
MDI. Centro Cristiano de Los Teques
Pastores José y Marvely de Piñero
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ES MI CUERPO
Sobre la prerrogativa que tiene el estado, la sociedad, la iglesia, la comunidad, o la familia a deliberar acerca de las decisiones que cada quien toma con su cuerpo físico.
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“Este es mi cuerpo…” al escuchar estas palabras no puedo evitar preguntarme ¿Dónde y en qué circunstancias he escuchado eso antes? Luego algunos recuerdos vienen a mi mente:
“Es mi cuerpo”. Cuando una adolescente decidió salir embarazada dijo a sus padres “Este es mi cuerpo”.
“Es mi cuerpo”. Fueron las palabras de una mujer colombiana que se hizo un aborto y con ese argumento pretendía eludir la acción de la justicia.
“Es mi cuerpo”. Son las palabras que gritaba una meretriz española cuando hacía una protesta en busca de derechos laborales para quienes se dedican a la prostitución como medio de trabajo.
“Es mi cuerpo”. Son las palabras con que un hombre homosexual defendía su decisión de cambiar de sexo.
“Es mi cuerpo”. Fue el razonamiento de una joven adicta a la masturbación.
“Es mi cuerpo”. Eran las palabras de una adolescente a quien sus padres le reconvenían por llegar a la casa con sendos tatuajes, pirsin y perforaciones para estar a la moda.
“Es mi vida” (muy semejante a decir “mi cuerpo”) lo que gritaba entre lagrimas la mujer desesperada que intentaba suicidarse.
“Es mi cuerpo”. Fueron también las palabras de otra chica que decidió declararse lesbiana y ante el regaño de su madre respondió: “Esta es mi vida y este es mi cuerpo”.
“Es mi cuerpo”. Con esas palabras pretendió Maradona calificar de injusta a la FIFA al sancionarle por haber usado sustancias prohibidas.
“Es mi cuerpo”. Es una expresión dicha por alguien a quien amo mucho y que más adelante (al final de este artículo) comentaré.
El caso es que la expresión nace como rebelde protesta (por no decir berrinche) de quienes reclaman independencia frente quienes reconvienen sus acciones o al menos son sospechosas de ello, esta expresión nos remonta a la actitud de Adán y Eva, Caín y muchos otros personajes cuando a su manera reclamaron su independencia. Es la actitud del personaje de la afamada parábola del hijo pródigo quien en reclamo de su independencia dijo: “Dame la parte de los bienes que me corresponden”. En otras palabras: “Es mi dinero, mi independencia, mi decisión, mis palabras”. Algo así como rótulo del adolescente que aunque dependiente en la casa exhibe en la puerta de su dormitorio el mensaje a sus padres “Mi Cuarto, Mi desorden, Mi problema”. En otras palabras: “No me den consejos, no se metan en mi vida, no me digan nada”.
Ahora, más allá de la actitud en el fondo de esta expresión, debemos preguntarnos: ¿Tiene potestad el hombre de presentar este argumento frente a las autoridades sea Dios, la Iglesia, el Estado, o la familia? ¿Es legítimo que este ser naturalmente gregario presente semejante argumento ante la comunidad a la que pertenece o se debe? ¿Puede alguien hacer lo que quiera con su cuerpo porque es suyo?
En el caso de las legislaciones internacionales, se establece el principio de que el bien común debe prevalecer por encima del bien individual, de esta manera el estado considera que puede enviar a sus soldados a la guerra pues la vida nacional prevalece como interés sobre la particular. Sobre esta algunos países superpoblados regulan cuántos hijos pueden tener sus ciudadanos, pues lo que ellos hacen como individuos puede repercutir (en opinión de esos estados) en la supervivencia colectiva.
Es interesante que esta premisa del bienestar común sobre el individual la vemos en la Biblia que como Palabra inspirada por Dios nos revela su pensamiento:
El Apóstol Pablo nos muestra en todo el capítulo 14 de Romanos, la necesidad de que prevalezca el buen testimonio y la edificación de todos aún por encima de las preferencias personales (Rom 14:21 Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite.)
Este principio es el que inspiró el escrito paulino de 1ª Corintios 10:23-33 en el que resaltamos la introducción y la conclusión de la inspirada reflexión paulina:
“1Co 10:23 Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.
1Co 10:24 Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.
1Co 10:32 No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios;
1Co 10:33 como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos.”
Es interesante que en pasajes como los ya citados, encontremos que no se duda de que la iglesia o la autoridad apostólica tengan la prerrogativa de establecer su discreción acerca de cuestiones dietéticas, espirituales, y morales que se relacionaron con las polémicas de la época, luego sin duda la iglesia y sus autoridades han de ejercer las mismas responsabilidades en las necesidades de instrucción pastoral que presentan las polémicas de este tiempo.
