LUGAR QUE TIENE LA
DOCTRINA DE DIOS EN LA DOGMATICA
Con
la doctrina de Dios comienzan generalmente los trabajos sobre Dogmática o
Teología Sistemática. La opinión reinante siempre ha reconocido que este es el
procedimiento más lógico, y todavía apunta en la misma dirección. Abundan
ejemplos en los que aun aquellos cuyos principios fundamentales parecen
requerir otro arreglo, continúan la práctica tradicional. Si procedemos sobre la suposición de que la teología es el conocimiento
sistematizado de Dios, de quien y para quien son todas las cosas, habrá buenas
razones para comenzar con la doctrina de Dios. En lugar de que nos
sorprenda que la Dogmática comience con la doctrina de Dios, debemos esperar
que sea en todas sus ramificaciones, desde el principio hasta el fin, un
estudio detallado de Dios. En realidad, esto es lo que pretende ser, aunque
sólo la primera parte se ocupa de Dios directamente, en tanto que las
siguientes lo hacen indirectamente. Emprendemos
el estudio de la teología con estas dos presuposiciones:
1. Dios existe
2. El se ha revelado en su divina
Palabra.
Por
esta razón no es imposible comenzar con el estudio de Dios. Consultamos su
revelación para saber lo que El nos ha revelado de sí mismo, y para conocer la
relación que guarda con sus criaturas. En el transcurso del tiempo se han hecho
intentos para distribuir el material de la Dogmática en forma que manifieste
claramente que es, no solamente en una parte, sino en su totalidad, un estudio
de Dios. Se hizo esto aplicando el
método trinitario que distribuye la materia de la Dogmática bajo tres
encabezados:
1.
El Padre
2.
El Hijo
3.
El Espíritu Santo.
Este
método se aplicó en algunas de las primeras producciones sistemáticas; volvió a
la popularidad con Hegel, y aún puede verse en la obra de Martensen, Dogmática
Cristiana.1 Hizo un intento semejante Breckenridge al dividir el material de la
Dogmática en:
1.
El Conocimiento de Dios Considerado Objetivamente,
2.
El Conocimiento de Dios Considerado Subjetivamente.
Pero,
en realidad, ninguno de los anteriores tuvo mucho éxito.
Hasta
principios del Siglo XIX la práctica general fue comenzar el estudio de la
Dogmática con la doctrina de Dios; pero sobrevino un cambio bajo la influencia
de Schleiermacher, que procuró asegurar
el carácter científico de la teología por medio de la introducción de un nuevo
método. En lugar de la Palabra de Dios, se tomó la conciencia religiosa del
hombre como fuente de la teología. Se
desacreditó la fe en la Escritura considerada como revelación autorizada de
Dios, convirtiendo la comprensión humana, basada en las emociones del hombre o
en sus razonables temores, en la medida del pensamiento religioso. Gradualmente
la religión tomó el lugar de Dios como objeto de la teología. El hombre dejó de
tratar el conocimiento de Dios como algo que le había sido dado en la Escritura
y comenzó a jactarse de ser un investigador de Dios. Con el correr del tiempo
se hizo común hablar del descubrimiento de Dios hecho por el hombre, como si
alguna vez el hombre lo hubiera descubierto, y cada nuevo descubrimiento
logrado en este proceso era enaltecido con el nombre de "revelación".
Dios llegaba como final de un silogismo, o como el último eslabón en la cadena
de un razonamiento, o como la piedra cumbre del edificio del pensamiento
humano. Bajo tales circunstancias no era sino natural que algunos consideraran
incongruente comenzar la Dogmática con el estudio de Dios. Más bien es
sorprendente que muchos, no obstante el subjetivismo de que hacían gala, continuaran
con el orden tradicional.
