UNA LEY DIVINA QUE NO SE DEBE ROMPER
“Las relaciones sexuales deben realizarse entre un hombre y una mujer y exclusivamente en la relación conyugal. Las relaciones homosexuales y fuera de la vida matrimonial son pecaminosas y traerán serias consecuencias”.
El estudio responsable y exhaustivo de las Sagradas Escrituras nos lleva sin duda a la conclusión de que el sexo es exclusivo para el matrimonio. Siempre que en la Biblia se habla de sexo se refiere a personas casadas. Al contrario, la palabra “fornicación” aparece más de 47 veces en la Biblia y en muchos pasajes se refiere a actos de inmoralidad sexual en general.
Una de las preguntas que se hacen las personas constantemente es si Dios permite las relaciones sexuales prematrimoniales. Algunos desean que se permitan y dicen tener buenas razones. Algunos justifican sus acciones pecaminosas diciendo que el acto sexual que se realiza antes del casamiento es una forma de preparación para un matrimonio feliz. Las mentes liberales se preguntan: ¿Cómo podemos saber si no hemos aprendido? ¿Cómo podemos aprender si no hemos experimentado? ¿Cómo podemos estar seguros de que nos complementamos sexualmente si no practicamos antes de casarnos? Ellos quieren aplicar un proverbio popular del África que dice: “Uno debe afilar la espada antes de salir a cazar”, y los libertinos se preguntan: ¿No es eso también valido en la vida sexual?.. Entre las muchas preguntas, algunas como estas son las que se hacen nuestros jóvenes: ¿De qué vale casarse si en el matrimonio me doy cuenta de que soy un impotente por no tener el suficiente entrenamiento y no aprender anteriormente cómo usar ese poder que habita en mi cuerpo? ¿No existe peligro de que los órganos sexuales permanezcan sin desarrollarse por no usarse? Por supuesto que la respuesta es un rotundo “no”. Ni la ciencia así lo cree y mucho menos esa forma de pensar tiene algo de apoyo en la Palabra del Señor. ¿Si no deben existir relaciones sexuales antes del matrimonio, entonces cuando se deben iniciar? De acuerdo al consejo de la Biblia, el momento en el cual se deben comenzar las relaciones sexuales es la luna de miel y no antes. Las relaciones sexuales saludables son el resultado de una planificación ingeniosa, de una buena iniciativa, de buenos deseos de cooperación, de una adecuada comunicación y comprensión, son en síntesis, el producto de una práctica adecuada.
Muchos jóvenes, cuando comienza a despertar en ellos la excitación y su sexualidad normal les produce sensaciones que no han experimentado en el pasado, no saben cómo reaccionar y simplemente reaccionan en forma animal o bajo el asesoramiento de amigos o de medios de comunicación que promueven el sexo y las pasiones, en vez del amor y el desarrollo de la sexualidad con una alta moralidad y altas convicciones saludables. Entre los jóvenes existe un gran número de charlatanes. Cuentan experiencias que nunca han vivido, relatan lo que vieron en películas pornográficas como si fueran experiencias propias y se muestran como expertos en sexualidad. Hacen alarde de la cantidad de chicas con quienes se han acostado, presumen de su vida sexual activa e incitan a otros a entrar en ese mundo del sexo prematrimonial. Entrar a la vida sexual de esa manera es lo peor que puede hacer esa persona. Muchas personas creen que la sexualidad es tener sexo, Así como muchos creen que la nutrición es comer.
La nutrición incluye el comer, pero el saber comer. Incluye la comida, pero la comida con nutrientes apropiados. Incluye alimentarse, pero hacerlo de acuerdo a reglas y no sólo comer por comer. Alguien que se nutre aumenta la sustancia de su cuerpo y provee los nutrientes necesarios para mantener el cuerpo saludable. No es comer lo que sea, cuando sea y como sea. Es comer lo que debe, cuando debe y como debe. De la misma manera la sexualidad saludable incluye tener sexo, pero no cuando el individuo lo desee o lo necesite, sino cuando el satisfacer esa necesidad sea el fruto de una alta moralidad conforme al proyecto divino. Relaciones forzadas y que han cedido bajo la presión de las pasiones humanas nunca serán bendecidas. Deben tenerse cuando producen bienestar físico, emocional y espiritual, tanto a nosotros como a la persona que decimos amar. La sexualidad fue creada por Dios y tiene sus límites y formas.
La sexualidad conforme Dios la diseñó tiene parámetros, y el individuo que sabe que existen cosas buenas y malas en las relaciones sexuales y determina sujetar su sensualidad a los más altos principios de la moralidad basada en las leyes divinas, actúa bien.
Los varones tienen más deseo sexual y conquistan con el romanticismo. El romanticismo los lleva a ser sentimentales, generosos, soñadores, atentos y respetuosos. Mediante esta herramienta juegan al amor. Las chicas están esperando que alguien las ame y ellos saben que el romanticismo comunica sentimientos. Luego el hombre reacciona en un setenta, ochenta o noventa por ciento motivado por su pasión o deseos sexuales. Los besos, las caricias elevan la pasión y aumentan el deseo sexual. Con el aumento del contacto físico aumentan las pasiones por eso se avanza a las relaciones sexuales antes del matrimonio.
Las chicas inician su encuentro con la persona de quien están enamoradas con todo un mundo de ilusión. No necesariamente con unas pocas caricias se motivan a tener relaciones sexuales, aunque les agrada la experiencia. Piensan más en el romanticismo que en sus deseos sexuales. Algunas usan ropas más sensuales, aprenden actitudes provocativas y conquistadoras en su intercambio con otras muchachas y también de los medios de comunicación.
Las chicas que comienzan a jugar en el mundo del sexo se convierten en presas fáciles de relaciones ilícitas. Jugar a la chica sexy, vestirse provocativamente, permitir caricias en zonas estimulantes y permitir largos besos apasionados puede ser un juego de sexo para conseguir el cariño y el aprecio, así como la atención.
La mayoría de los hombres saben lo que es sentir atracción fuerte, pero no todos aprenden a dominar sus impulsos eróticos. La mayoría de los hombres pueden sentir pasión, pero no todos han aprendido a someterse a mandamientos morales. Todo depende de la formación que tengan. Quien aprendió que Dios no permite las relaciones sexuales prematrimoniales batalla contra sus deseos.
Cuando alguien aprende buenos conceptos del amor, entiende que cuando se ama hay que luchar fuerte y con convicciones para evitar hacer daño y para no romper las leyes divinas. El individuo que ama a Dios debe aprender a tener dominio propio. Cuando ese carácter íntegro maneja la vida de un joven, se vuelve más confiable pues tiene un mayor compromiso con la fidelidad y el amor genuino. Quienes se dejan llevar por los estímulos y no les ponen freno van camino hacia el quebrantamiento. Consciente o inconscientemente se dirigen a la frontera que determina si nos relacionaremos íntimamente como Dios dispuso o como nosotros deseamos.
Es cierto que en la mayoría de los casos la mujer es la que debe poner los límites, pues el hombre generalmente llegara hasta donde la mujer lo permita. Ella debe ser firme y saber que si se dispone a jugar con las pasiones de un hombre puede sufrir desde abuso hasta violaciones. Pero a la vez, creo que los jóvenes que desean vivir saludablemente, los jóvenes que anhelan llegar al matrimonio con salud emocional, paz espiritual y sin ninguna enfermedad venérea, deben tomar su responsabilidad en los encuentros con su novia. Los hombres íntegros y que desean hacer bien a la persona amada, deben ayudar, respetar a su pareja y ser un instrumento de respeto y de inspiración para hacer lo que es correcto.