Quienes hemos asumido como opción de vida el servicio a Cristo, haremos bien en considerar el bienestar de los demás por encima de nuestras preferencias. A esos que ponen el interés común por encima del general, es a los que se les llama en la Biblia “los espirituales”, y a los que la sociedad conoce como héroes, mientras que los que hacen lo contrario pasan a la memoria colectiva como los grandes egoístas de la historia.
En este orden de ideas, encontramos el bello testimonio del escritor del Salmo 73, quien se mantuvo fiel a Dios aún sin comprender sus propios sufrimientos y teniendo el deseo de apostatar, sin embargo no hizo ejercicio de su albedrío por pensar como un líder amante de su pueblo, y en medio de todas sus confusiones prevaleció el amor por los suyos por encima de los deseos personales. “Salmo 73:15 Si yo hubiera pensado como ellos, habría traicionado a tus hijos.”
Entonces ¿Como cristiano puedo hacer lo que quiera porque mi cuerpo es mío? Me pregunto para quienes piensan así ¿Asumirían como normal que el líder de la comunidad se haga una cirugía de cambio de sexo? ¿Generaría alguna reacción entre feligreses si como Pastor de iglesia aparezco un domingo con el cabello teñido de colores y una ropa estrafalaria? ¿Está bien que como líder cristiano exhiba grandes tatuajes, perforaciones, me haga cirugías estéticas para agrandar mi zona pectoral, los bíceps, glúteos, u otros? ¿Será que alguien pensará que esto es un ejemplo negativo para sus hijos y familia y considere en consecuencia que debe abandonar la iglesia? ¿Sería lógico decir que después de todo es mi cuerpo y decido como vestirlo y lucirlo? Probablemente estas preguntas podrían encontrar respuestas variadas, polémicas, o enfrentadas. Pero sólo pregunto algo más ¿De verdad es sólo mi cuerpo y nadie tiene que ver con eso? Creo que el hecho de encontrar muchas respuestas ya respondería por sí mismo.
Ahora, por más incómodo que resulta reflexionar sobre lo obvio, veamos sólo unos pocos de los muchísimos ejemplos bíblicos que nos enseñan del tema de lo indebido o no de que otros establezcan puntos de vista sobre la disposición que en ciertos niveles hagamos de nuestro cuerpo:
Aprendemos en la Biblia que Dios es Creador del cuerpo y de la vida, de modo que sólo a él corresponde disponer de la vida que formó.
· Gen 2:7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
La Biblia nos enseña que nuestro cuerpo no es nuestro sino del Espíritu Santo, por tanto debemos glorificar a Dios en nuestro cuerpo, es lógico entonces que meditemos si las cosas que hacemos con nuestro cuerpo glorifican a Dios o hacen lo contrario. Sigue siendo válida la vieja consigna “¿Qué haría Jesús en mi lugar?”.
· 1Co 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
· 1Co 6:20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
La Biblia menciona en distintos contextos la idea de la santidad del cuerpo, podemos meditar si nuestras prácticas se corresponden con esa enseñanza.
· 1Co 7:34 Hay asimismo diferencia entre la casada y la doncella. La doncella tiene cuidado de las cosas del Señor, para ser santa así en cuerpo como en espíritu; pero la casada tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido.
· 1Th 5:23 Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
· 1Co 6:15-18 ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. 16 ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. 17 Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. 18 Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; más el que fornica, contra su propio cuerpo peca.
El siguiente pasaje habla de la pertenencia mutua que existe en el matrimonio de los cuerpos de ambos miembros de la pareja. Así que después de casados, definitivamente no podemos decir que nos pertenece nuestro cuerpo.
· 1Co 7:3-4 El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. 4 La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer.
A continuación el pasaje bíblico nos muestra que había prescripciones apostólicas que hicieron referencia a la forma de vestir el cuerpo, o al menos qué es lo más importante entre la vestimenta espiritual y la corporal.
· 1Pe 3:3-4 Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, 4 sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.
La Biblia nos habla de la primitiva polémica respecto a prácticas que estuvieron relacionadas con las prácticas religiosas que incorporaba alteraciones al cuerpo como elemento físico del culto tal como fue la circuncisión. Lo interesante de esto es que nunca estuvo planteado si los judaizantes o los cristianos podían opinar o no, proponer o no, decir o no, respecto a lo que la gente debía o no hacer con su cuerpo, sino que la discusión estaba en torno a lo correcto o incorrecto que fuera lo dicho sobre lo que otros hicieran con el cuerpo. En el pasaje que citaremos, el Apóstol Pablo hace una dura apreciación acerca de lo que los judaizantes hacen, y enseñan que se debe hacer con el cuerpo, y no creemos que a nadie se le ocurrió responder “Pablo, es mi cuerpo”.