Algunos,
sin embargo, se dieron cuenta de la incongruencia y se encaminaron por una
senda diferente. La producción dogmática
de Schleiermacher está dedicada al estudio y análisis de la conciencia
religiosa y de las doctrinas que implica. No trata de la doctrina de Dios en
forma continuada, sino fragmentariamente, y concluye su trabajo con una
discusión acerca de la Trinidad. Su punto de partida es antropológico más que
teológico. Algunos de los teólogos de posición teológica más moderna
recibieron en tal forma la influencia de Schleiermacher que lógicamente
comenzaron sus tratados de dogmática con el estudio del hombre. Hasta el día de
hoy, de cuando en cuando, siguen este arreglo. Un ejemplo notable de ello se
encuentra en el libro, The Christian faith, (La Fe Cristiana) de O. A. Curtis.
Comienza
con la doctrina del hombre y concluye con la doctrina de Dios. La teología de
Ritschl puede servir para señalar otro punto de partida, puesto que encuentra
la revelación objetiva de Dios, no en la Biblia como Palabra divinamente
inspirada, sino en Cristo como Fundador del Reino de Dios y considera la idea
del reino como el concepto central y totalitario de la teología. Sin embargo,
los dogmatizantes ritschlianos como Herrmann, Haering y Kaftan, siguen, cuando
menos formalmente, el orden usual. Al mismo tiempo hay diversos teólogos que en
sus libros comienzan la discusión de la dogmática propiamente dicha, con la
doctrina de Cristo o de su obra redentora. T. B. Strong hace una distinción
entre teología y teología cristiana, definiendo esta última como "la
expresión y el análisis de la Encarnación de Jesucristo", y hace de la
encarnación el concepto dominante en todo su Manual of Theology (Manual de
Teología).
PRUEBA BÍBLICA DE LA EXISTENCIA DE DIOS.
Para
nosotros la existencia de Dios es la
gran presuposición de la teología. No tiene sentido hablar del conocimiento
de Dios, a menos que se admita que Dios existe. La presuposición de la teología
cristiana tiene características muy definidas. La suposición es, no simplemente que hay algo, alguna idea o ideal,
alguna potencia o tendencia determinada a la que se debe dar el nombre de Dios,
existente por sí, consciente por sí, sino que hay un Ser personal, del que se
originan todas las cosas, que transciende toda la creación, aunque a la vez es
inmanente en cada parte de ella. Puede surgir la interrogación sobre si
nuestra presuposición es razonable, y la contestación será afirmativa. Esto,
sin embargo, no significa que la existencia de Dios sea susceptible de una
demostración lógica que elimine toda duda; pero sí, que en tanta que la
existencia de Dios se acepte por la fe, ésta tiene su base en una información
fidedigna. Aunque la teología reformada
considera la existencia de Dios como una presuposición completamente razonable,
no pretende tener capacidad para demostrarla por medio de una argumentación
lógica. Respecto al intento de hacerlo, habla el Dr. Kuyper como sigue:
"El intento de probar la existencia de Dios, puede, o bien resultar inútil,
o innecesario. Inútil, si el investigador cree que Dios es galardonador de los
que le buscan. E innecesario si se intenta forzar a una persona que no tiene
esta pistis (fe) haciéndola que por medio de argumentos llegue al
convencimiento en sentido lógico".
El cristiano
acepta por la fe la verdad de la existencia de Dios. Pero no por una fe ciega;
sino por una fe que se basa en la evidencia, y la evidencia se funda, ante
todo, en la Escritura como Palabra inspirada por Dios, y luego, en la revelación
de Dios en la naturaleza.
La prueba bíblica acerca de este punto no nos viene en la forma de una
explícita declaración, y mucho menos en forma de argumento lógico. La
aproximación más parecida a una declaración, está, quizá, en Hebreos 11: 6, "... porque es
necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de
los que te buscan". La Biblia presupone la existencia de Dios desde su
primera declaración: "En el principio creó Dios los cielos y la
tierra". No sólo describe a Dios
como el Creador de todas las cosas, sino también como el Sustentador de todas
sus criaturas, y como el Gobernante de los destinos de individuos y naciones.
