremos con él (Juan 14:1-3; 17:24).
Joh 14:1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.
2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
Joh 17: 24 Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.
25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste.
26 Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.
Cristo nos asegura que le volveremos a ver, y esa promesa es también segura en boca de quienes han partido con Cristo para con quienes comparten la bendición de la salvación. El creyente puede repetir a los salvos las palabras del Señor: “os volveré a ver…”
Luego el Señor dice: “Se gozará vuestro corazón y nadie os quitará vuestro gozo…”
Estas palabras nos confortan, pues aunque hay una inevitable tristeza por un tiempo. Hay gozo en el corazón porque a pesar de todo sabemos que quienes son salvos van a estar con el Señor, y nosotros un día nos reuniremos con El Señor y con todos los que son suyos.
Damos gracias a Dios porque en Él encontramos nuevas fuerzas y motivos para vivir. Junto a Él sentimos que la vida no se acaba. En Cristo hay verdadera esperanza.