· Php 3:2 Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo.
También la Biblia enseña que quienes nacen de nuevo deben rendir su cuerpo como sacrificial ofrenda a Dios y amar a Cristo con todo su ser incluido el cuerpo.
· Rom 12:1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.
Y como estos pasajes podemos señalar muchos más, entre ellos las prescripciones dietéticas relacionadas con el cuerpo, y muchos otros asuntos relacionados con nuestra vida privada o personal, cuestiones que van relacionadas con nuestra manera de hablar, de vivir, de conducirnos, de expresarnos, de adorar, de la administración de nuestra economía, de nuestras relaciones familiares, conyugales, amistosas, políticas, etc. Luego, sería absurdo que quienes dicen que Jesús es el Señor de sus vidas, y que están sujetos a la Palabra de Dios y a sus principios (como los de autoridad espiritual, vida comunitaria, etc.) lleguen a poner barreras para que no se consideren asuntos que toquen las prácticas que ejercen en cualquier jurisdicción, o sencillamente sugieran la posibilidad de que al abordaje de temas que les resultan sensibles sea visto como un acto invasivo.
Así, lo que alguien al sentir tocadas sus preferencias podría cuestionar es en realidad un principio universal contemplado no sólo por la Biblia, sino por el derecho internacional, e incluso por el sentido común.
Hoy día existe una multitud de temas por los que seremos interrogados en nuestro mundo post-moderno, esos temas serán también un elemento de preocupación para los que pidan o requieran orientación ¿Debemos o no responder a lo que se nos pregunta?
Y de lo que hacemos ¿Tenemos certeza plena de la legitimidad cristiana de las practicas que adoptamos? ¿Estamos seguros de que las (o algunas de las) propuestas de la postmodernidad con las que simpatizamos o coqueteamos (independientemente de que no las objetemos todas ni estemos contemplando ninguna en particular) no son un perjuicio para la vida, la espiritualidad, la salud, la familia, la iglesia, o la sociedad?
Lo que hacemos los cristianos aún en nuestra vida privada marca un precedente importante no sólo para aquellos a quienes lideramos, sino para aquellos a quienes estamos llamados a resultarles “luz y sal”, es por ello que debemos analizar las propuestas de nuestra sociedad y revisar si ellas son legítimas, si son o no contrarias a los principios del Evangelio.
Lo que queda definir es hasta donde una práctica con el propio cuerpo no es pecaminosa, o inmoral, o contraria a los valores de la sociedad, o generadora de mal o cuestionable testimonio, o sea motivo de tropiezo, u otro perjuicio. Queda definir cuanta aceptación o rechazo social tiene, o si atenta contra la salud o la vida, y finalmente en atención a todos estos elementos de juicio, lo responsable es que la iglesia o las instituciones de la sociedad definan su opinión sobre aquello que consideren necesario.
Queda también por definir cuáles casos y qué acciones eclesiásticas pueden ser realmente consideradas legítimas y cuales invasivas. En todo caso definitivamente la emisión de la opinión y/o recomendación institucional sobre aquello que le es legítimo expresarse es no sólo un derecho sino un deber que debe cumplirse con toda solicitud.
Finalmente cumplo con lo prometido al inicio de este artículo, y terminaré diciendo dónde y de quien más he escuchado esa expresión “es mi cuerpo”: La dijo Cristo. Claro, muy lejos de nacer de las motivaciones y rebeldías modernas. En esa noche de Pascua el Cordero de Dios dijo “esto es mi cuerpo que por vosotros es partido”, una declaración en la que no tomaba lo suyo para sí, sino que lo compartía y lo entregaba por quienes no lo merecíamos, este fue un verdadero acto de amor, una afrenta devastadora y un golpe mortal contra el egoísmo. Ese cuerpo cual Pan de Vida fue tomado por Dios, quebrantado, bendecido y compartido, y Aquél que nos invitó asimismo a ser parte de su cuerpo, nos dijo “Haced esto en memoria de mí”. Permita Dios que tu cuerpo y mi cuerpo, sea también en honor a Cristo tomado por el Señor, quebrantado por el Espíritu, bendecido por el Padre, y entregado como testimonio al mundo.
Dios les bendiga.
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¿Qué es un tabú? Un secreto que no es secreto porque tú lo sabes y yo lo sé, pero no podemos hablarlo entre nosotros dos.
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Escrito del Pastor José Piñero