La Biblia testifica que Dios hace todas las cosas según el consejo de su
voluntad, y revela la realización gradual de su gran propósito de redención. La
preparación para este trabajo, especialmente en la elección y dirección del
pueblo israelita del antiguo pacto, está manifestada claramente en el Antiguo
Testamento, y la inicial culminación de ella en la Persona y obra de Cristo,
surge de las páginas del Nuevo Testamento con claridad inmensa. Se contempla a
Dios en casi cada página de la Santa Escritura a medida que se revela en
palabra y acciones. Esta revelación de Dios es la base de nuestra fe en la existencia
de Dios, y la hace completamente razonable. Debe hacerse notar, sin embargo,
que únicamente por la fe aceptamos la
revelación de Dios y alcanzamos la verdadera comprensión de su contenido.
Jesús dijo: "El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la
doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta". Juan 7:17. Oseas tenía en su mente este
conocimiento intensivo que resulta de la íntima comunión con 2 Dict. Dogm. De
Deo J. p. 77 (Trad. del holandés por el Autor).
Dios,
cuando dijo: "Y conoceremos y proseguiremos en conocer a Jehová". Oseas 6:3. El incrédulo no tiene el
verdadero conocimiento de la Palabra de Dios. Vienen muy al punto en este
respecto las palabras de Pablo: "¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el escriba?
¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría
del mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios
mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la
predicación". 1 Cor. 1: 20 y 21.
DIVERSAS FORMAS DE NEGACIÓN DE LA EXISTENCIA DE
DIOS.
Los
estudiantes de Religiones Comparadas y los misioneros con frecuencia dan
testimonio de la realidad de que la idea
de Dios es prácticamente universal en la raza humana. Se encuentra hasta en
las naciones y tribus menos civilizadas del mundo. Sin embargo, esto no quiere
decir que no haya individuos que nieguen completamente la existencia de Dios según
se nos ha revelado en la Escritura: un Ser Personal existente por sí,
consciente de infinitas perfecciones, que hace todas las cosas de acuerdo con
un plan predeterminado.
Esta
última negación es la que precisamente teníamos en mente aquí. Puede asumir, y
ha asumido varias formas en el curso de la historia.
LA
ABSOLUTA NEGACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS
Como
dijimos arriba, hay una fuerte evidencia
en favor de la universal presencia de la idea de Dios en la mente humana, que
alcanza hasta las tribus civilizadas que no han sentido el impacto de la
revelación especial. En atención a esto, algunos han ido tan lejos como
para negar que haya quienes nieguen la existencia de Dios, es decir, niegan que
haya verdaderos ateos. Pero esta negación está contradicha por los hechos.
Se acostumbra distinguir dos clases de
ateos, es decir, los prácticos y los teóricos. Los primeros son,
sencillamente, gentes sin Dios, que en la vida práctica no reconocen a Dios, y
que viven como si no hubiera Dios. Los otros, son, por regla general, de una
clase más intelectual, y basan su negación en el desarrollo de un razonamiento.
Tratan de probar por medio de lo que a ellos les parecen argumentos razonables
y conclusivos, que no hay Dios. En atención al semen religionis (germen de
religión) sembrado en cada hombre al momento de ser creado a la imagen de Dios,
se puede suponer sin yerro que nadie nace ateo. El ateísmo resulta, en último análisis, del estado de perversión moral
del hombre, y de su deseo de esconderse de Dios. Este ateísmo deliberadamente
se ciega ante los más fundamentales instintos del hombre, las más profundas
necesidades del alma, las más elevadas aspiraciones del espíritu humano, los
deseos del corazón que palpa en busca de algún Ser superior, y lo suprime todo.
Esta supresión práctica o intelectual de la operación del semen religionis a
menudo implica una serie de prolongadas y difíciles resistencias.
No
puede haber duda respecto a la existencia de los ateos prácticos puesto que
tanto la Escritura como la experiencia los denuncian. El Salmo 10:4b, declara acerca del malvado:
"No
hay Dios en ninguno de sus pensamientos". Y Pablo les recuerda a los
Efesios que ellos estuvieron anteriormente "sin Dios en el mundo", Ef. 2: 12. La experiencia también da cuenta
con abundancia, de su presencia en el mundo. No son en cada caso, notoriamente malvados a los ojos de los hombres, y
pueden pertenecer a la llamada "gente decente del mundo", aunque sean
soberanamente indiferentes a las cosas espirituales. Tales gentes, con frecuencia
se dan cuenta de que carecen de relación armónica con Dios, tiemblan ante el pensamiento
de encontrarse con Él, y tratan a todo trance de olvidarlo. Parece que sienten un
júbilo secreto en ostentar su ateísmo cuando van con viento en popa, pero se
sabe que han caído de rodillas, en oración, cuando repentinamente se ha visto
en peligro su vida.
Actualmente
millares de estos ateos prácticos pertenecen a la American Association for the Advancement
of Atheism (Asociación Americana para el Progreso del Ateísmo).
Los
ateos teóricos son de otra clase. Generalmente son de un tipo intelectual más
elevado, e intentan por medio de argumentación racional justificar la
afirmación de que no hay Dios.
El Profesor Flint distingue las tres
siguientes clases de ateos teóricos:
1. Los ateos dogmáticos; que de plano
niegan que haya un Ser Divino
2. Los ateos escépticos, que dudan de
la capacidad de la mente humana para determinar si hay o no hay Dios.
3. Los ateos capciosos que sostienen
que no hay pruebas válidas de la existencia de Dios.
El monismo materialista, en sus diversas formas, y el
ateísmo acostumbran ir de la mano.
FALSOS
Y ACTUALES CONCEPTOS DE DIOS QUE CONTIENEN UNA NEGACIÓN DEL VERDADERO DIOS
1. UN DIOS INMANENTE E IMPERSONAL:
El teísmo siempre ha creído en un Dios que es a la vez trascendente e
inmanente. El deísmo quita a Dios de en medio del mundo y hace hincapié en su
transcendencia a expensas de su inmanencia. Sin embargo, bajo la influencia del
panteísmo, el péndulo osciló en dirección contraria.
Identificó
a Dios con el mundo y Se negó a reconocerlo como Ser Divino, distinto 9 de su
creación e infinitamente superior a ella. Se debe a Schleiermacher que de nuevo
ganara terreno dentro de la teología la tendencia de hacer a Dios inseparable del
mundo. Schleiermacher ignoró por
completo al Dios trascendente, reconociendo únicamente un Dios que puede ser
conocido por la experiencia humana y que se manifiesta a la conciencia
cristiana como la Absoluta Causalidad, y a quien nos allegamos con el
sentimiento de absoluta dependencia. Los atributos que reconocemos en Dios son,
desde este punto de vista, expresiones meramente simbólicas de los varios modos
en que sentimos esta dependencia; ideas subjetivas sin correspondencia en la
realidad. Hay alguna diferencia entre las primeras y las últimas representaciones que de Dios
hizo Schleiermacher, y sus intérpretes no
están de acuerdo sobre la manera en que aquellas afirmaciones deban
armonizarse.
Sin
embargo, Brunner parece interpretado correctamente cuando dice que Schleiermacher
concede al universo el lugar de Dios, aunque sigue llamando Dios al universo;
además concibe a Dios como idéntico con el universo, a la vez que como la
unidad que lo sostiene. A veces parece como si la distinción que hace entre Dios
y el mundo fuera únicamente ideal, es decir, la diferencia que existe entre el mundo
considerado como unidad y el mismo mundo considerado en sus múltiples manifestaciones.
Frecuentemente habla de Dios como del "Universum", o el Todo en Todo,
arguyendo en contra de la personalidad de Dios, aunque con manifiesta inconsistencia
declara que podemos tener comunión con El en Cristo. Estos conceptos de
Schleiermacher, que hacen a Dios inseparable del mundo, dominaron fuertemente
en la teología del siglo pasado, y son los mismos que Barth combate con recia
insistencia considerando a Dios como "el Absolutamente Otro".
2. UN DIOS FINITO Y PERSONAL:
La idea de uno o varios dioses finitos no es nueva; sino tan vieja como
el politeísmo y el henoteísmo. Esta idea se acopla con el Pluralismo; pero no
con el Monismo filosófico ni con el monoteísmo teológico. El teísmo siempre ha
considerado a Dios como un Ser absolutamente personal y de infinitas
perfecciones. Durante el Siglo XIX, cuando la filosofía monista estaba en la
cumbre, se hizo costumbre identificar al Dios de la teología con el Absoluto de
la filosofía. No obstante esto, hacia el fin del siglo el vocablo
"Absoluto" como designativo de Dios cayó en desestima, en parte,
debido a sus implicaciones agnósticas y panteístas, y en parte también, como
resultado de la oposición a la idea del "Absoluto" en filosofía, así
como también al deseo de excluir de la teología toda sombra de metafísica. Bradley consideró al Dios de la religión
cristiana como una parte del Absoluto, y James abogaba para que se tuviera un
concepto de Dios más en armonía con la experiencia humana, que la idea de un
Dios infinito. James10 eliminó de Dios los atributos metafísicos de existencia
independiente, infinidad e inmutabilidad, y declaró la supremacía de los
atributos morales. Dios tiene su medio ambiente, existe en el tiempo y se
desenvuelve en una historia precisamente como la nuestra. Debido al mal que hay
en el mundo es necesario pensar que Dios está limitado en su conocimiento, en
su poder, o en ambos. La condición del mundo hace imposible creer en un Dios
infinito en conocimiento y poder. La existencia de un poder superior y amigable
para el hombre, con el cual puede comunicarse, satisface todas las experiencias
y necesidades prácticas de la religión. James concibe este poder como
personal; pero nunca quiso declararse si era creyente en un Dios único, finito,
o en varios. Bergson añadió al concepto de James la idea de un Dios ocupadísimo,
en pleno crecimiento, y haciendo planes para su medio ambiente.
Hobhouse,
Schiller, James, Ward, Rashdall y H. G. Wells pertenecen al número de los que,
aunque de diferentes maneras, defendieron la idea de un Dios finito.
3. DIOS COMO LA PERSONIFICACIÓN DE UNA NUEVA IDEA ABSTRACTA:
Se ha puesto muy en boga, en la actual teología modernista, considerar el nombre "Dios" como un nuevo símbolo, que explica algunos procesos cósmicos, alguna voluntad o poder universal, o algún elevado y amplísimo ideal. Se insiste en repetir que si hubo una vez en que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, el hombre le devuelve ahora cortésmente este servicio, creándose un Dios a imagen y semejanza del hombre. Se cuenta que Harry Elmer Barnes, cierta vez, en una de sus clases de laboratorio, dijo: "Señores, procedamos en seguida a crear a Dios". Era un modo muy brusco de expresar una idea corriente. Muchos de los que rechazan el concepto de Dios, profesan fe en Dios todavía; pero en un Dios creado por su propia imaginación. La forma que asume en una determinada época, dependerá, al decir de Shailer Mathews, de los moldes de pensamiento en boga. Si en los tiempos anteriores a la primera guerra mundial el modelo dominante era el de un soberano autócrata que demandaba obediencia absoluta, ahora es el de un gobernante demócrata, afanoso en servir a todos sus súbditos. Desde los días de Comte ha habido una tendencia a personificar el orden social de la humanidad como un todo, adorando esa personificación. Los llamados Melioristas (mejoristas) o teólogos sociales dejan ver la tendencia a identificar a Dios, de alguna manera, con el orden social. Y los "Nuevos Psicólogos" nos informan que la idea de Dios es una proyección de la mente humana; la que en sus primeras etapas se inclinaba a hacer imágenes que personificaban sus experiencias, vistiéndolas de una personalidad casi completa. Leuba opina que esta ilusión de Dios ha servido a un propósito útil, pero que se aproximan los tiempos en que la idea de Dios ya no será necesaria. Unas cuantas definiciones servirán para exhibir la tendencia actual. "Dios es el espíritu inmanente de la comunidad" (Royce). Dios es "aquella cualidad de la humana sociedad que sustenta y enriquece a la humanidad en su búsqueda espiritual"
(Gerald Birney Smith). "Dios es
la suma total de las relaciones que constituyen el orden social completo de la
humanidad en desarrollo" (E. S. Ames). 'la palabra 'dios' es un símbolo
que designa al universo en su capacidad ideal en formación" (G. B.Foster).
"Dios es un concepto nuestro, nacido de la experiencia social, de la personalidad
en formación y de los elementos personales que explican nuestro medio ambiente
cósmico, con el cual estamos orgánicamente relacionados" (Shailer Mathews). Apenas se necesita decir que
el Dios que aparece en estas definiciones no es un Dios personal, y que por lo
tanto no responde a las profundas necesidades del corazón humano.
PRUEBAS DE LA EXISTENCIA DE DIOS CONOCIDAS COMO
RACIONALES.
En
el transcurso del tiempo y debido muy especialmente a la influencia de Wolff se desarrollaron y cobraron
fuerza en la teología algunos argumentos para probar racionalmente la
existencia de Dios. Algunos de éstos en esencia ya habían sido sugeridos por Platón y Aristóteles, y los otros
fueron añadidos en tiempos modernos por los estudiosos de la filosofía de la religión. De dichos argumentos
aquí sólo mencionamos los más comunes.
EL
ARGUMENTO ONTOLÓGICO
Se
ha presentado en diversas formas por Anselmo,
Descartes, Samuel Oarke y otros.
En
su más perfecta forma lo presentó Anselmo. Su argumento es que el hombre tiene la idea de un ser
absolutamente perfecto; que la existencia es un atributo de la perfección y que
por tanto debe existir un ser absolutamente perfecto. Pero es completamente
evidente que no podemos inferir una existencia real de un pensamiento
abstracto. El hecho de que tengamos una idea de Dios, todavía no es prueba de
su existencia concreta. Todavía más, este argumento tácitamente admite, como ya
existente en la mente humana el verdadero conocimiento de la existencia de
Dios, que debía derivarse de una demostración lógica.
Kant insistió en lo insostenible de
este argumento; pero Hegel lo acogió como el argumento principal en favor de la
existencia de Dios.
Algunos modernos idealistas sugieren que este argumento debiera redactarse en
una forma un tanto diferente, que Hocking
llama: "El 12 Informe de la Experiencia". En virtud de tal informe
debiéramos decir: "tengo una idea de Dios, por lo tanto, tengo una
experiencia de Dios".
EL ARGUMENTO COSMOLÓGICO
También
éste se ha presentado en diversas formas. En lo general se admite que es así: Todo lo que existe en el mundo debe tener
una causa adecuada, y siendo así, también el universo la debe tener, es decir,
una causa indefinidamente grande. A pesar de todo, este argumento no
convence a todos. Hume puso en duda esta ley de causación, arguyendo en contra
de ella, y Kant indicó que si todo lo
que existe debe tener una causa, esto también tiene que aplicarse a Dios,
con lo cual nos internamos en una cadena sin fin. Además en el argumento no se necesita la presuposición de que el cosmos
tiene una causa única, personal y absoluta y por tanto no alcanza a probar la
existencia de Dios.
Esta
dificultad condujo a formular el argumento en forma algo diferente, como lo
hizo, por ejemplo, B. P. Bowne. El
universo material se presenta como un sistema recíproco, de lo que depende su
unidad compuesta de varias partes. Luego pues, debe haber un Agente Único que
equilibra la reciprocidad de las diversas partes, o que constituye la razón
dinámica de su existencia.
EL
ARGUMENTO TELEOLÓGICO
También
es éste un argumento causal y resulta
prácticamente una extensión del anterior. Se puede formular como sigue: Por dondequiera que el mundo se
contemple, revela inteligencia, orden, armonía, y designio, denunciando así la
existencia de un ser inteligente y de firmes designios tal como lo exige la
producción de un mundo tal.
Kant considera que éste es el mejor de
los tres argumentos que hasta aquí hemos expuesto; pero alega que no prueba la
existencia de Dios, ni de un Creador, sino solamente la de un gran Arquitecto que diseñó el mundo. Supera al argumento cosmológico, en que pone en
claro lo que aquel no explicó, es
decir, que el mundo contiene evidencias de una inteligencia y un designio, y
por eso conduce hasta la existencia
de un ser consciente, inteligente y de invariables designios.
No
se sigue necesariamente que este ser sea el Creador del mundo. "La
evidencia teleológica", dice Wright4,
"indica solamente la probable existencia de una mente que está encargada,
cuando menos de una gran parte, del control de los procesos del mundo, en suficiente
medida para justificar la suma teleológica que se descubre en él."
Hegel trató este argumento como válido; pero subordinado. Los actuales teólogos
sociales lo rechazan 4 A Student's Philosophy of Religion, pág. 241. 13 juntamente con los otros
argumentos como ya muy gastados; pero los Nuevos Teístas lo retienen.
EL
ARGUMENTO MORAL
Este,
como los otros argumentos, también admite diversas formas. Kant partió del imperativo categórico y de allí dedujo la existencia de
alguien que como Legislador y Juez tiene absoluto derecho de gobierno sobre el
hombre. Estimaba que este argumento superaba en mucho a cualquiera de los otros.
En su intento de probar la existencia de Dios confiaba principalmente en este
argumento. Podría ser ésta una de las razones por las que este argumento es más
generalmente aceptado que otro cualquiera, aunque no todos lo formulan de la
misma manera. Algunos fundan su razonamiento en la disparidad que frecuentemente se observa entre la conducta moral de
los hombres y la prosperidad que gozan en la presente vida, y sienten que tal desequilibrio
demanda un ajuste en el futuro, lo cual a su vez requiere que haya un Árbitro
justo.
La teología moderna lo utiliza
extensamente, diciendo que el reconocimiento por el hombre de un bien supremo y
su búsqueda del ideal moral exigen y necesitan la existencia de un Dios que
convierta en realidad ese ideal.
Aunque este argumento señala la
existencia de un ser santo y justo, no obliga a la creencia en Dios, el
Creador, de infinitas perfecciones.
EL
ARGUMENTO HISTÓRICO O ETNOLÓGICO
Su forma principal es la siguiente:
Entre todos los pueblos y las tribus de la tierra se encuentra un sentimiento
de lo divino, que se manifiesta en culto externo.
Siendo universal este fenómeno, debe
pertenecer a la misma naturaleza del hombre. Y si la naturaleza del hombre
tiende a la adoración religiosa, esto sólo hallará explicación en un Ser
superior que dio al hombre una naturaleza religiosa.
En respuesta a este argumento, sin embargo, se dirá que este fenómeno universal pudo haberse originado en un error o equivocación de algunos de los primitivos progenitores de la raza humana y que el culto religioso que se cita aparece con mayor fuerza entre las razas primitivas, y desaparece a medida que éstas avanzan en la civilización.
Evaluando
estos argumentos racionales se debe indicar ante todo que los creyentes no los necesitamos.
No depende de ellos nuestra convicción de la existencia de Dios, sino de que aceptamos con fe la revelación que de sí
mismo ha hecho Dios en la Escritura. Si hay tantos en la actualidad que
quieren afianzar su fe en la existencia de Dios sobre tales argumentos, se debe
en gran parte a que se rehúsan a recibir el testimonio de la Palabra de Dios.14
Además,
en un intento de utilizarlos para convencer a los incrédulos será bueno no
olvidar que ninguno de ellos puede conducir hasta una absoluta convicción.
Nadie
hizo más para desacreditarlos que Kant. Desde entonces, muchos filósofos y
teólogos los han deshecho como notoriamente desprovistos de valor; pero
actualmente una vez más están volviendo a la atención general y el número de
quienes los aceptan va en aumento. El hecho de que hoy mismo sean muchos los
que en ellos encuentran indicaciones satisfactorias de la existencia de Dios,
puede tomarse como una señal de que no están enteramente desprovistos de valor.
Tienen algún valor para los mismos
creyentes; pero los llamaremos "testimonios" más bien que argumentos.
Tienen importancia como interpretaciones de la revelación general de Dios, y
exhiben cuán racional es creer en un Ser divino. Todavía más; pueden servirnos
de algo para hacer frente al adversario, aunque no prueben la existencia de
Dios fuera de toda duda, como para obligar a su aceptación; pueden formularse en
términos que establezcan una fuerte probabilidad, y en consecuencia silencien a
muchos incrédulos.
PREGUNTAS PARA AMPLIAR EL ESTUDIO
1.
¿Por qué se inclina la teología moderna a dar precedencia al estudio del hombre
más bien que al estudio de Dios?
2.
¿Prueba o no, la Biblia, la existencia de Dios?
3.
Si la prueba, ¿cómo lo hace?
4.
¿De dónde procede el "sentido de lo divino" que es general en el
hombre?
5.
¿Hay naciones o tribus desprovistas de este sentido?
6.
¿Se puede sostener la afirmación de que no existen ateos?
7.
¿Deben clasificarse los humanistas de hoy como ateos?
8.
¿Qué objeciones hay en contra de la identificación de Dios con el Absoluto de
la
Filosofía?
9.
¿Satisface las necesidades de la vida
cristiana un Dios finito?
10.
¿Se limita a los Pragmatistas la doctrina de un Dios finito?
11.
¿Por qué es la idea de un Dios personificado una pobre sustitución del Dios
Viviente?
12.
¿Cuál era la crítica de Kant contra los argumentos de la razón especulativa a
favor de la existencia de Dios?
13.
¿Cómo debemos juzgar la crítica de Kant?
LITERATURA PARA CONSULTA15
1.
Bavinck, Geref. Dogm. II, páginas 52,74
2.
Beattie, Apologetics. páginas 250, 444
3. Beckwith, the Idea of God. páginas 64,115
4. Bringhtman, the Problem of God. Páginas 139165
5. Dabney, Syst. and PoIem. Theo. Páginas 5,26
6. Edward, The Philosophy of Rel., páginas 218, 305
7. Galloway, The Phil. of Rel. páginas 381,39 4
8. Hodge, Syst. Theo. I, páginas 202 243
9. Knudson, the Doctrine of God. páginas 203, 241
10.
Kuyper, Dict. Dogm. De Deo I, páginas 77 123:
11. Macintosh, Theo. As an m Empirical Science, páginas
90,99
12. Robinson, the God of the Liberal Christian.
Páginas 114,1 49
13. Shedd, Dogm. Theo. I, páginas 221,248
14. Thompson, the Christian Idea of God. Páginas
160,189
15. Wright, A Student's Phil. of Rel. Páginas 339 390
Vía: Luis Berkhof
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